Salamina ¿Una olla podrida?
Por siete años, en un páramo hostil, nos madrugaban a las cinco de la mañana, en medio de jaculatorias al Altísimo. En ese convento de San Pedro, Antioquia, me acostumbré a la sotana de un color negro severo, a la corteza redonda de las camándulas, a dos misas diarias con monocordes cantos gregorianos y a la maceración de la carne estimulada por el despertar incontrolable de las pasiones.
Por entonces, Salamina era un imán.Su resplandor cubría los puntos cardinales de la patria, mencionándose su nombre como pulido florero de mujeres hermosas, areópago de oradores y escritores, relicario de una sociedad de muy exigente prosapia. Nacido en los filones oteantes de Aranzazu, encontraba incitante estudiar bajo el alero de la monacal metrópoli caldense
Salamina era un hornillo intelectual. Cada año el Club Chambery, en fiestas espléndidas, elegía su reina, y los planteles de educación eran un reverbero de vocaciones para la grandeza, estimulándose una sana confrontación de los centros literarios, con periódicos abiertos al debate y, además, con unas colegialas celestes que prestaban sus nombres para los Juegos Florales.
Este era un certamen griego. En la Plaza de Bolívar , sobre un sólido entarimado, se realizaba una audiencia pública para evitar, en un juicio ardoroso, la condena de una quinceañera sindicada de matar a besos a su novio inexperto. Bernardo Mejía Gutiérrez, canoso y doctoral, era el impávido juez de la causa. A Carlos Atehortúa Botero, un abogado ansermeño, de labia desparramada, le correspondía la acusación. Juan Vásquez Montoya, experto en el foro, era el perito para demostrar –científicamente- el lindero entre un ósculo inocente de otro, posesivo y profundo,dado con apetencia devoradora. Venían luego los testigos, unos, con coartadas tramposas y otros, con diáfanas verdades. Finalmente, Hernando Duque Maya,médico juvenil, orador privilegiado, de estampa romántica y pulmón sonoro, hacía una iluminada defensa que ponía a salvo a la incriminada. En el parque, abarrotado hasta las banderas,el público seguía con frenesí aquella apoteosis de la lírica.
También realizábamos reinados estudiantiles y concursos de oratoria y emulación de prosas y los poetas en agraz nos sorprendían con sus estros creativos. En un cubil claroscuro, Joaquín Ospina , rodeado de libros por todos los costados, fabricaba argumentos a favor del esperanto. Y Jaime Mejía Mejía,médico, consentido por la ciudad que lo adoraba, publicaba versos y terminaba de escribir sus memorias y Marco Echeverri cuidaba su prole de juristas gárrulos y Cosme Marulanda, cáustico y travieso, sorprendía con sus agudezas y Luis Eduardo Sierra, Arcadio Naranjo, Silverio Alzate, Luis Emilio Duque, Jorge Echeverri y tantos mas, eran los que marcaban el compás social. Era lindo el rostro de Salamina, ciudad histórica, de brillo cenital, que procurábamos adornarlo y consentirlo como una reliquia del país.
Después,no sé por qué, una metamorfosis negativa llegó como un psunami arrasador. La gente de pro abandonó la ciudad. La guerrilla azotó las colindancias cordilleranas. Hubo extorsiones y secuestros. En inexplicables revanchas se daba muerte al ganado de quienes no pagaban la “vacuna”. Vinieron los paracos. Y, por último, con escupitajos nauseabundos, nos arruinaron moralmente proclamando a todos los confines que Salamina,administrativamente, era el municipio mas corrupto de Colombia.
El Vicepresidente Francisco Santos en Manizales y Dosquebradas, hace dos años, expresó que en Salamina se robaban los dineros del estado. Protestamos airadamente contra esa ofensa pública. Siendo Germán Cardona Gutiérrez el veedor a escala nacional de la moral, ordenó una rigurosa visita con resultados excelentes para los funcionarios de entonces.
Ahora, en este mes de octubre de 2.009, en la Revista Cambio, edición 848, en un análisis sobre la desbordada corrupción de Colombia en estos últimos siete años, publicó : “Por ejemplo, en Salamina, Caldas, la Oficina de Desarrollo Comunitario ha certificado pagos mensuales a familias que aun no han recibido un peso y entidades bancarias tienen registradas las operaciones de pago”.
Cargo gravísimo. Tan nefasto y oprobioso como el manejo pechugón de Agro Ingreso Seguro, desaguadero inmoral de los dineros públicos a favor de unas ricas y tragonas camarillas. Detrás de ese desatino, por acción u omisión, hay un muchacho que quería ser presidente de Colombia.Esa es una página vergonzosa que debe sepultar, para siempre,a quien hizo o dejó hacer ese latrocinio.
Salamina debe reaccionar contra esa fama injusta de tener una administración ladrona. La Alcaldía, el Concejo Municipal, la sociedad entera, deben gritar un “basta ya” de tanta ignominia publicitaria que nos abochorna. ¡Cómo aceptar , en silencio, el estiércol que nos lanzan! Que vengan las contralorías, que se adelanten las pesquisas penales, que la procuraduría cumpla con su deber, que se hagan hurgamientos, para evidenciar que lo escrito y proclamado es una calumnia vil. Conocemos a su burgomaestre actual, también la hoja de vida de sus ediles, para proclamar, apriorísticamente, que cumplen a cabalidad con su deber. Para liberarnos de ese veredicto oprobioso, exigimos que la justicia escarbe, que nos demuestren – sí, que nos demuestren- que la querida Ciudad Luz, la del aire nutritivo espiritualmente, la de las manzanas aromadas, es una guarida de cacos.