Cartas de amor de Bolívar y Manuela Sáenz
jamás diré otra cosa sino lo que es usted; pero mi amigo, dejar a usted por el general Bolívar es algo, dejar a otro marido sin las cualidades de usted, sería nada. ¿Y usted cree que yo, después de ser la querida de este señor por 1 año y con la seguridad de poseer su corazón prefiriese ser la mujer del Padre, Hijo o Espíritu Santo? ¡E! Ni la Santísima Trinidad ? Y Si algo siento es que no haya sido usted mejor para haberlo dejado.
Yo sé muy bien que nada puede unirme a él bajo los auspicios de lo que usted llama honor. ¿Y me cree usted menos honrada por ser mi amante y no mi marido? ¡A! Yo no vivo de las preocupaciones sociales inventadas para atormentarse mutuamente. Déjeme usted, mi querido inglés. Hagamos otra cosa. En el cielo nos volveremos a casar, pero en la tierra NO. ¿Cree usted este convenio malo? Entonces diría yo que era usted muy descontento, en la Patria celestial pasaremos una vida angelical y toda espiritual (pues como hombre, usted es pesado) allí todo será a la inglesa pues la vida monótona está reservada a su nación. En amores digo pues en lo demás quién más ágiles para comercio y marina, el amor les acomoda sin placeres, la conversación sin gracia y el caminado despacio, saludar, con reverencia; levantarse y sentarse con cuidado, la chanza sin risa, estas son formalidades divinas; pero yo, miserable mortal, que me río de mí misma, de usted, de estas seriedades inglesas, qué mal me iría en el cielo, tan mal como si fuesea a vivir en Inglaterra o Constantinopla, pues me deben estos lugares el concepto de tiranos con las mujeres, aunque no lo fue conmigo, pero si fue más celoso que un portugués, eso no lo quiero yo…
… ¿no tengo buen gusto? Basta de chanzas formalmente y sin reírme y con toda la seriedad, verdad, pureza de una inglesa digo que no me juntaré más con usted. Usted anglicano y yo atea es el más fuerte impedimento religioso, el que estoy amando a otro y no a usted, es el mayor y más fuerte, no ve usted con qué formalidad piensa su invariable amiga. Manuela
Solo tu memoria ocupa mi alma[2]
¿Abril de 1824?
Mi amor:
Estoy muy triste a pesar de hallarme entre lo que más me agrada: entre los soldados y la guerra, porque solo tu memoria ocupa mi alma, pues solo tú eres digna de ocupar mi atención particular.
Me dices que no te gustan mis cartas porque te escribo con unas letras tan grandotas[3]; ahora verás, para complacerte, que chiquitico te escribo. No ves cuántas locuras me haces cometer para darte gusto. Etc, etc.
Patriota y amante de usted[4]
Lima, a mayo 1 de 1825
A.S.E. General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Recibí su apreciable que me disgusta mi ánimo por lo poco que me escribe; además que su interés por cortar esta relación de amistad que nos une al menos en el interés de saberlo triunfante de todo lo que se propone. Sin embargo yo le digo: no hay que huir de la felicidad cuando esta se encuentra tan cerca. Y tan solo debemos arrepentirnos de las cosas que no hemos hecho en esta vida.
Su Excelencia sabe bien como lo amo. Sí ¡con locura!
Usted me habla de la moral, de la sociedad. Pues bien sabe usted que todo eso es hipócrita, sin otra ambición de que dar cabida a la satisfacción de miserables seres egoístas que hay en el mundo.
Dígame usted: ¿Quién puede juzgarnos, por amor? Todos confabulan y se unen para impedir que dos seres se amen. ¿Por qué S.E. y mi humilde persona no podemos amarnos? Si hemos encontrado la felicidad hay que atesorarla. Según los auspicios de lo que usted llama moral, ¿debo entonces seguir sacrificándome porque cometí el error de creer que amaré siempre a la persona con quien me casé?
Usted mi señor lo pregona a cuatro vientos: “El mundo cambia, la Europa se transforma, América también”… ¡Nosotros estamos en América! Todas estas circunstancias cambian también. Yo leo fascinada sus memorias por la Gloria de usted. ¿Acaso compartimos la misma? No las habladurías, que no importunan mi sueño. Sin embargo, soy una mujer decente ante el honor de saberme patriota y amante de usted.
Su querida a fuerza de distancia
Manuela.
…
Mi viaje a Londres [10]
Chuquisca, a 17de mayo de 1826
General Simón Bolívar
Estimado señor:
Qué falta de amabilidad tiene usted, pues ya se olvidó (conmigo) de las finezas. Bien es cierto que las grandes ausencias a Ud, no le afectan el ánimo, y las tiene como pretexto para olvidarse de mí. Yo le pregunto: ¿he cometido algún pecado que sea el darle todo mi amor, aun privándome del de mi fortuito marido? Yo digo ¡no basta!
No me he olvidado de las obligaciones que tengo para con usted, o mejor para con el ejército. Pero si tengo que entregar el archivo, será el último día de mi viaje a Londres con James, ya que así lo he determinado. Le confieso que es para mí una decisión terrible; pasarme de los míos y de mi país; porque no sé con qué me voy a encontrar allá. Usted siempre ha dicho que las cosas finas son delicadas y mi amor por usted se encuentra resentido por lo acrisolado de mi sufrimiento de saberlo mío y no de tenerlo junto a mí.
No quiero que usted se forme algún concepto de que yo le hago fuerza para que me ame, si no lo siente de verdad, ¿qué puedo yo esperar? Usted dirá que me quejo demasiado, pero es injusto su olvido y su silencio, y tan solo le pido de favor me permita siquiera verle con los ojos antes de marcharme.
Al único hombre de mi vida,
Suya, Manuela.
Quiero verte, sentirte, tocarte y saborearte [11]
¿ La Magdalena , julio de 1826?
Mi adorada:
¿Con que tú no me contestas sobre tu terrible viaje a Londres???!! ! ¿Es posible, mi amiga? !Vamos! No te vengas con enigmas misteriosos. Diga Vd. la verdad, y no se vaya Vd. a ninguna parte: yo lo quiero resueltamente.
Responde a lo que te escribí el otro día de un modo que yo pueda saber con certeza tu determinación.
Tú quieres verme, siquiera con los ojos. Yo también quiero verte, y reverte y tocarte y sentirte y saborearte y unirte a mí por todos los contactos. ¿A que tu no quieres tanto como yo? Pues bien, esta es la más pura y la más cordial verdad. Aprende a amar y no te vayas ni aun con Dios mismo.
A la mujer UNICA como tú me llamas a mí.
TUYO.
..
Carta a Fanny[18]
¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro?
Ha llegado la última aurora: tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus picos coronados de nieve impoluta, como nuestros ensueños de 1805; por sobre mí pasa el cielo más bello de América, la sinfonía más hermosa de colores, el más grande derroche de luz…..
Adiós Fanny!
Esta carta de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó la tuya en las horas del amor, de la esperanza y de la fé; esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; es la letra escritora del Decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura.
Si yo hubiera muerto en un campo de batalla, dando frente al enemigo, te habría dejado mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera.
Te dejo en recuerdo mis tristezas y mis lágrimas que no llegaron a verter mis ojos. No es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo perdiste los Consejos de Gobierno, tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también, mi último pensamiento y mi pena postrímera.
En las noches galantes del Magdalena, vi desfilar mil veces la góndola de Byron por los canales de Venecia; en ella iban grandes hermosuras, pero no ibas tú por que tú has flotado en mi alma, mostrada por las níveas castidades.. .
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las grandes congojas, apareces ante mis ojos moribundos con los hechizos de la juventud y la fortuna. Me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes, me hablas y en tu voz escucho las dianas inmortales de Junín.
¡Adiós Fanny: todo ha terminado!
¡Juventud, ilusiones, sonrisas y alegrías, se hunden en la nada!
¡Solo quedas tú como visión seráfica, señoreando al infinito, dominando la eternidad!
Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderme en el vacío.
Simón Bolívar
[1] Tovar Pinzón, Bernardo, La batalla de los sentidos infidelidad, adulterio y concubinato a fines de la Colonia, Fondo Cultural Cafetero, Bogotá, 2004, p. 18 (Lecuna, con autoridad afirma que la carta es de octubre de 1823, Nota del autor); Rumazo, Manuela, p. 256; Palma Ricardo, Tradiciones peruanas, Aguilar, Madrid, 1964, pag. 1010; Cacua Prada, Manuelita Sáenz, mujer de América, p. 132.
[2] Archivo general de Colombia, Fondo Enrique Ortega Ricaurte, caja 79, carpeta 10, sin fecha.
[3] Bolívar escribió la palabra gusta y la tachó para reemplazarla con agrada. Jugando con las palabras, cuando redactó grandotas lo hizo en letras grandes y chiquitico en pequeñas. Nota del autor.
[4] Cacua, Manuelita, p. 118, de Correspondencia íntima, Fundación Felipe Guamán Poma, Quito, 1999; Tovar Pinzón, p. 17, de Patriota y amante de usted, Editorial Diana, México, 1993, p. 164.
[5] Rumazo, p. 164 (al general Santana, se aclara)..
[6] Lecuna, t. 1I, p. 121; Rumazo, p. 144.
[7] Lecuna, t. 1I, p. 236; Rumazo, p. 197.
[8] Lecuna, t. 1I, p. 278
[9] Lecuna, t. 1I, p. 345; Rumazo, p. 202.
[10] Simón Bolívar y Manuela Sáenz, Correspondencia íntima, Taller de estudios andinos, 2ª edición, Quito, 1999, citado por Antonio Cacua Prada, en Manuelita Sáenz, Mujer de América, Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 2003, p. 139.
[11] LECUNA, t. 1I, p. 422; RUMAZO, p. 203.
[12] Lecuna, t. 1I, p. 477; Rumazo, 211.
[13] Lecuna, t. 1I, p. 811
[14] Rumazo, p. 199.
[15] Rumazo, p. 228.
[16] Lecuna, t. II p. 932 y Rumazo, p. 220 y 266.
[17] Lecuna, t. III, p. 423 y Rumazo, p. 264.
[18] Publicada por primera vez por Evaristo San Cristóbal, en «Vida romántica de Simón Bolívar» (Lima, 1958).