28 de marzo de 2024

Hoy se cumplen veinte años de la caída del muro de Berlín

9 de noviembre de 2009
9 de noviembre de 2009

El más hostil símbolo de la Guerra Fría cedió paso, hace 20 años, a la alegría de miles de personas que celebraron sobre los restos del Muro de Berlín uno de los días más importantes del siglo XX.

Si bien los hechos ocurridos en los meses previos -con huidas en masa a través de Hungría y Checoslovaquia, y manifestaciones en Leipzig y Berlín- habían abierto fisuras políticas en el Muro, el momento en sí tomó por sorpresa a todos.

Fue exactamente a las 6:53 de la tarde (hora local) de la tarde del 9 de noviembre cuando el portavoz del Politburó Günther Schabowski anunció en una rueda de prensa que el gobierno de la República Democrática Alemana (RDA, la comunista) había decidido permitir a sus ciudadanos viajar al oeste, un derecho que hasta entonces sólo disfrutaban los jubilados y unos pocos privilegiados.
Las imágenes de esa conferencia de prensa se han repetido una y otra vez en todo el mundo, especialmente el momento en que un periodista italiano pidió a Schabowski que precisara el momento de entrada en vigor de la nueva medida.

"A mi entender entra en vigor… con efecto inmediato… ahora mismo", titubeó Schabowski tras consultar los papeles. Mucho se ha debatido sobre si la pregunta del italiano fue espontánea y sobre si Schabowski se equivocó, como ha venido asegurando el entonces secretario general del Partido Socialista Unificado (SED) Egon Krenz, quien sostiene que la orden era para el día siguiente, lo que les hubiera permitido afrontar la situación mejor preparados.
28 años, dos meses y 27 días
"Nadie tiene intenciones de construir un muro".

Walter Ulbricht, líder comunista de la RDA creyó que con esas palabras podría frenar el creciente número de alemanes orientales que se instalaba en la parte occidental de Berlín, en medio de un empeoramiento de las condiciones de vida y de incesantes temores de que algún día la frontera pudiera ser cerrada. Pero sucedió todo lo contrario, miles de personas leyeron su mensaje entre líneas y el éxodo se hizo imparable. Era 15 de junio de 1961.

Poco menos de dos meses después, la noche del 12 al 13 de agosto, las tropas de la RDA comenzaron a levantar lo que Ulbricht llamó una "barrera de protección anti fascista", y lo que para el mundo sería, desde entonces, el máximo ícono de la Guerra Fría. Hoy, 20 años después de su caída, el Muro de Berlín permanece en la memoria como símbolo de una revolución pacífica y del primer paso hacia la reunificación de un país, que ya es la mayor potencia económica de Europa.

Del alambre al hormigón

En un principio, se trató de una valla de alambres de púas. Con el paso de los días, el alambre dio paso al hormigón. A una pared de 3,6 metros de alto y 155 kilómetros de largo que rodeó a Berlín occidental, que quedó fuera de la tutela soviética, según el Acuerdo de Potsdam, firmado por las potencias aliadas al final de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque nadie da una cifra exacta al respecto, se estima que más de 200 personas murieron tratando de cruzar de un lado a otro. Desde su apartamento de la Bernauer Strasse, en Berlín Oriental, un hombre intenta saltar hacia el pavimento del sector occidental de la ciudad. Era el 19 de agosto de 1961, fecha en la que se dice que el Muro cobró su primera víctima.

Sin embargo, para los registros oficiales, el día en el que ocurrió la primera muerte por culpa del Muro fue el 24 de agosto de ese año, cuando guardias fronterizos le dispararon a Guenter Litfin, de 24 años, mientras nadaba a través del río Spree, "en busca de libertad".

El año en que cambió el mundo

En 1989, en un corto periodo de 12 meses, 40 años de historia comunista parecieron esfumarse en medio de un vertiginoso proceso de cambio.

La presencia de los Estados en todos los aspectos de la vida política y social fue irreversiblemente transformada, prácticamente, sin pérdidas de vidas.

En Polonia, el movimiento obrero independiente Solidaridad, liderado por Lech Walesa, triunfó en las primeras elecciones libres.

En los países bálticos, la gente unía sus manos en una cadena humana y celebró su independencia de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS). El Informador.