Contrapunto*
Alborotó el avispero. Curioso, no fueron precisamente los obispos quienes blandieran báculos para condenar a la recursiva candidata, sino un par de cacatúas antañonas que publican columnas en el diario hispano colombiano de la sabana.
En política, como en asuntos de comercio, el que no se anuncia no existe. Me parece entonces válido el expediente ideado por la abogada Valencia para proclamar que vive y que aspira. Propaganda electoral gratuita y efectiva. Se posicionó entre los cientos de competidores sin gastar un adarme.
Dicen que la abogada Valencia está en sus cuarenta bien administrados. Que se desempeña bien en la profesión y levanta suspiros por doquiera va. Así las cosas, no sería ningún despropósito elegirla y tampoco ponerla de frontis en tan vistosa fachada.
Leyendo aquellos comentarios, pensé: sí Yidis expuso descomunales chichas, ¿por qué no habrá de mostrar sus formas una mujer de exhibición?
Me abstengo de poner en evidencia otra vez los nombres de aquellas protestantes y chocarreras damas. Hay que evitar a toda costa que caigan más guijarros sobre humanidades ya agobiadas y dolientes.
Hay que hacer fuerza por María Fernanda Valencia. Todos los viejitos verdes de Bogotá están convocados a respaldarla en las urnas y a velar las arcas triclaves sin otras armas que sus lustrosos bastones, cayados, arrimos, catres, muletas. Y que lleven ganas para las casas, es nuestro deseo. Muy necesario, muy útil a la edad caduca.
Mientras tanto, que las disidentes cojan oficio. Que le vayan poniendo oficio a las cesantías para atender sus infartos, porque lo que es la abogada Valencia va a ser elegida y fotografiada.
Tiro al aire: siempre es que es cierto que sufren más las velonas que la dueña de la olla. Por cierto, ¿qué tal Roberto Gerlein en bola? [email protected]
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