Ay mama, qué será lo que quiere el negro
Mientras tanto, a los ciudadanos nos corresponde rodear al señor presidente, excepción hecha de los mamertos del Polo y de ciertos liberales de la cuerda samperista que buscan a porfía oficio en una sociedad que los detesta, por sus aviesas conductas pasadas.
El señor presidente Uribe trata de comunicarnos tranquilidad, pero los colombianos estamos inquietos y tenemos que estar mentalmente dispuestos a lo que se venga. Es que la guerra o la paz no depende exclusivamente de nuestro buen juicio, sino de ese ímpetu extraño capaz de hacer volar la frontera en mil pedazos, del loco a cargo del vecindario.
Chávez está jugando con candela. Solos somos suficientes para ganarle el pulso, como que nuestras fuerzas armadas y de policía son profesionales, infinitamente superiores, entrenadas en décadas de perseguir a la chusma, mientras que las de allá son unas montoneras informes, corrompidas por el dinero. En fin, burócratas irredentos. En Venezuela no hay milicia, hay molicie.
Cuando veo a Chávez en sus bravuconas pláticas, de inmediato recuerdo al panameño Noriega subir humillado y lívido a la aeronave norteamericana rumbo a la mazmorra en Miami. Chávez, ¿recuerda usted a Noriega? Es bueno que averigüe.
A propósito de las gaupetonadas del coronel, en estos días le oí decir a Gustavo Álvarez Gardeazábal, por la “Luciérnaga”, que a aquel le hace falta que alguien le rompa la jeta, lo que comparto, como lo hacíamos con los bocones en los felices tiempos del bachillerato.
Bueno, y de pronto le va a corresponder a Colombia ejecutarle la voladura de dientes y ponerlo en actitud claudicante para tranquilidad de la región.
Está bien, llenémonos de motivos pero no nos relajemos. El honor de la nación y la dignidad del presidente aguantan, solo que hasta cierto límite, y está llegando.
Los colombianos, al paso que despreciamos profundamente al chiflado presidente venezolano, profesamos sentimientos de hermandad, también de respetuosa consideración y pesar por el bravo pueblo ante el duro karma que le ha tocado padecer. De ese bulto nos ha tocado llevar.
Ay, ya sabemos que es lo que quiere el negro: ¿una cárcel en Estados Unidos, un juicio en la Corte Penal Internacional, un golpe de estado, una muerte trágica? Algo de esto le habrá de pasar más temprano que tarde. Chávez está tan debilitado que no aguanta los efectos debilitantes de una hemorragia nasal. De un papirotazo lo expulsarán del poder.
Tiro al aire: no hay Chávez que dure quince años, ni pueblo digno que lo resista. [email protected]
* Candidato a la Cámara por el conservatismo antioqueño.
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