Bandeja paisa
Por: Juan de J. Herrera González
Pasaron las fiestas como todo pasa; el resultado es igual a la organización: DEFICIENTE.
Atracos, robos, secuestros, extorsiones, heridos, occisos, ruidos y basuras son balance de notoria negatividad.
La masa va y viene por una sola vía en la cual, sin orden de ninguna clase, con presencia de autoridad, hay de todo en mezcla informe.
La delincuencia con estudiadas estrategias hizo de las suyas mientras nuestros policías, de ingenuo entrenamiento, facilitaron la acción de los cacos sin darse cuenta.
Doña Martha Londoño, sufrió secuestro extorsivo con pérdidas apreciables (4 millones) para su pequeño negocio.
Fue tal la táctica de los delincuentes que la misma policía local hizo genuflexiones a supuesto suboficial, quien armado hasta los dientes se burló de nuestros agentes y esquilmó a varias personas.
Pecaron de cándidos nuestros agentes tal como cuando los leones del circo entraron a una vivienda. Quienes pidieron auxilio por teléfono, único medio posible, recibieron por respuesta: "¿de qué color son los leones?" Eso denota falta de entrenamiento e indolencia.
Es hora de sentarse a reflexionar y planear las fiestas 2010, de manera tal que puedan ser controladas, sugerimos descentralizarlas de la 25.
Igualmente, el yipao, evento sustantivo, fue deplorable. No es posible que se permita a los conductores beber y menos aún, realizar piruetas, sin piloto, en medio de tanta gente; es irresponsabilidad general.
No es aceptable obligar a la gente a utilizar un puente que no quiere; la alcaldía debe saber que "la voz del pueblo es la voz de Dios", le sugerimos pensar -hasta ahora no lo ha hecho- en medidas que mejoren al ciudadano. Las vallas que impidieron tránsito en la 25 con calle 46, provocaron gravísimo accidente.
Esperamos que el Comandante de Policía, convoque a rueda de prensa para que nos ilustre sobre balance de su gestión.
Es hora de pensar en reorganizar los certámenes de reinado popular y nacional del café. ¿Son de belleza, de conocimiento o ambos? Nos da la impresión que estas actividades enfrentan a dos instituciones que deben velar por el bienestar general: Alcaldía y Reinado.
Rescatable los desfiles folclóricos entre los cuales destacamos a los llaneros y al grupo chileno, excelentes.
Eso no quiere decir que otros como los vallunos con su muestra folclórica del Pacífico y los costeños con su alegría atlántica hayan desentonado, por el contrario, son de admirar.
Las bandas músico-marciales son orgullo de la ciudad y ante todo, loable y digno de aplauso el trabajo de las señoras de la tercera edad "Añoranza" quienes dan ejemplo de generosidad y desprendimiento por su pueblo al bailar durante tan largo trayecto sin recibir ni un refresco.
Las actividades en la plaza de Bolívar desmejoraron notoriamente comparadas con las del año pasado cuando se tenían graderías. Este año prefirieron dar cabida a más cantinas que al bienestar del pueblo que sólo tiene el espectáculo gratuito de artistas invitados.
La movilidad en la plaza es casi imposible no sólo por el flujo de gente sino porque los organizadores no prevén la forma de hacer expedita circulación. Piensen por favor.
En la galería, los sitios de privilegio para ver el desfile del Yipao, se ocupan con publicidad; llamamos la atención de quienes dirigen para que estudien con las empresas patrocinadoras la forma de favorecer a la gente que en últimas es quien paga todos los espectáculos.
Pasamos a otros temas: la valla colocada en la 25 con 37, no tiene elementos reglamentarios para que el ciudadano sepa qué es, cuánto vale y quién hace la obra. Como siempre la propaganda es azul como el cerebro de la administración municipal.
Aprendieron, cosa rara, que la bandera colombiana tiene amarillo más grande que azul y rojo.
El fanatismo es tal que hicieron una con el azul mayor que los otros. (Como para Ripley) y, para organismos de control que se hacen los de la oreja mocha.
Las mentiras electoreras que no van a cumplirse tienen que ver con la famosa deshidratadora de la cual quedará como sinfonía inconclusa una bodega que nos costó la módica suma de 244 millones de pesos.
La platica salió del último recurso de EMCA, por la venta de acciones de Telecalarcá. Qué manera de dilapidar el dinero de todos.