1 de junio de 2023
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¿Por qué aumenta la corrupción en Colombia?

22 de noviembre de 2009

La encuesta de Transparencia Internacional, dedicada al análisis de la corrupción en el mundo, revela que cada vez más colombianos creen que se pierde la lucha contra la corrupción. En el último año, Colombia cayó 5 puestos en el ranking mundial, y se raja con 3,7 puntos sobre 10.
La calificación de Transparencia se refiere a la percepción de los ciudadanos, que puede ser diferente de la realidad. Pero las declaraciones de los funcionarios encargados de combatir la corrupción indican que la realidad puede ser peor que la percepción.
"La corrupción desbordó la institucionalidad", dijo el procurador Alejandro Ordóñez, al citar miles de casos que investiga, incluyendo centenares de Alcaldes y casi todos los gobernadores. Igual de pesimista es el Fiscal encargado, Guillermo Mendoza, quien dice: “en todas las áreas de la administración pública hay corrupción”, y que “muchos de los casos” están impunes. El Zar anticorrupción, nombrado por el Presidente, comparte el diagnóstico.
Varios análisis tratan de encontrar por qué aumenta la corrupción en el gobierno de un presidente que entusiasmó a los electores con sus promesas incumplidas de “lucha contra la corrupción y la politiquería”. Una de esas causas, desestimada por su supuesto moralismo, es que el mal ejemplo cunde, sobre todo el de los líderes de la sociedad.
La tesis es antigua como el Evangelio. “Si la sal se corrompe…”, les decía Jesús a los apóstoles para recordarles su obligación de dar buen ejemplo como cabezas de su Iglesia. Más recientemente un líder político afirmaba que “El padre de familia que da mal ejemplo, esparce la autoridad sobre sus hijos en un desierto estéril. Para controlar a los violentos, el Estado tiene que dar ejemplo, derrotar la politiquería y la corrupción”, y proponía que “los condenados por corrupción no puedan regresar al Estado por nombramiento, elección o contrato.”
Abunda el incumplimiento a estas normas. Los funcionarios corruptos no son sancionados, y por ser “buenos muchachos”, los nombran en consulados y embajadas, hasta que la Fiscalía apresa. Los senadores que critican al ministro del AIS son “arreglados” en el Palacio de Nariño para que no aprueben la moción de censura. El Presidente pide a los congresistas elegidos con la ayuda de los paramilitares que den sus voticos antes de irse a la cárcel. Y el peor de todos, el mal ejemplo de los altos funcionarios del Gobierno, que compraron los votos de Yidis y Teodolindo para aprobar la primera reelección.
¿Qué puede pensar el ciudadano común cuando en los más altos niveles del Estado impera la cultura del “todo vale” para lograr objetivos políticos? ¿Con qué autoridad moral puede el Gobierno luchar contra la corrupción, si usa métodos corruptos para defenderse de los críticos o para hacerse reelegir?
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Nota bibliográfica: las afirmaciones sobre el mal ejemplo del Estado y la propuesta de castigo a los corruptos corresponden a los numerales 24 y 25 de los 100 puntos del programa del candidato Álvaro Uribe en el 2002. El Universal.