¿Por qué no levanta cabeza el Quindío?
Como el equipo pertenecía al municipio, quien llegaba a la alcaldía sabía que una de sus tareas era designar una buena junta directiva.
Así, durante muchos años, el equipo tuvo una suerte alterna. Después, a un alcalde se le ocurrió la idea de entregarlo en comodato a algún empresario particular. Así, este bien del municipio llegó, finalmente, a las manos del señor Hernando Ángel, que en Cali se dedica a administrar equipos aficionados. Y ahí comenzó el acabose.
Ángel, que no tenía vínculo alguno con Armenia, desde un comienzo utilizó el equipo como una vitrina para mostrar en el campeonato de primera división jugadores cuyo pase le pertenecía, valorizarlos y luego venderlos. Si al terminar el año había dos o tres buenos jugadores, era el momento de recoger la cosecha. Fue el caso de Rodallega, de Édison Tolosa y de otros muchos.
No importaba desmantelar el Quindío y que éste se fuera a los predios del descenso, como ocurrió en 2000, si mal no recuerdo. Fue precisamente el técnico Eduardo Lara quien, al siguiente año, lo hizo ascender.
La política de Ángel, solamente en busca de su propio beneficio, produjo sus frutos. En diez años, el Quindío sólo participó en un octogonal.
Casi siempre la finalidad consistía en evitar el descenso, para que su dueño siguiera mostrando sus jugadores.
Pero, ¿de quién es el Quindío? Del municipio de Armenia. Según el artículo 2200 del Código Civil, “el comodato o préstamo de uso es un contrato en que la una de las partes entrega a la otra gratuitamente una especie mueble o raíz, para que haga uso de ella y con cargo de restituir la misma especie después de terminar el uso.” El comodante “conserva sobre la cosa prestada todos los derechos que antes tenía”, según el artículo 2201.
“El comodatario es obligado a restituir la cosa prestada en el tiempo convenido, o a falta de convención, después del uso para que ha sido prestada”, de conformidad con el artículo 2205.
Establece el artículo 2203 que “el comodatario es obligado a emplear el mayor cuidado en la conservación de la cosa, y responde hasta de la culpa levísima.” Ese cuidado es precisamente el que no ha tenido Ángel. Si hubiera cumplido sus obligaciones, el Quindío no daría tan tristes espectáculos.
¿Cuál es el camino a seguir? Muy sencillo: exigir la restitución del equipo en forma inmediata. Si ésta no se hace voluntariamente, habrá que presentar una demanda. Hace tiempos le he venido exponiendo esta tesis a mi amigo Gustavo Moreno Jaramillo, ahora asesor de la alcaldesa de Armenia en asuntos deportivos. Ahora la hago pública porque estimo que la ciudad no tiene por qué seguir soportando esta vergüenza. El municipio está en mora de hacer cuanto sea necesario para recuperar el Deportes Quindío. Si las autoridades no lo hacen, incurrirán en culpa semejante a la del comodatario.
El pleito, si lo hubiere, no será fácil, pero hay que tener en cuenta que ninguno lo es. Habrá que superar todos los obstáculos que se presenten. Por ejemplo, alguna intervención de Luis Herberto Bedoya a favor de su compañero de comité. Pero al final la justicia le dará la razón al municipio.