2 de diciembre de 2024

El regreso del Jedi

6 de octubre de 2009
6 de octubre de 2009

Lo que había entendido su bancada en la reunión que organizó en agosto, a su regreso de España, era que iba a dejar la dirección del partido en manos de otros, y que sólo saldría al ruedo político cuando ya fuera segura su candidatura.

Pero cambió de opinión. Con su llegada como Presidente de la U, Santos reprime sus aspiraciones presidenciales para ponerse el casco de obrero en defensa de la reelección. En este cargo, cualquier señal de que el ex Ministro de Defensa tiene agenda propia, sería interpretado como alta traición al Presidente.

Santos no sólo tiene en sus manos el destino del referendo (si es que la Corte lo aprueba en tiempo récord), sino también el gran capital electoral del uribismo en el 2010, que es en lo que se convirtió el partido de la U después del transfugismo. Santos es el nuevo jefe de los congresistas que tienen las responsabilidad de moverle los siete millones de votos que necesita el referendo para superar el umbral.

Y muchos no se explican por qué Uribe accedió a entregarle esta tarea a un hombre que ha demostrado ser un “avión” político, que suele ser fiel solo a sus intereses. Santos es el “tránsfuga” por excelencia. ¿Por qué le será leal al uribismo?

Esta es la pregunta que se hacen dos de los más fieles escuderos de Uribe consultados por La Silla Vacía, quienes consideran que hay figuras dentro del uribismo mucho más confiables para asumir el cargo de Presidente de la U.

Ellos creen que Uribe corre un riesgo al entregar parte de su capital a un hombre tan distinto a él. Santos es en muchos sentidos todo lo contrario a Uribe: carece de convicciones ideológicas fuertes y no ha tenido problema para trabajar para presidentes de corrientes políticas opuestas; es un representante de la 'oligarquía cachaca' con la que Uribe no se entiende; no siempre dice la verdad (como cuando afirmó no haber violado la soberanía del Ecuador para bombardear el campamento de Raúl Reyes o cuando dijo que Rafael Pardo intercambiaba mensajes con las Farc); y sobre todo, tiene una agenda propia.
El senador Jairo Clopatofsky y otros senadores venían pidiendo la salida de Restrepo. Les conviene más que el destino del Partido esté en manos de Juan Manuel Santos, que ya demostró ser bueno para organizar listas al Congreso.
La llave ganadora

La clave de este dilema es que Santos y Uribe, quiéranlo o no, se necesitan. El primero más al segundo, pero se necesitan.

Con la encuesta de Ipsos Napoleón Franco del viernes 2 de octubre quedó claro que el silencio de Santos le ha quitado adeptos en la opinión pública. Perdió 15 puntos entre mayo y septiembre de este año, lo que demuestra que si no está al lado de Uribe nutriéndose de su popularidad, va desapareciendo del radar. Como lo demostró su época dorada en el Ministerio de Defensa, Santos entre más pegado está de la Seguridad Democrática mejor le va.

Y su única carta propia en este momento es la ascendencia que tiene sobre la bancada de la U, ese partido que él mismo construyó en el 2006 y que potenció a muchos congresistas para rencaucharse y sacar votaciones históricas.

Los congresistas le deben votos y parte de la financiación de sus campañas de hace cuatro años, que Santos muy eficientemente les ayudó a conseguir como Presidente del partido. Por eso, le deben algo de lealtad. Algo que nunca demostraron frente a Luis Carlos Restrepo, al que el 20 de julio muchos desobedecieron para elegir un Presidente de la Cámara y del Senado de la oposición. Esta capacidad de liderazgo, Uribe la necesita para que los parlamentarios saquen los buses el día de la votación del referendo.

Además, la habilidad que demostró Santos en el 2006 para armar las listas a Senado y Cámara que tantos votos le dieron a la U, se necesita más que nunca ahora que el partido está convertido en un caos de recién llegados después del trasfuguismo. ¿Quién mejor que Santos para resolver las disputas regionales que se generarán ahora que hay hasta dos senadores compitiendo por los votos de una misma circunscripción? ¿Quién mejor que Santos para sacar el tarro en busca de financiación entre los empresarios a los que tanto ayudó como Ministro de Defensa e incluso como Ministro de Hacienda durante el gobierno de Pastrana?

Entre los congresistas de la U, se maneja otra teoría de por qué desde Palacio se ha decidido hacer un voto de confianza tan grande por Santos: el desinfle de “Uribito”. En los últimos días, Andrés Felipe Arias ha estado en el ojo del huracán de la opinión pública por el escándalo de entrega de subsidios de Agro Ingreso Seguro y por su pelea con los conservadores. Arias ha mostrado ser  inmaduro políticamente, mientras Santos es un viejo zorro y Uribe no estaría dispuesto a asumir riesgos.

La encuesta de Ipsos Napoleón Franco muestra que sin Uribe, ninguno de los candidatos uribistas (ni siquiera en coalición) podría ganar en primera vuelta, lo que aumenta el riesgo de que la oposición pueda meter un gol a última hora. Esta evidencia le deja claro a la cúpula del uribismo que no pueden seguir perdiendo tiempo y deben tomarse en serio el proyecto de construcción de un sucesor.

Estas cuentas muestran otra verdad para Santos: que sin Uribe y metiéndose en una posible consulta con los liberales y Germán Vargas, poca opción tiene de quedar. Tal vez por eso prefirió tragarse su orgullo y salir a defender el referendo. Esta camiseta le permite mantenerse en el panorama político y en caso de que un milagro ocurra, estar en la primera fila para competir por la banda presidencial.