Cándidos entre tantos vivos
Aquí poco o nada importa si una autoridad superior obliga a la observancia de la ley. Muy de vez en cuando se hace justicia a pesar de tantos delitos como los que son cometidos por los empresarios del crimen en el mundo de la corrupción. Quizá exageremos al decir que el mal está en la región, cuando evidentemente los males que corroen y la desaplicada administración de justicia, está en todas partes de este bendito país ya no consagrado al corazón de Jesús, pero sometido por culpa de la ingenuidad que prende las alarmas con alguna frecuencia en todo el territorio nacional.
Desde hace 15 días se viene hablando de la condena que un juez neoyorkino le impuso a Bernard Madoff uno de los grandes vivos de Estados Unidos. La justicia colombiana en cambio avanza a paso lento en el juicio al pillo financiero de aquí, el ex mechudo David Murcia Guzmán. Al septuagenario este de Madoff le clavaron 150 años, es decir que se morirá en la cárcel. El atrevido estafador colombiano DMG no sólo goza de las gabelas del Estado de derecho, sino que aprovechó los primeros meses de su cautiverio para hacer desde la prisión toda la política que le dio la gana; sugirió ser víctima de la peor injusticia nunca antes cometida en contra de un siervo de Dios como este mañoso timador sabanero. En medio de cámaras de televisión, de las de no pocos fotógrafos de prensa y ante micrófonos de la radio, ha insultado a jueces y a funcionarios; los medios de comunicación se han encargado de publicitar todas sus sandeces y de paso, le han promocionado su intención de fundar un movimiento político.
En el Quindío, ni qué decir. El caso es peor, porque el departamento no tiene dolientes, ni padrinos que le apoyen en los medios que administran justicia. Los estafados en la ciudad y el departamento por David Murcia Guzmán y sus pirámides no fueron pocos, por el contrario, abundaron los ingenuos que cayeron en la trampa y como por si fuera poco somos productores de candidez en buena cantidad, a ella han vuelto avivatos y han repetido engaños, han regresado a timar a los más pendejos entre los candorosos que van por todos lados y que están en todas partes, desde el estrato 0 hasta el 6.
Los esfuerzos han sido infructuosos en el departamento cada vez que se han llevado a cabo campañas contra el engaño de los politiqueros. No tiene nada de raro que ahora cuando hay un personaje de esta región metido en el proyecto político que maneja desde la cárcel David Murcia, venga a estos lares y consiga votos con miras a las próximas elecciones. Si se ha sufragado y no pocas veces por toda clase de pervertidos e incapaces, por qué no por un mechudo encantador de serpientes, que es como nos gusta en ciertos sectores de la población, que sean los representantes de la comunidad.
No vayan a creer que esta es una ironía. Un tipo como Murcia, aficionado a los aviones privados, a los yates y a los automóviles lujosos, a las grandes mansiones, tiene el dinero suficiente (y se lo ha sacado al mismo pueblo) para meterla toda en una campaña y comprar votos.
En Estados Unidos la cabeza de una “pirámide”, Bernard Madoff se pudrirá en la cárcel, tendrá que pagar 150 años de prisión y no importa que esté viejo o que disponga de miles de millones de dólares para su defensa o para invertir en corrupción. Allá se jodió, como decimos vulgarmente en Colombia.
En el Quindío es muy posible que el o los candidatos de Murcia al Congreso (como que parece que los va a tener) cuenten con votos; aquí el candor y la candidez han estado en aumento durante las recientes décadas y aunque sean cualidades del carácter que afectan a las personas, se dan porque se dan para seguir jugando “a la marranada”. Al fin y al cabo en el Quindío no hay quien defienda a nadie en materia política. Aquí abundan los cándidos entre muchos vivos.