Dos parejas de guerrilleros se entregan al Ejército para amarse en la legalidad
Las pocas garantías que tenían en las filas insurgentes, el maltrato, el no pago y el riesgo constante que tenían que correr salvaguardando la seguridad de su grupo, fueron las razones fundamentales, así como el sentimiento de poder criar a sus hijos en medio de la tranquilidad que podían tener por fuera de la agrupación.
Después de 2 años de estar en medio de la manigua, del cruce de fuego constante, del miedo que produce ser ajusticiado por los mismos compañeros al tener pequeñas equivocaciones o muertos en combates con tropas del ejercito, llega el momento para dejar de un lado la guerra absurda que lleva las FARC desde hace más de 40 años.
“Los Hijos son la vida, la familia es todo, son varios meses que llevo sin poder abrazar a mi hija que clama constantemente la llegada de su mamá, el cariño que solo ese ser tan tierno le puede dar a uno como hijo, la madre es todo y por eso no le podía quitar ese derecho a mi hija, que le decía a la abuelita, ¿Por qué mami no esta en casa?” Aseguraba una de ellas con voz entrecortada y ojos tristes.
El frente 29 “Alfonso Arteaga” tiene su radio de acción en los departamentos de Cauca y Nariño, “yo que era mando medio dentro de la agrupación, cada vez que tenía la oportunidad de hablar con ella, planeábamos como volarnos cuando tuviéramos la oportunidad, hasta el día en que lo pudimos hacer” Afirmó el más antiguo de ellos.