30 de noviembre de 2023

El líder, el ser humano

2 de agosto de 2009
2 de agosto de 2009


Éste es el nuevo Embajador de Colombia ante la OEA, un hombre de gran carisma que conoce al dedillo la porblemática social del país.

Samuel Salazar Nieto
El Mundo, Medellín

El nuevo embajador de Colombia ante la OEA en Washington es una persona carismática y cercana a la gente.
Foto: AP
 
   
   
   
   

Aunque muchos consideran que tiene todas las calidades para aspirar a la Presidencia de la República y que su trabajo en los últimos años será la mejor carta de presentación en una eventual candidatura, Luis Alfonso Hoyos Aristizábal afirma que su sueño es terminar su carrera pública como alcalde de Pensilvania, municipio del oriente de Caldas de donde es oriundo.

Sin embargo, ese reto personal como los deseos de otros son hoy un imposible, no propiamente por el compromiso que ahora asume como embajador de Colombia ante la Organización de Estados Americanos (OEA), sino a causa del polémico fallo del Consejo de Estado que el 11 de julio de 2001 lo despojó de su investidura de congresista, por una falta que, de demandarse masivamente la conducta de los actuales legisladores, dejaría a más de 80 congresistas por fuera del Congreso.

Esa muerte política no lo borró del escenario público, ni fue obstáculo para que se convirtiera en uno de los funcionarios más destacados de los dos perí­odos de Gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez.

Perfil

Para este abogado rosarista de 45 años, el hacer las cosas de manera sobresaliente es una constante, una forma de vida. Dan fe de ello sus destacadas notas y primeros lugares como estudiante de primaria y secundaria, así como en la Universidad del Rosario, donde fue Colegial; en Los Andes, donde cursó una maestría de Administración de Empresas, y en La Sorbona de París, donde adelantó un postgrado en Ciencias Políticas en donde fue destacado con la mención de “Muy Bien”.

Obligado a dejar atrás sus planes de continuar capacitándose en Europa para recoger las banderas de su fallecido padre, el dirigente conservador Alfonso Hoyos Giraldo, a los 24 años Luis Alfonso Hoyos ya era Presidente del Consejo de su natal Pensilvania. Luego fue elegido representante a la Cámara por Caldas y en 1994 llegó al Senado de la República como el colombiano más joven, 30 años, y ocupó allá una curul. Esa incursión en la política lo llevó a crear un movimiento cívico que hizo de Pensilvania un municipio ejemplar en el país por su modelo de administración, que condujo a que los medios de comunicación lo exaltaran como congresista estrella y que permitió construir las bases de un movimiento político llamado Actitud Renovadora, que fundó con su paisano, amigo y compañero de luchas, el hoy ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga.

Derrotado en los comicios de 1998 en parte por las amenazas de las Farc que impidieron que varios centenares de seguidores en zona rural del extremo oriente de Caldas acudieran a las urnas, y que incendiaron, después de cerrados los comicios, varios puestos de votación, llegó en agosto de ese año a manejar el programa de Desmarginalización de Barrios de Bogotá, una de las banderas sociales del Alcalde Enrique Peñalosa. Más de 350 barrios legalizados y 700 mil personas que pasaron a beneficiarse directamente de nuevos servicios sociales y dotación de servicios públicos, hicieron que su labor fuera aplaudida y reconocida por todos los estamentos del paí­s.

Gestión bandera – Logros

Acción Social se convirtió con Luis Alfonso Hoyos en la entidad que lideró el crecimiento del programa Familias en Acción, que pasó de 250 mil a dos millones 600 mil hogares beneficiarios, que hoy reciben subsidios condicionados de educación y nutrición para sus hijos menores de edad y que además es considerada la Agencia de Cooperación modelo en el continente.
Desde ella, Hoyos asumió retos como la reubicación de Cupica, la construcción del nuevo Bojayá, la erradicación manual de cultivos ilí­citos que rompió record mundial durante tres años consecutivos.

El trabajo social en equipo es otro de sus valores para ejercer la diplomacia a nivel continental.
Foto: AP

En el año 2000 se presentó como candidato a la Gobernación de Caldas. Perdió por escasos votos en la que históricamente ha sido la elección que más ciudadanos convocó en esa sección del país. Sin embargo, su votación superó incluso la obtenida por quienes fueron elegidos gobernadores en los comicios de 2004 y 2008. Fue en esa contienda electoral cuando apareció la denuncia ante el Consejo de Estado que desembocó en su pérdida de investidura.

Denunciado por supuesta falsedad de documentos y apropiación del sueldo de una funcionaria, logró durante el proceso demostrar que era inocente. Sin embargo, el día del fallo se enteró que lo sancionaban porque le dio permiso a una funcionaria de su Unidad Técnica Legislativa para ausentarse del país, sin el previo concepto de la Junta de Personal del Senado.

Denuncias

Quienes critican el fallo aseguran que las normas imponen dicho formalismo para los empleados de planta, mas no para los asistentes de los congresistas. De hecho, más de 80 de los actuales miembros del Congreso Nacional han permitido que sus asistentes trabajen desde el exterior sin requerir de ese concepto.

Los que en las últimas semanas enviaron a varios medios de comunicación en Estados Unidos la sentencia del Consejo de Estado, para que conocieran a quién está mandando Uribe a la OEA, se les olvidó recordar el gran debate nacional que originó esa decisión, encabezado por la iglesia, columnistas, medios de comunicación, gremios económicos, que rechazaron el fallo. Tampoco contaron que en un multitudinario homenaje de desagravio en el Hotel Tequendama cinco candidatos presidenciales de la poca se pronunciaron en contra de la sentencia ni que la Sala Penal de la Corte Suprema archivó la misma investigación porque consideró que no hubo delito o que la Procuraduría General de la Nación pidió al Consejo de Estado que revisara el fallo. Tampoco dijeron que este Alto Tribunal cuando debí­a tomarse seis meses para pronunciarse, se tomó tres años para negar la revisión.

Luis Alfonso, como exige que lo llamen, porque no le gusta que le digan doctor, fue uno de los primeros dirigentes en unirse a la campaña presidencial de Álvaro Uribe en el año 2001. Estuvo al frente de tareas específicas en Bogotá, recogiendo la semilla que sembró durante el proceso de desmarginalización de barrios. En el Gobierno Uribe asumió la dirección de la Red de Solidaridad Social, desde donde lideró la fusión de esta entidad con el Fondo de Inversión para la Paz (componente social del Plan Colombia) y la Agencia Colombiana de Cooperación Internacional, ACCI, para crear lo que hoy se llama la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, ACCIÓN SOCIAL.