14 de septiembre de 2024

El ‘profe’ Montoya respira otro aire en esta Navidad tras una recuperación milagrosa

20 de diciembre de 2009
20 de diciembre de 2009
El 'profe' Montoya respira otro aire

Foto: Daniel Bustamante-EL TIEMPO

"Le cumplí", dice el técnico campeón de la Copa Libertadores de América en el 2004, con una voz grave, sin las pausas acostumbradas por la falta de aire y con una fuerza que sorprende.

Cinco años después de aquel disparo en un atraco, que le destrozó la médula espinal en su casa de Caldas y que lo condenó a una cuadriplejía de por vida, Luis Fernando Montoya ya puede respirar por sí solo. Es decir, ya no está conectado al respirador artificial, ni mucho menos necesita el marcapasos diafragmático para sobrevivir. Hoy, por la traqueostomía, no aparecen las mangueras conectadas a los aparatos que asustaban a José Fernando y que eran la mayor tristeza para el llamado 'campeón de la vida'.

"Le prometí a mi hijo que me iba a desconectar de esos aparatos y le cumplí. Mire, le cumplí", repite con esa voz fuerte que quiebra el alma pero que le saca una sonrisa, no solo a su hijo, sino a su esposa Adriana Herrera, y a todos aquellos que ven en este avance la mejor esperanza de recuperación del técnico de fútbol.

La promesa apareció en junio de este año. Esa vez, en la cama tipo hospital del segundo piso de la finca donde enfrentó el reto de sobrevivir conectado a bombas de oxígeno, al respirador mecánico y a largas terapias para mantenerle su cuerpo vivo, Montoya le prometió a su hijo estar lejos de todos los aparatos para Navidad.

"Yo le decía: José, no sé pero yo tengo que quitarme esto de acá. Y lo quiero hacer este año para dárselo de aguinaldo a usted. No más, me tienen cansado estos aparatos, no los soporto más y creo que lo vamos a lograr. Usted con la ayuda suya y yo con el esfuerzo que tengo que hacer", recuerda Montoya mientras toma un vaso de agua para refrescarse ante tanta emoción.

Hoy, los días del ex técnico de Nacional y Once Caldas pasan lejos de la cama tipo hospital. En los amplios corredores de la finca, adornados con materas colgantes y desde donde se divisa el verde encendido de las montañas del suroeste antioqueño, Montoya pasa las mañanas sentado en un sofá donde atiende visitas, ríe, habla sin parar y hasta recibe las terapias físicas para tratar de recuperar algo de movilidad de los hombros para abajo.

"Solo falta que Dios le dé una palmadita en la espalda y le diga: Luis Fernando, parate y caminá", dice Adriana, la esposa del profe Montoya y quien, gracias a una licencia remunerada de Bancolombia que soporta el pago de la EPS Coomeva, no solo sostiene el tratamiento sino la fe en el hogar por una recuperación total.

Habrá una nueva operación. La recuperación de Montoya llegó casi por azar. En junio, el marcapasos diafragmático conectado por fuera de su tórax pero dentro de la piel al nervio frénico para mover sus pulmones, y que le fue instalado hace más de tres años, dejó de funcionar. La alerta obligó a reconectarlo al ventilador mecánico.

"Pero la sorpresa fue que reaccionó bien. Su capacidad respiratoria mejoró y dejó de depender de ambos aparatos", explica Diego Lalinde, el médico que el día del ataque, el 22 de diciembre del 2004, lo recibió moribundo y hoy es uno de los artífices de su recuperación.

Lentamente, Montoya empezó a recuperar su capacidad torácica. Con leves ahogos, logró respirar mejor y conseguir la tan anhelada independencia de los aparatos. Por eso, no es raro verlo andar en una silla de ruedas especial por toda la casa y hasta sostener con tranquilidad las clases de dirección técnica que dicta en el Sena.

Aunque aún depende de un auxiliar médico para controlar las secreciones y su respiración, la esperanza es que logre toser constantemente. Sería una señal de que los pulmones están trabajando sin fallas y el seguro contra las infecciones por culpa de secreciones acumuladas. Con esto los médicos le podrían quitar la cánula de la traqueotomía para respirar solo por boca y nariz.

Las crisis, sin embargo, no escapan a tanta felicidad. "Le da mutismo y cierra los ojos. Se vienen las lágrimas pero nada más. Son pocos los momentos duros porque está empeñado en recuperarse y es su fuerza de voluntad la que más le hace bien", asegura Luis Alfonso Sosa, sicólogo y quien es otro de los pilares de la recuperación del técnico.

Ahora, la esperanza de la familia Montoya Herrera está puesta en una nueva operación. La idea es instalarle un estimulador eléctrico sacro para ayudarle en el control de esfínteres. Se trata de un aparato mediante el cual las personas con lesiones medulares pueden controlar la orina y las deposiciones, dándoles así una mejor calidad de vida. Mientras tanto, además de la alegría por cumplirle la promesa a su hijo José Fernando y por volver a respirar, Montoya ya logró otro reto: superar el miedo a Clif, un hermoso pastor alemán que desde hace dos años es otra de las alegrías en el hogar y que le generaba temor por los excesos de cariño, que podrían generar riesgos a su integridad física.

"Ahora lo que resta es tratar de recuperar la movilidad. Es difícil pero no es imposible. Todo se puede dar si tenemos fe, creemos y confiamos en que mañana va a ser un día distinto", concluye el profe Montoya.

Terapias de acupuntura para lograr algo de movilidad

Gracias a que el técnico Luis Fernando Montoya dejó de depender del ventilador mecánico y el marcapasos diafragmático, los días en la finca de la familia Montoya Herrera son mejores.

Según Adriana Herrera, la esposa del entrenador, la calidad de vida y la alegría volvieron al hogar.

"Es maravilloso verlo mejor y tenemos mucha fe en que la recuperación va a seguir", dice. El día a día de Montoya arranca a las 7 de la mañana, cuando el 'profe' despierta.

A las 7:30 de la mañana llega el baño y luego arranca la primera terapia respiratoria.

La idea, según Adriana, es lograr mejorar su capacidad respiratoria para quitarle la traqueotomía y así pueda respirar por boca y nariz de forma autónoma.

Luego viene el desayuno y siguen las terapias físicas para mantener su cuerpo activo.

En la tarde, vienen la preparación de las clases en el Sena o la dedicación a analizar algún partido de fútbol.

Los martes y jueves en la tarde, el 'profe' Montoya recibe unas sesiones de acupuntura que buscan generar movilidad en sus brazos y piernas.

Para este objetivo, también le fueron implantadas hace más de tres años miles de células madre que aún no presentan un resultado satisfactorio.

Para esta Navidad, la familia realizará hoy una novena y recibirá el Año Nuevo en la finca junto a varios amigos y familiares del 'profe' Montoya.

Dará regalos a niños de escasos recursos

Otra de las promesas que volverá a cumplir el técnico Luis Fernando Montoya este año es la entrega de regalos para los niños de escasos recursos de la vereda La Quiebra, cercana al lugar de residencia del 'Campeón de la vida'.

"Vamos a hacer una novena con la familia y los amigos, donde recogemos los regalos. La idea es superar los casi 1.200 que entregamos el año pasado", explica Adriana Herrera, esposa del técnico.

Para esto, la familia organizó hoy una novena en la que esperan que los asistentes, entre amigos y familiares, regalen los presentes para los niños. Además, tanto el 'profe' Montoya como su esposa, destinan otros recursos para apoyar a los menores de escasos recursos.

Precisamente, el 22 de diciembre del 2004, la esposa de Montoya acababa de retirar un dinero para pagar parte de los regalos a los niños y cuando llegaba a su residencia en Caldas (Antioquia), un grupo de fleteros la interceptó para robarle el dinero. Al ver la situación, Luis Fernando Montoya salió a la puerta de su casa pero recibió un disparo que le destrozó su médula espinal.

Por el hecho, el Juzgado Cuarto Especializado de Medellín condenó a 24 años de prisión a Luis Alberto Toro, alias 'el guajiro', como autor material del disparo contra Montoya.

El mismo juzgado condenó a Luz Dary Yepes, otra de las capturadas y quien fue la delincuente que le pidió perdón a Montoya a través de una carta que envió desde su celda en la cárcel del Buen Pastor de Medellín, a 17 años y tres meses por tentativa de homicidio, concierto para delinquir, hurto calificado y agravado y porte ilegal de armas. La decisión también cobijó a las hermanas Griselda Luz y María Helena Herrera. La primera fue condenada a 11 años y seis meses de prisión y la segunda, a 7 años y seis meses.

JUAN DAVID CORREA LÓPEZ
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
MEDELLÍN