19 de marzo de 2024
Pablo Felipe Arango
Hernando Salazar Patiño
Toda muerte nos empobrece, pero hay algunas que nos dejan paupérrimos. La de Hernando Salazar nos sume en la miseria porque al irse perdemos la última de las luces que daban muestra de lo que llegamos a ser como ciudad y como sociedad. Ahora quedamos solo en manos de los mediocres, de los sobalomos, de los insípidos, peor aún, de los insensibles.
De lenguas y premios
Cuenta Manguel en La biblioteca de noche una improbable historia: en Lyon, “a finales del siglo I, una severa ley exigía que, después de cada concurso literario, los perdedores fueran obligados a borrar con la lengua sus creaciones poéticas de forma que la literatura de segunda categoría no pudiera sobrevivir”.
Mis fantasmas
Después de publicar esta columna en los medios digitales que me acogen, la envío a los amigos y familiares que me lo han solicitado o permitido. Nadie me ha pedido ser retirado de la lista de envíos, mucho menos he excluido a alguno, ni siquiera a mis fantasmas. En la lista ya hay varios muertos y me resisto a retirarlos. No creo que se hayan ido, no al menos de mi lado.
Se torna memoria
Marco Aurelio según David Markson: "Se acerca el tiempo en que habrás olvidado todo; y en que todo te habrá olvidado".
Vagabundas
Vagabundo es una palabra bella, vagamundo también. Ambas significan lo mismo y son aceptadas por la Real Academia de la Lengua, aunque de la segunda se advierte que es un vulgarismo.
El tiempo no nos hiere
Olivier Messiaen hacía guardia en una trinchera durante la Segunda Guerra Mundial, debía ser enero o febrero de 1940. Su corta visión le impedía ver más allá de las concertinas que pretendían impedir la aproximación del enemigo. Oraba con impecable devoción y miraba el cielo buscando el paso de algún ave que sosegara un poco más su alma.
Que me dé la noche, pero no sus sueños
“Anoche tuve un sueño muy lindo, voy a contártelo”, escribía desde la cárcel el escritor argentino Antonio Di Benedetto, cada vez que le enviaba un cuento a la escultora y pintora Adelma Petroni, quien los transcribía con devoción. Eso quiero hacer ahora con ustedes, aunque el sueño no sé si sea tan lindo.
Seres tangenciales
El tendero de la esquina, el chofer del bus del colegio o el de la buseta que nos llevaba en la noche, del barrio de ella al nuestro; las mujeres que nos asistieron en las tareas domésticas cuando éramos unos niños y las que luego lo han hecho ya de adultos (...)
Encierros a cal y canto
Hay quienes se suponen privilegiados porque viven tras las paredes o los setos espinosos de alguna urbanización. Creen que son más ricos, mas dichosos e incluso mejores porque han pagado una suma de dinero elevada por protegerse de la mirada de otros ciudadanos, aunque vivan exponiendo, paradójicamente, aún más su intimidad, porque creen que sus vecinos, que tienen la misma idea de privilegio, no son tales, sino casi hermanos.