¿En qué están las Farc?
“EN LAS Farc puede que el tiempo pase más lento que para el resto del mundo, pero lo que nunca se puede pensar en que estén quietas”. Esa frase fue pronunciada años atrás por un, entonces, general activo que acababa de asumir el mando de una brigada en la que su antecesor le aseguraba que la guerrilla se había “enmontado y los pocos guerrilleros que sobrevivían no hacían nada”.
Tras el secuestro y asesinato execrable el martes pasado del gobernador de Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, la principal pregunta, a la par de la condena unánime al accionar criminal y demencial de unos guerrilleros que son capaces de degollar a una persona indefensa de 69 años de edad, no fue otra: ¿en qué están las Farc?
Los analistas y conocedores de lo que ha dado en llamarse la “ecuación del conflicto” tienen tres hipótesis, que no necesariamente encajan e incluso se contradicen dos de ellas.
En primer lugar hay expertos que consideran que es apresurado derivar del plagio y asesinato del Gobernador un nuevo plan de acción de la guerrilla. Aseguran que el objetivo de la acción subversiva no era matar a Cuéllar, pues si así lo hubieran querido entonces lo habrían ultimado cuando entraron a sangre y fuego en la noche a su casa en Florencia.
Esa hipótesis también es compartida por el alto mando castrense, en donde se piensa que los insurgentes terminaron asesinando al mandatario regional en medio del desespero y la rabia que les producía verse casi cercados por las tropas oficiales y al borde de un rescate militar del plagiado. Para nadie es un secreto que permitir que la Fuerza Pública libere a un secuestrado es una falta gravísima al interior de la guerrilla y causal de fusilamiento automático.
¿Si no querían asesinar al Gobernador, entonces cuál era la intención del plagio? Una alta fuente del Gobierno nacional indicó que es muy probable que el móvil de la acción era perpetrar un “secuestro político”, puesto que la guerrilla considera que el eje de presión en que convirtió por largos años el tema de los plagiados y el canje se debilitó luego del rescate militar de Ingrid Betancourt, los tres norteamericanos y once policías y militares en el marco de la Operación Jaque, así como por la liberación de los últimos dirigentes políticos que permanecían en cautiverio.
“Las Farc quieren volver a dimensionar el tema del canje y creen que ello sólo es posible si secuestran a dirigentes políticos activos, en este caso un Gobernador”, precisó la alta fuente gubernamental. Agregó que volver a recurrir al plagio por razones políticas lo único que evidencia es que es tal la debilidad militar de la guerrilla, que al no poder presionar al Gobierno por la vía armada, tiene que acudir al secuestro como única alternativa para demostrar algún poder de desestabilización.
Meterse en campaña
Una segunda hipótesis sobre los móviles de las últimas acciones de las Farc, que no sólo incluyen el secuestro y asesinato del gobernador Cuellar, sino también los ataques a poblaciones y guarniciones militares y policiales pequeñas en Nariño, Cauca y Arauca, señala que la guerrilla lo que quiere es ‘meterse a las malas’ en la agenda de la campaña presidencial.
Es claro que dada la polarización política existente y la alta popularidad del gobierno de la Política de Seguridad Democrática prácticamente ningún candidato o precandidato presidencial está hablando de un posible diálogo o acercamiento de paz con la guerrilla. Incluso los aspirantes antiuribistas o antireeleccionistas insisten en que no desmontarán la estrategia de control de orden público sino que la ajustarán y reforzarán. Hoy por hoy, es evidente, abrir la posibilidad de conversaciones con la subversión no agrega un solo voto y, por el contrario, puede restar muchos a quien se atreva a proponerlo.
El frente internacional tampoco es una vía adecuada para que las Farc se metan como tema central de campaña electoral, toda vez que, precisamente, la amenaza que representa esa guerrilla y una posible alianza suya con el presidente venezolano, Hugo Chávez, que anda agitando vientos de guerra contra Colombia, están constituidos actualmente como el principal argumento que los uribistas exhiben, e incluso sobredimensionan, como excusa para impulsar la segunda reelección.
Así las cosas, lo que las Farc estarían buscando con sus escaramuzas militares y golpes de mano como lo era el secuestro inicial del Gobernador, sería presionar a los candidatos a la Jefatura de Estado a hablar de qué hacer con la guerrilla y poner sobre la mesa la eventualidad de diálogos y acercamientos de paz, en contraposición a los aspirantes que, con el presidente Uribe al frente, sólo proponer mano dura.
No hay que olvidar que desde hace varios meses la guerrilla viene hostigando en forma sistemática a los concejales y alcaldes de algunas regiones del país, acudiendo para ello a asesinatos, amenazas y otro tipo de intimidaciones. Aunque todavía no se puede hablar de un boicot al poder regional y al proceso electoral como los que las Farc protagonizaron años atrás, es claro que la subversión intenta sacudirse del arrinconamiento militar y territorial que soportan por efectos de la Política de Seguridad Democrática, a tal punto que hay una creciente percepción nacional e internacional sobre la derrota progresiva de la subversión en Colombia.
Cano desesperado
Una tercera hipótesis sobre las últimas acciones de la organización armada ilegal se dirige a que lo que existe es una orden del nuevo Secretariado de las Farc de redoblar los ataques a la Fuerza Pública y todo lo que consideran “objetivo militar” como una fórmula para subir el ánimo de unos contingentes guerrilleros golpeados, desmoralizados, minados por las deserciones y los ofrecimientos de recompensas millonarias a quienes entreguen a los cabecillas de las Farc.
“Yo lo que creo es que Alfonso Cano sabe que al interior de la guerrilla se le está viendo como un comandante débil, que ha sufrido las mayores derrotas militares y políticas de la guerrilla en cuatro décadas… En medio de esa difícil coyuntura, Cano, a quien muchos ven más como ideólogo que como comandante militar, quiere mostrarse duro ante su propia gente para evitar que los frentes sigan desgranándose por cuenta de las deserciones, la desmoralización, los efectos de la presión militar y las loas a la efectividad de la Seguridad Democrática”, precisó un alto militar retirado hace pocos meses.
Sin embargo, hay quienes advierten que las Farc no quieren lanzar una nueva escalada de ataques porque saben que por esa vía lo único que hacen es darle alas a los intentos reeleccionistas de Uribe Vélez.
Sin embargo, el alto militar (r) replica que es claro que la subversión conoce ese riesgo pero que es tal la debilidad de Cano y la urgencia de éste de mandar un mensaje de fortaleza y poder de mando a una “guerrillerada” confundida y desconfiada, que no puede detenerse a hacer esos “cálculos políticos y electorales”.
En otras palabras, que el Secretariado de las Farc tiene tantos problemas hacia el interior de la organización subversiva, que debe moverse sin importar el coletazo político, militar, impacto nacional o internacional y hasta electoral que sus medidas desesperadas tengan.
Coletazo
Ahora bien, es claro que el desenlace fatal del plagio del Gobernador significa un duro golpe para la guerrilla, sin que ello signifique desconocer las graves fallas en el esquema de protección del mandatario, las fisuras evidentes en la Política de Seguridad Democrática y el dolor e indignación que este crimen causó en todo el país y la comunidad internacional.
Las Farc perdieron, primero, porque a nivel nacional e internacional una vez más se evidenciaron como una organización con sevicia sin límites, capaz de los peores crímenes y las violaciones más graves a los derechos humanos.
En segundo lugar, porque si el objetivo era el secuestro del mandatario seccional, éste no se pudo concretar porque la presión de la Fuerza Pública impidió la huida del comando insurgente a la zona selvática y, al verse rodeado y con el riesgo de rescate militar inminente, su mentalidad criminal lo llevó a asesinar vilmente a Cuéllar.
Como tercer punto, la gravedad de lo ocurrido llevó a que el gobierno Uribe volviera a insistir en el rescate militar como principal herramienta para conseguir el regreso de los secuestrados, lo que cierra de nuevo las puertas a la opción de un acuerdo humanitario.
En cuarto lugar, las Farc no pudieron meterse como tema de campaña presidencial y lejos de llevar a que alguno de los aspirantes planteara la opción de diálogo de paz, lo que consiguió es que candidatos de todas las orillas condenaran la acción criminal de la guerrilla y reafirmarán que la Política de Seguridad Democrática, aunque es claro que debe ser ajustada, será reforzada para neutralizar la amenaza terrorista.