Limitaciones de los Columnistas
Las directivas del CPB invitaron a varios comentaristas a este foro y les prepararon unas preguntas. La primera: ¿deben ser columnistas quienes tuvieron o tienen vínculos con el poder político o algún gobierno? Curiosamente no preguntan si lo deben ser quienes tienen vínculos con el poder económico, lo que sería igualmente relevante.
Es casi imposible encontrar alguien sin vínculos personales o familiares con la política, el capital, y en general, con el poder, el Gobierno o la oposición. Quizás está implícito en las dos preguntas si debe evitarse que los columnistas utilicen sus escritos para obtener beneficios económicos o políticos. Esto sin duda no debería permitirse.
El columnista debería imponerse la regla de no escribir sobre lo que le puede reportar beneficios personales indebidos. Esta es una regla obligatoria. Pero ¿deberíamos impedir a quien pertenezca, por ejemplo, al Partido Conservador, que use sus columnas para defender las ideas del partido o apoyar a sus candidatos? La respuesta: probablemente no.
La idea es que florezcan muchas ideas y que haya oposición entre ellas para contribuir al pluralismo en democracia. La uniformidad es enemiga de la creatividad y de la libertad. Además, permitir que sólo opinen quienes no tienen experiencia, o no pueden tener conflictos, es concederles el monopolio de la opinión a quienes quizá no tienen nada importante que decir, o no están equipados bien para defenderse contra un “mejor contrario”.
Es necesario que quien tenga un conflicto de interés, lo declare. Cuando tuvimos el debate extenso a favor o en contra del TLC, no siempre declaraban los columnistas que sus opiniones eran las que les convenían a sus empleadores, o las que ellos deseaban que se propagaran, y algunos medios les dieron un foro desproporcionadamente amplio a los representantes de esos intereses. Esto va en contra del equilibrio informativo.
Es legítimo que un medio le permita a un miembro del Gobierno defender un punto de vista o una decisión en una columna, pero no es tan conveniente que ese funcionario sea columnista habitual. Lo mismo aplica a personas en cargos importantes en empresas privadas. Pueden aportar legítimamente a la formación de opinión pública, pero es mejor que lo hagan sobre otros temas.
El CPB pregunta: ¿qué hacer con los columnistas que son asesores de imagen de empresas? Lo deseable sería, en ese caso, que no escribieran u opinaran sobre esas empresas, ni siquiera cuando declaran su conflicto de interés. Hay cosas incompatibles, y una es cobrar por lo que uno escribe a alguien distinto del medio que lo emplea.
También pregunta el CPB: ¿De qué libertad gozan los columnistas en los medios nacionales? En casi 30 años escribiendo, 16 de los últimos semanalmente en la prensa nacional, he escrito con libertad plena. Pero nadie está exento en Colombia, como lo acaban de comprobar María Elvira Samper, Rodrigo Pardo y sus colaboradores, de que un día le digan que se vaya por molestar a un poderoso.