Elección del Congreso: las cartas sobre la mesa
Hacia un sistema multipartidista estable
El pasado lunes 2 de febrero los partidos políticos destaparon las cartas con las cuales buscarán el favor del electorado en las elecciones parlamentarias del 14 de marzo. Varios elementos tanto institucionales como de coyuntura merecen resaltarse.
En primer lugar, en términos institucionales, es evidente que las recientes reformas políticas (2003 y 2009) han estabilizado el sistema de partidos en un sistema multipartidario con unos cinco competidores básicos y una serie de grupos minoritarios cuya suerte no está clara, con tendencia a decrecer y con dificultades para la expresión de propuestas alternativas. Los cinco competidores básicos son los partidos tradicionales y los partidos que han surgido en torno a la gestión del Presidente Uribe, divididos a su vez en dos bloques.
Los partidos gobiernistas
La U, nueva mayoría
El bloque uribista está encabezado por el partido de la U, que obtuvo la mayor votación en 2006 y que probablemente aumentará la ventaja obtenida en ese año para confirmarse como la principal fuerza política.
Este partido ha logrado consolidarse gracias a la permanencia de Uribe en el poder y a la perspectiva de una nueva candidatura suya. Sin el referendo reeleccionista, es probable que esta agrupación se hubiese dispersado y que muchos de sus líderes hubieran buscado nuevos escenarios electorales. La posibilidad de reelección del Presidente no sólo trajo consigo la continuidad de sus miembros sino que atrajo líderes de otros partidos, principalmente de Cambio Radical. El avance del referendo le ha dado a este partido una bandera clara, defender la obra de Álvaro Uribe y procurar su reelección. La sumatoria de caudal político, imagen del Presidente, control de gran parte de la administración y contratación pública, añadida al avance logrado en las elecciones locales de 2007 permiten avizorar el triunfo de este partido y también su permanencia en el escenario político, contrario a lo que algunos analistas advertían.
El triunfo de esta agrupación es a su vez una muestra de la necesidad táctica que tenía el presidente Uribe de no retirarse de la contienda, pues a diferencia de otros presidentes latinoamericanos que cuentan con partidos sólidos (el Partido de los Trabajadores de Lula o el Partido Socialista de Bachelet), Álvaro Uribe necesitaba consolidar una fuerza parlamentaria que le garantice presencia política aún en caso de que no pueda permanecer en la Presidencia de la República.
Partido conservador, entre dos caminos
El segundo partido de la coalición uribista es el tradicional Partido Conservador, que también aspira a ampliar su caudal electoral gracias a los avances obtenidos en las últimas elecciones locales y a su permanencia en el poder durante los últimos doce años.
Adicionalmente, la consulta interna para escoger su candidato presidencial ha dado especial relevancia a la contienda conservadora dado que ha enfrentado dos visiones del partido. La primera, representada por Andrés Felipe Arias, busca alinear al conservatismo como una fuerza subordinada al presidente Uribe, en tanto que la segunda opción, Noemí Sanín, pretende que el partido tenga identidad propia y anuncia que iría hasta el final de la contienda en claro desafío a la reelección presidencial.
Si los resultados de estos dos partidos son los que se prevén, constituirían por sí mismos la mayoría en el nuevo Congreso: su fuerza conjunta puede rondar el 55% de la votación, con un 30% de la U y un 25% del partido conservador. Aunque la emergencia social puede disminuir esta ventaja de la U sobre sus competidores. En cualquier caso, no importa quién sea el próximo presidente tendrá que establecer algún tipo de negociación con Álvaro Uribe con el fin de lograr la gobernabilidad.
Cambio Radical, en el limbo
El que ha sido el tercer partido de la coalición de gobierno, Cambio Radical, atraviesa una situación muy distinta ya que ha disminuido su capital político como producto de la negativa a apoyar la segunda reelección del Presidente Uribe. El líder de esta agrupación, Germán Vargas, se apartó de la intención de un tercer periodo y su partido fue diezmado con las dádivas ofrecidas desde la administración. Su propuesta de continuar las políticas de seguridad sin apoyar al Presidente no ha calado en la opinión pública y se avizora que su partido reducirá significativamente su representación, aunque puede constituirse en una fuerza decisiva si la U y los conservadores no alcanzan la mayoría por sí mismos.
Los partidos de oposición
En el otro lado del espectro, el bloque de oposición está liderado por el Partido Liberal y el Polo Democrático Alternativo, pero ambos partidos llegan a esta elección con serias dificultades.
Partido Liberal, sigue la baja
El Partido Liberal viene de sufrir un retroceso significativo en las elecciones locales de 2007. Para un partido acostumbrado a la reproducción política clientelista, esta carencia de apoyos regionales significa que sus posibilidades no serán las mismas de hace cuatro años, cuando tenía cerca de la mitad de las gobernaciones y la mayoría de las alcaldías. Adicionalmente, la ausencia de grandes figuras le resta sus posibilidades de conseguir el voto de opinión. El liberalismo seguirá siendo la tercera fuerza política, pero esta vez será más ampliamente superado por la coalición gobiernista.
El PDA, dos problemas de más
En el caso del Polo tampoco las perspectivas son buenas, aunque no son tan malas como las del liberalismo. Su principal fuerza política se encuentra en la capital de la República, pero dos factores afectan aquí su desempeño: el retiro del ex alcalde Lucho Garzón, que simbolizaba la modernización de la izquierda, y la muy criticada gestión del actual alcalde Samuel Moreno.
Los independientes
Así, pues, mientras las principales fuerzas del uribismo parecen avanzar en su representación política, las principales fuerzas de la oposición parecen retroceder. La gran pregunta gira en torno a la posibilidad que tengan nuevas expresiones.
Partido Verde y Compromiso Ciudadano, a pasar el umbral
Dos fuerzas intentan emerger para representar alternativas a la política tradicional, pero amenazan con anularse mutuamente. Se trata por un lado del Partido Verde Opción Centro, liderado por los ex alcaldes de Bogotá Mockus, Peñalosa y Garzón, y por el otro de Compromiso Ciudadano por Colombia, liderado por el ex alcalde Sergio Fajardo. Dado que ambas agrupaciones carecen de maquinaria política fuerte, apelan a un voto de opinión de centro que tiende a expresarse en los grandes centros urbanos. Para estas agrupaciones pasar el umbral será ya un triunfo pues les dará la oportunidad de sobrevivir políticamente, pero obtener más allá de tres senadores sería toda una proeza.
El MIRA y el PACTO, de devotos a votos
Otros movimientos que competirán son aquellos que hunden sus raíces en movimientos religiosos de distinta índole. Entre ellos, el más consolidado es el movimiento MIRA, que de seguro no tendrá problemas para pasar el umbral y mantener su representación política. Además, gracias a un juicioso trabajo de base no sería extraño que aumentara un poco su caudal actual. Entretanto, el Partido Cristiano de Transformación y Orden (PACTO) representa una gran incógnita al enfrentar el reto de transformar el apoyo de sus devotos en verdaderos votos.
Indígenas y negritudes, a ocupar sus curules
Los partidos de minorías intentarán conservar sus curules y personerías, favorecidos por las normas que desincentivan la formación de nuevas agrupaciones. El Movimiento Social Indígena (MSI), la Alianza Social Indígena (ASI) y el Movimiento de Autoridades Indígenas (AICO) competirán por las dos curules que la Constitución les otorga a esta minoría en el Senado. Entre tanto, la Alianza Social Afrocolombiana intentará pasar el umbral y ganar representación más allá de las curules para afrocolombianos existentes en la Cámara de Representantes.
El PIN y otros huérfanos de Uribe
Finalmente, quedan aquellos partidos satélites que giran en torno del uribismo y que básicamente permiten recoger expresiones políticas que no caben en los grandes partidos por motivos regionales o que claramente agencian intereses cuestionables, cuando no ilegales. El caso más notorio de estos partidos fue el de la Alianza Democrática Nacional (ADN) cuya personería jurídica fue suspendida por el Consejo Nacional Electoral dada las irregularidades evidentes en su conformación por parte de miembros de Colombia Viva que habían sido encarcelados por su relación con la parapolítica. La suspensión de dicho partido permitió el fortalecimiento de otra organización, el Partido de Integración Nacional (PIN) heredera de Convergencia Ciudadana y cuyos vínculos con organizaciones ilegales han empezado a ser señaladas. Comparte sospechas en este grupo el Movimiento Apertura Liberal cuya lista es encabezada por el hermano del extraditado David Murcia Guzmán. Del mismo modo, el Partido de Integración Social (PAIS) constituye una incógnita en cuanto a su surgimiento y financiación. Finalmente el movimiento Alas sobrevive a la ruptura con su aliado, Equipo Colombia, dado que este último migró hacia el partido conservador, pero sus opciones de mantenerse en el escenario político son escasas.
En conclusión
Las elecciones del próximo Congreso no parecen prometer grandes sorpresas y más bien pueden convertirse en la ratificación del uribismo como la principal fuerza política del país. Lamentablemente también servirán para ratificar el predominio de la política tradicional y las dificultades para desterrar la ilegalidad de los escenarios democráticos.
* Más de 10 años de experiencia en temas relacionados con gobernabilidad democrática y modernización del Estado tanto a nivel nacional como internacional. Master in International Public Policy, Master en Ciencia Política, Especialista en Derecho Constitucional y Parlamentario, Especialista en Gestión Pública. Consultor internacional en temas de gobernabilidad y fortalecimiento institucional. Ha sido Asesor del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Coordinadora Ejecutiva de la Unidad para la Promoción de la Democracia de la misma organización.