29 de marzo de 2024
José Miguel Alzate
Lo del helicóptero necesita una explicación
Quien lea esta columna podría pensar que voy a escribir sobre el helicóptero que la señora vicepresidenta, Francia Márquez, utiliza para desplazarse a su vivienda particular en el Valle del Cauca. No es esa la intención. Dejemos que sea la Procuraduría General de la Nación la que se pronuncie sobre si la persona que ocupa el segundo cargo en importancia del país puede utilizar bienes del Estado en asuntos particulares.
Eligio Alvarez niño, el poeta del amor
Cada vez que tomo en mis manos un libro de poemas de Eligio Alvarez Niño la calidad literaria de su obra poética me sorprende más. En cada lectura que hago de su poesía encuentro nuevos valores estéticos, una nueva dimensión de su voz lírica, un equilibrio mayor en su inspiración poética. Desde aquel ya lejano año de 1975, cuando tuve la oportunidad de conocer Caramillo en la sangre, su primer libro publicado, la obra de este vate ocañero dejó en mi espíritu un sedimento de belleza.
Hendrik Pfalzgraf: un personaje encantador
Al leer el título de esta columna algún lector puede preguntarse: ¿de dónde sacaría este columnista el nombre de Hendrik Pfalzgraf? ¿Por qué razón dice que es un personaje encantador? ¿Qué lo lleva a escribir sobre él? Estas tres preguntas tienen respuesta en este artículo. Empiezo diciendo que es un personaje de novela.
¿Por qué debemos exaltar a la mujer?
Hay que decirlo: para exaltar los valores de la mujer no necesitamos que se celebre el Dia Internacional de la Mujer, ni esperar a que sea el Dia de la Madre ni tampoco el Dia del Amor y la Amistad. A la mujer hay que exaltarla todos los días. Debemos reconocerle lo que aporta a la sociedad, hacerla sentir la persona más importante en la familia, demostrarle que es fundamental en nuestras vidas, recordarle que tiene un alma noble, repetirle que sin ella nuestra existencia no tiene sentido (...)
“Entre dos orillas”, novela de Juanita Henao Escovar
Entre dos orillas es el título de la primera novela que habla sobre el plebiscito por la paz convocado por el presidente Juan Manuel Santos como mecanismo para refrendar el acuerdo entre el Gobierno Nacional y el grupo guerrillero de las Farc para lograr la dejación de las armas y la reinserción de sus miembros a la vida civil, acordado en los diálogos de La Habana.
¿Cuáles son las verdaderas intenciones de este gobierno?
En estos casi doscientos días que lleva Gustavo Petro al frente de los destinos del país, los colombianos hemos sido bombardeados con toda clase de propuestas, la mayoría de las veces populistas, por parte de un gobierno que quiere cambiarlo todo, acabando con lo que hay, sin medir los alcances que sus anuncios tienen para la estabilidad económica y, desde luego, para el crecimiento armónico.
La muerte de Evelio Perez Soto II
Enterados del suceso, en San Rafael de los Vientos se organizó un grupo de voluntarios para desplazarse hasta Cerro Bravo en búsqueda de los cuerpos. Salieron el jueves a las cuatro de la mañana. Después de seis horas de viaje se detuvieron frente a una casa para preguntar si en esos días había ocurrido algún accidente. “Hace cinco días se presentó una avalancha”, les dijeron.
El accidente donde perdió la vida Evelio Pérez Soto
Tiberio Bustamante Hoyos acababa de cumplir veinticuatro años de edad cuando una noticia que causó consternación en San Rafael de los Vientos se regó como pólvora. Tumbado sobre la cama, los pies sobre un pedazo de periódico para evitar ensuciar la colcha, escuchaba un programa que todos los días, a la una de la tarde, se transmitía por Radio Manizales.
Cecilia Caicedo jurado: ensayista y narradora
Parafraseando unas palabras que en un ensayo sobre la narrativa del argentino Ricardo Piglia escribió Matías Néspolo, podría decir que Cecilia Caicedo Jurado, escritora oriunda de Pasto, es una teórica aguda de la literatura colombiana, que además de escribir profundos ensayos interpretativos sobre narrativa teje ficciones con sustento histórico.
Concierto para una viuda triste
Nunca se le ocurrió pensar que la felicidad que vivía esa mañana de un viernes soleado se le convertiría, treinta años después, en esa tristeza sin nombre que ahora le consumía el alma. Recordó el momento en que el sacerdote, después de leerles la epístola de San Pablo, le dijo al novio que podía besarla.