
17 de febrero de 2019

Esteban Jaramillo


Se disfruta el punto por la plaza, el rival, sus jugadores y el riesgo del arranque. Pero no el rendimiento por las deficiencias apreciadas en las líneas, carentes aun de estructuras y de coordinación.


Juega Colombia en el suramericano con el corazón. El desenfreno impera cuando el ímpetu puede más que el juego.


El fútbol también llora, como llora Colombia. Como lloró cuando murió Andrés Escobar, con una y mil lagrimas solidarias, sentidas.


Carlos Queiroz es un buen segundo…Un mal primero. Protegido por Alex Ferguson, al que dos veces asistió en el Manchester United, es un veterano director técnico con aciertos en las juveniles de Portugal.


¿Qué tal le fue haciendo radio sin Deportes, su fuerte? Grata experiencia. Una confrontación de generaciones para ratificar que el periodismo, la música, la historia, no tienen edad.


Son tiempos convulsos de impostores o caraduras. Los medios escupen con frenético interés información sobre la debacle del estado y la justicia.


Recrear la historia de casi cien años del fútbol caldense desde sus albores hasta el presente, es tarea complicada.


Héroes, teatro, vergüenza, infierno. “La mejor final del mundo” no se juega aun por la tirantez, la furia, las agresiones, por la exaltación denigrante desde micrófonos provocadores.


Que sensación negativa deja Juan Guillermo Cuadrado al afirmar que con el técnico interino actual si hay alegría en la selección Colombia.


Javier Giraldo Neira es leyenda. Cabalgó en sus palabras, sus sinónimos, su ritmo vital , sus análisis punzantes y su rígida defensa de la moral.
