29 de abril de 2025

“Esta es una democracia peligrosa”

15 de febrero de 2010
15 de febrero de 2010

Frentero, informado, buen escritor y mejor analista, Botero es el padre del TLC con los EE.UU., acuerdo que firmó hace tres años y medio, después de un parto tan, pero tan sui generis, que aún no ha producido criatura. Sin embargo, las esperanzas para los partidarios del TLC renacieron esta semana con el espaldarazo de Barack Obama en sus declaraciones a la revista Business Week y prendieron las alarmas de enemigos como el senador Jorge Enrique Robledo.

Jorge Humberto Botero hace para El País un análisis de algunos temas explosivos que tienen nuevamente al Gobierno en el ojo del huracán.

¿Qué le sorprendió de los resultados de la encuesta realizada por Cifras y Conceptos entre 1.440 líderes de opinión en todo el país?

Que en la confrontación áspera -y dañina institucionalmente- entre el Presidente y la Corte Suprema los líderes, salvo en Antioquia, le den la razón a la Corte y no al Presidente. Otra revelación que me sorprendió gratamente es que la institución mejor calificada es el Banco Central. Eso indica que los líderes del país aprecian las bondades de tener una moneda sana. Por otra parte, la encuesta revela que, como es obvio, en la cola están el Congreso y el DAS. La mala clasificación del Congreso es de una gravedad inusitada porque es el corazón de la democracia representativa.

Muy distinta de la que estamos viviendo, ¿no?

Esta otra democracia directa, plebiscitaria, refrendataria, movilizada y encuadrada desde arriba, es una democracia peligrosa. Y no sólo es peligrosa sino espúrea cuando es alimentada con recursos económicos ilimitados. De ahí la gravedad de la glosa de la ponencia del magistrado Sierra Porto al tema del proceso de recolección de firmas del referendo. Al margen de lo legal, si allí hubo una violación de topes, independientemente de cuál sea la consecuencia legal, eso le crea un baldón a la legitimidad del proceso enorme.

¿Y si no tuviera consecuencias?

Simplemente podríamos llegar a un gobierno estrictamente plutocrático en que quienes tienen la plata pueden movilizar la opinión pública y las firmas en el sentido que les convenga.

El desprestigio del Congreso venezolano condujo a Chávez. ¿A qué podría conducir aquí?

A dos cosas malas: al autoritarismo y al caudillismo presidencial que es un riesgo que Colombia corre. La otra es el populismo judicial. El escándalo sobre el tema de la salud es bien ilustrativo.

¿Qué opina de la ponencia del magistrado Sierra Porto para que la Corte Constitucional declare inexequible el referendo?

A juzgar por lo que ahí se lee el referendo está muerto, porque es difícil que la mayoría desatienda una ponencia que uno imagina sólida y bien construída y sobretodo porque por el tipo de fallo que se proyecta, la decisión no se tomará sobre principios y valores constitucionales, sino sobre pruebas documentales que deberán ser contundentes y que implican violaciones a las reglas procesales plasmadas en la Constitución, que son graves y probablemente insubsanables.

Y ¿en caso contrario?

Probablemente la Corte diría que se requiere una Ley de Garantías, al menos para crear la apariencia de igualdad en la competencia. Aún si se creyera que la del 2005 está vigente, no hay tiempo de implementar lo que ahí se ordena, ni de expedir una nueva. Imaginemos que la Corte diga que no se requiere esa Ley, que basta con haber suspendido, a la hora nona, los Consejos Comunitarios: tendría que votarse el referendo antes del 12 de marzo, cuando vence la fecha de inscripción de candidatos. Por otra parte, el Presidente tendría que ganar por la mayoría abrumadora de 7 millones y pico de votos, lo que es imposible. Para que el Presidente pudiera presentarse, habría que modificar el cronograma fijado en el Código Electoral, lo cual sería una ofensa mayor.

Bueno, el Gobierno ya ha hecho cosas muy criticables.

Sí, pero a esto no creo que se atreva. Tengo la convicción íntima, y algún grado de información, que me hace creer que el Presidente -así anhele, como creo que anhela- la reelección, hay ciertas barreras que no va a pasar. Ahora, la única nota de pie de página que yo pondría sobre eso es: “¿Por qué el Presidente no se sube al podio y lo convierte en un pedestal para la historia proclamando urbi et orbi que no anhela la reelección?” ¿O es que él ve, o sabe, cosas que usted y yo ni vemos ni sabemos? O, ¿lo que tiene no es una encrucijada sino unas tremendas cataratas en los ojos del alma? (Risa).

(Risa). ¿Cuáles diría usted que son los dos puntos más importantes de una reforma tributaria estructural?

Hay dos ejes: el primero es estrictamente financiero: cuántos recursos aportará, y el segundo es cómo los capturamos. Hoy la nación quedó en déficit primario o sea que toma créditos para pagar intereses de los créditos, lo que sigue ocasionando crecimiento de la deuda pública. Para hacer sostenible un nivel de deuda hay que crear superávit primario para que el monto de los recursos financie la totalidad del gasto, incluidos, intereses. Esa sola circunstancia hace indispensable una reforma encaminada a aumentar el recaudo, a disminuir el gasto, o a las dos cosas.

¿Por qué cree que se desfinanció el sistema de salud?

En el 93 se asumió que el financiamiento de la salud para los sectores no contributivos podría, en parte, ser financiado con transferencias del contributivo al subsidiado. Eso implicaba que la dinámica del empleo formal tenía que ser alta para ir expandiendo la cobertura de los sectores de bajo ingreso, de tal modo que la sumatoria de los ingresos transferidos por el sector contributivo, más los ingresos estatales, financiara el sistema subsidiado. Eso no ocurrió y por eso este estrés económico financiero.

¿Por qué fallaron los cálculos?

Porque Colombia siguió una política económica y social equivocada gravando con impuestos la generación de empleo y estableciendo incentivos al uso de capital y beneficios a la inversión, dentro de una estrategia equivocada. Y como hice parte de este gobierno hasta su quinto año, no me queda más remedio que decir que desde adentro lo dije.

¿Por qué nadie lo escuchó?

Porque yo no era más que una opinión y el Presidente tiene una virtud y un defecto igualmente importantes: en general él todo lo tiene claro.

¿La iluminación del Espíritu Santo?

Eso lo dice usted, no yo. Pero ¿qué quiere decir eso? Que si los argumentos están en contradicción con lo que él cree que es la verdad y la realidad, no oye. Por otro lado, buena parte de lo que estamos financiando con medios parafiscales habrá que financiarlo por medios fiscales para que el empleo formal crezca.

¿Cómo cree que se siente el Presidente ahora que tiene el sol a la espalda?

No lo sé. El Presidente es inescrutable. Y es como un santo laico, con una disciplina de hierro, con una visión misional de su tarea y con un aparato de convicción religiosa, cristiana. Lo digo con toda delicadeza. Es propio de cada político crear una imagen, pero en el caso de Uribe ésto es mucho más acentuado, porque a él nunca lo he visto bajarse del sitial, despojarse de la condición de gobernante, o relajarse.

Obama dijo esta semana que impulsará el TLC con Colombia. De aprobarse, ¿cómo nos ayudará, por ejemplo, con China donde se produce con salarios de hambre y con un tipo de cambio manipulado que nos afecta y nos resta competitividad?

Es un gran acertijo. Este TLC debería ayudar porque nos da una cierta ventaja por la vía arancelaria contra China. Recuerde que los Tratados de Libre Comercio eliminan los aranceles, así sea en forma gradual, frente a los países que lo firman, mientras mantienen aranceles más altos frente a terceros países. Si llegara a ser aprobado el TLC nos ayudaría, pero lo cierto es que la amenaza para el mundo y para países como el nuestro es gigantesca.

Nosotros producimos todo lo que produce China. ¿Por qué no nos hemos especializado en productos de más complejidad y sofisticación para que no ocurra lo que usted menciona?

En eso estoy también en desacuerdo con el Presidente, porque todavía nuestra economía es muy cerrada, si fuera más abierta nuestros empresarios se verían forzados a ser competitivos. Colombia ha persistido en proteger sectores en los cuales, en la medida en que sus salarios aumentan por las expectativas de bienestar de la población, ocasiona pérdida de competitividad. Ocurre así con las flores, a cuyo subsidio me opuse.

Hay un tsunami por la reforma de la salud a través de la emergencia social.

El Gobierno reaccionó tardíamente porque la emergencia es en parte el efecto acumulativo de problemas no resueltos.El Gobierno contribuyó al problema con la afiliación masiva de gente, sin tener esquemas claros de financiamiento en el régimen subsidiado. También se equivocó al no actualizar el POS y eso explica la proliferación de las tutelas. A esto, que es una falla política, se suman fallas graves de estrategia: me parece gravísimo no haber expedido los decretos al tiempo de declarar la emergencia, para haber destinado los 30 días siguientes a hacer los ajustes. Los decretos salieron el último día y por más que quieran modificar ya no pueden. El segundo error es que no tenían una cartilla para explicar y el tercero es que dieron garrote pero no zanahoria. Hubo problemas de falta de acción y de estrategia. Pero buena parte del alcance de los decretos es la confrontación de problemas reales: corrupción, entrabamiento institucional, exceso de recuperaciones sobre el Fosyga, expansión exponencial de los servicios no cubiertos con el POS y líos de financiamiento.

Entonces, ¿cree que los decretos están bien concebidos?

De verdad, como los decretos lo plantean, las coberturas no incorporadas del POS tienen que ser marginales y cofinanciadas –por duro que esto suene- porque desde el punto de vista subjetivo la demanda de servicios de salud es infinita porque lo que está en juego es la vida. Por otra parte, para que podamos tener una seguridad social sostenible debemos saber qué producto le ofrecemos a la sociedad, porque sólo así podemos definir una unidad de pago por capitación, y sólo si definimos esta unidad de tal forma que sea suficiente, podemos saber si la contribución que hacemos es suficiente. La gente dice “la salud es un derecho fundamental” y todo tipo de posiciones similares llevadas a los extremos, lo que hace que la seguridad social no sea factible. Ningún país puede garantizarle a todos, todo, sin ningún límite. Pero, nadie, en el foro de la opinión pública, ha salido a decir –porque además es muy antipático; lo puedo hacer yo que no tengo intereses políticos- que hay que tener en cuenta que Colombia gasta el 8% del PIB en salud, más alto que Chile y que países desarrollados como Inglaterra. Aquí hay un problema de gestión de los recursos.

¿Y de corrupción?

Sí, de excesos de recobros al Fosyga, de trampas. Es importante que el Gobierno haga una pedagogía sobre la necesidad de estabilizar el POS y darle un tratamiento excepcional a lo que esté por fuera.

Si se aprobara el TLC, ¿qué ocurriría con la casi total ausencia de infraestructura que nos deja este Gobierno?

Lo que Colombia tiene es dramáticamente malo y no sólo por quienes están al frente de las instituciones, sino porque éstas son mal diseñadas y débiles. Hay que copiar la institucionalidad del sector energético, adaptándola. Si en energía tenemos tanto éxito para convocar inversión extranjera, si abrimos licitaciones para generación de energía y recibimos ofertas que triplican la necesidad del país, ¿por qué no tenemos en el sector de infraestructura de carreteras una Comisión de Regulación tal como la tenemos en el campo energético y de gas? ¿Por qué no tenemos una Unidad de Planeamiento de Desarrollo de Infraestructura, como la hay en el Ministerio de Minas? Y sobre recursos, una fórmula que exploraría es la venta ordenada de toda la participación del gobierno en Ecopetrol.

¿Toda? ¿Por qué, si es una entidad que le produce grandes utilidades al estado?

Pero más produciría esa plata invertida en infraestructura de primera calidad. Ahora lo que la nación recibe de Ecopetrol es en parte utilidad que dejaría de recibir si enajena, pero parte son regalías, que las seguiría recibiendo de todos modos. Soy enemigo de vender Ecopetrol por pedazos como pidió el Ministro de Transporte, para hacer unas vías que él llamó de “competitividad”.

Coincidencialmente son todas en Antioquia y lo digo siendo, como soy, antioqueño, a mucho orgullo, pero me parecen abominables esas fórmulas improvisadas y clientelizadas. El Gobierno tiene que decir primero qué va a hacer con los recursos, y crear un fondo de infraestructura, para administrar estos recursos que se deben mantener fuera del país para evitar fenómenos de depreciación del tipo de cambio, e ir incorporándolos al torrente monetario.

Tendrá que haber también reglas clarísimas sobre qué se financia y por qué y cómo. Con un fondo así y con mecanismos para evitar excesos, y una serie de salvaguardias institucionales, yo primero vendería el tramo que da control para optimizar una prima y luego vendería los otros tramos en los mercados internos y externos. O sea, mi oposición es más radical: a Ecopetrol hay que venderla toda, pero no retaceada, ni de manera improvisada y clientelizada. Ahí puede estar la plata que Colombia requiere para el proyecto de infraestructura, gran reto para el próximo gobierno.