28 de abril de 2025

Vender el alma al diablo

26 de diciembre de 2009

Escalar en la posición socioeconómica como fruto del esfuerzo, la preparación, el trabajo honrado o las negociaciones con ética; constituye un bien ganado beneficio a quienes así lo logran. Esta gesta loable, solo es adelantada por seres humanos nobles y capaces que, con paciencia, avanzan hacia el progreso disfrutando lo obtenido, con la alegría y la tranquilidad que da lo bien conseguido. Sin embargo, para quienes la adversidad supera las oportunidades, mantenerse a salvo de las tentaciones y las malas acciones resulta, más que una gesta, casi un milagro, cuyo premio siempre será incierto en el aspecto material, pero probablemente seguro en lo espiritual.
Los crecimientos personales en el ámbito material son sombríos cuando están condicionados al más mínimo comprometimiento de la dignidad. Los actos deleznables que conllevan a la consecución de bienes materiales son vergonzosos y, en cualquier ser humano dotado de espiritualidad, inconcebibles. El goce no ha estado, ¡ni estará nunca!, ligado a los actos reprobables, excepto en aquellos personajes para quienes ser vivarachos y de pocos escrúpulos constituye una cualidad de la que se sienten orgullosos. No puede negarse que las circunstancias que rodean a pueblos como los de  América Latina, en especial a Colombia, en donde las oportunidades efectivas y dignas son pocas; el acceso a los bienes o a los medios para obtenerlos es privilegio de unos pocos; la corrupción, la mediocridad, el amiguismo y la politiquería, aún hacen de las suyas; las remuneraciones son precarias, y en donde gran parte de la población trabaja solo para que no se les incluya en las estadísticas de desempleo; pueden coadyuvar a la toma de decisiones desacertadas para la solución de los problemas.
Esto es notorio en el penoso y creciente número de individuos que, sin distinción de sexo, edad, raza, credo político o religioso; incorporan en su pensamiento, para minimizar la cuota inmoral, las ideas maquiavélicas de conseguir algo sin importar cómo. Es así como se puede observar el ascenso comparativamente rápido en la posición socioeconómica de algunos, partiendo de la base del acto delincuencial, realidad palpable en hechos detestables y dignos de censura a todo nivel, tales como: Estafa, robo, contrabando, corrupción administrativa, narcotráfico, soborno, compras a menos precio, explotación, prevaricato, peculado, usura; entre otros ampliamente conocidos. Los seres aludidos por tan singular listado de actos delincuenciales, han decidido vender el alma al Diablo a cambio de un bienestar pasajero (una ilusión) en este corto paso por el tiempo, dedicándose a lo que no tiene provecho y procurándose un espacio poco envidiable y un período sin fin en la desventura; misma que no conocen ni por señas, pues son soberbios y orgullosos, lo cual tiene sustento bíblico, como también lo tiene el despreciar su falsa apariencia, que los lleva a alardear de ser prósperos, buenos negociantes e incluso a la desfachatez de creerse "bendecidos por Dios", por lo que posan de filántropos, al considerar que dar un poco de sus mal habidos bienes los libra de todo mal y les concede el olvido de sus penas.
Pues no siendo esto cierto, lo que conmueve aún más es el triste hecho de que al predicar con estos malos ejemplos, sus hijos, nietos y, en general, las generaciones futuras considerarán, este tipo de crecimiento, normal y plausible, lo que configuraría para los hombres el desperdicio de su oportunidad de reivindicación. Meridiano de Córdoba.