27 de marzo de 2024

Atisbos desde “El Refugio”

21 de enero de 2010

Simón Vélez, siguiendo la tradición de un prestigioso arquitecto manizaleño, Ròbert, su padre, continuó en la misma ruta profesional. Este, además, gozaba de tres privilegios: enriquecía, en Manizales, el diálogo con el buen humor; sus retratos al óleo, ofrecían riqueza expresiva y coloridos excepcionales; los pintaba como uno de sus “hobbies”. Con su esposa, Gloria Jaramillo, bella y elegantísima, encendía de dones la vida de la singular ciudad.  
 
Simón terminó con brillo intelectual sus estudios. Comenzó a investigar, con vocación científica, elementos para la construcción. Era una continua experimentación.  
 
La guadua lo inquietaba. Con ella se había logrado crear la Arquitectura de la Colonización antioqueña, en el siglo XIX, cuando el Radicalismo logró impulsarla, al escuchar la sentencia de Murillo Toro: “la tierra no es de quien presenta un título, sino de quien la trabaja”. “Las Mercedes” españolas – que detenían a los campesinos – dejaron de ser fundamento retardatario para pronunciar las jurisprudencias. Ese elemento ayudó a despojar, también, de preeminencias las reglas coloniales cuando se buscaba que siguieran imponiéndose en la edificación. La guadua, dio al nuevo modelo de casas, belleza, comodidad, flexibilidad, elegancia. Es parte integral de la Arquitectura republicana.  
 
La guadua, en las casas rurales, fue elemento decorativo del campo. Fuè compañera del hombre y de la mujer. Esto, lo cuento en mi libro, “Testimonio de un pueblo (Interpretación socioeconómica de la colonización de Antioquia en Caldas – La fundación de Manizales)”. Ella sirve, eficazmente, desde la niñez hasta la muerte: se construyen la cuna y la camilla, ésta ultima, para conducir los seres, cuando desaparecen. Colabora en los oficios y necesidades de la casa. Es vasija apropiada, en la cocina, para la sal y los condimentos; para conducir la alimentación y las bebidas caseras, en el trabajo. Fue la guadua la que garantizó el transporte del agua. Las cercas aseguraban el deslinde de las propiedades y propiciaban la iluminación de las casas con las enredaderas multicolores. Con ella se construyeron las habitaciones, los depósitos, las pesebreras, los corrales, con caprichosos tejidos. No sufrían las edificaciones con los terremotos.  
 
Resistían victoriosas los embates de la naturaleza.  
 
Simón Vélez apreció y empleó ese maravilloso elemento. Cuando el país la abandonó por el predominio del ladrillo y del cemento, él la rescató. Y su obra, en el país y en el exterior, se le considera ejemplar.  
 
A Simón Vélez se le celebra su participación con la guadua ”porque hace una labor a favor de la naturaleza”. Contribuye con nuevas ideas en los temas ambientales. La Fundación Príncipe Claus de Holanda, manifiesta que “la estética e innovaciones técnicas con bambú han aumentado las posibilidades de la construcción y planteado su reto a las corrientes tradicionales de la arquitectura”.  
 
La guadua se conoce en los diferentes continentes, menos en Europa. Se le señala la virtud de que ahorra energía y resiste sismos extremos.  
 
El Premio se lo entregó al arquitecto Simón Vélez el Príncipe Constantìn, en una elegante cena en el Museo Muziekgebouw, en compañía de la Princesa Beatriz, el Príncipe William Alexander y su esposa la Princesa Máxima.  
 
Entre las obras de Vélez que han tenido màs audiencia en el mundo de la Arquitectura, sobresalen el “Museo Nómada”, en pleno Zócalo de la ciudad de México; el Pabellón Colombiano, 2000, en Expo Hannover; y proyectos excepcionales en Hong Kong, Estados Unidos, Ecuador, Panamá y Colombia. Ha construìdo torres, edificios, iglesias y puentes. Uno de éstos en la carrera 119, sobre el río Bogotá.  
 
Al recibir el premio, le han solicitado al arquitecto Vélez que diseñe y construya un podio al aire libre para el Tolhuistuin, un nuevo centro cultural en el barrio del sector norte de Ámsterdam.  
 
Al entregársele el reconocimiento, se le dijo: “Inventó un método nuevo  
para construir fundaciones y techos de tal manera que transformó uno de los materiales de construcción màs antiguos en un recurso moderno que cumple con las más estrictas regulaciones internacionales y que puede, inclusive, superar al acero”.  
 
Este premio enorgullece a la Arquitectura nacional. La lucha decidida e inteligentísima de Simón Vélez por rescatar la guadua como elemento universal de construcción – “más liviana que el acero, pero más fuerte que el concreto” – consagra, para un colombiano, un alto reconocimiento internacional. El Mundo.