Una mujer excepcional
Ella, con sensibilidad artística, pulió con sus manos cuadros de exquisita belleza. El 17 de octubre de 1994 la muerte, esa visitante inesperada, les arrebató, en plena juventud, lo que más querían: su hija, la razón de sus existencias, la sonrisa que alegraba el hogar. Murió cuando apenas contaba con 14 años de edad. El dolor fue tanto que no les alcanzaron las lágrimas para llorarla. Y quisieron perpetuar su nombre.
Desde hace quince años, los manizaleños hemos oído hablar de la fundación Alejandra Vélez Mejía, una institución fruto de la tenacidad de una mujer a quien el dolor por la pérdida de su hija hizo que le diera vida a un proyecto para ayudar a niños con leucemia. Esa mujer, Isabel Mejía de Vélez, hizo realidad, con su esfuerzo, con su entrega a los demás, el surgimiento de una institución que desde su primer día se preocupó por ayudarles a los niños con cáncer. A esa mujer, Isabel Mejía de Vélez, no le importó pedirles a los demás para que la apoyaran en su proyecto. Tampoco tuvo horarios para estar presente en los momentos críticos de esos niños sin esperanzas de recuperación.
El pasado domingo, después de una penosa enfermedad que la tuvo recluida durante varios meses en la Clínica San Marcel, falleció Isabel Mejía de Vélez, Isabelita, como se le decía cariñosamente. Como es lógico, la noticia conmovió a toda una ciudad que vio en ella a una mujer admirable por el entusiasmo colocado para sacar adelante la fundación Alejandra Vélez Mejía, que nació porque antes de morir, su hija le dijo que tenían que hacer algo por los niños con cáncer. Entonces ella, Isabelita Mejía de Vélez, se entregó en cuerpo y alma a darle vida a una institución que les ha dado esperanzas a muchas familias que tiene hijos con problemas de cáncer.
Uno no sabía qué admirar más en Isabelita: si su compromiso con la fundación a la que le dedicó todas sus energías, o su interés por brindarle cultura a la ciudad a través de El Hontanar de los libros, o esa admiración tan grande que durante 37 años la tuvo unida a Jorge Eduardo Vélez Arango, el escritor con quien compartió su vida. Quienes tuvimos el gusto de visitar su casa en el barrio Palermo, fuimos testigos de cómo valoraba al trabajo literario de su esposo, del estímulo que le brindaba en sus momentos difíciles, del entusiasmo que ponía en sus proyectos con la palabra. Isabelita fue el complemento en la existencia de un hombre que a todo momento alimenta sueños creativos.
Con la muerte de Isabelita Mejía de Vélez Manizales pierde a una mujer excepcional, de gran sensibilidad humana, comprometida con la ayuda desinteresada a los demás. Una mujer que con su inmensa capacidad de trabajo logró dotar al Hospitalito Infantil de elementos quirúrgicos para la atención de niños con cáncer. Una mujer que promovió una radio teletón anual para recoger fondos para atender a los menores de edad que por sufrir esta enfermedad requerían ayuda. Isabelita Mejía de Vélez despertó en los manizaleños el sentido de la solidaridad. Paz en su tumba.