29 de marzo de 2024

Reapertura de universidades exige medidas estrictas

23 de marzo de 2021
23 de marzo de 2021
Programar el retorno a clases presenciales requiere medidas implementadas antes, durante y después de la reapertura. Foto: archivo Unimedios.

Ventilación de los espacios de aprendizaje, número de estudiantes por aula, uso de transporte masivo, y edades y comorbilidades tanto del personal administrativo como de estudiantes y docentes, son algunos de los factores a tener en cuenta antes de pensar en la reapertura de estas instituciones.

Así lo señalan los doctores Carlos Arturo Álvarez, médico infectólogo, Ph. D. en Ciencias Biológicas y Coordinador Nacional de Estudios COVID-19 desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), y Orlando Acosta Lozada, químico y biólogo, magíster en Química y doctor en Virología molecular, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en la charla “Retorno a escenarios universitarios, análisis y evidencias”, del programa #SaludUNALContigo.

Según el doctor Acosta, en la medida en que una persona interactúe con otras y cuanto más prolongada sean esas interacciones, mayor será el riesgo de contagio.

Agrega que “el riesgo aumenta por el nivel de base de la pandemia en la comunidad y el grado de acatamiento de las medidas de bioseguridad como el uso de tapabocas, distanciamiento, lavado de manos, medidas higiénicas de las instituciones y detección y seguimiento a los casos positivos”.

Para programar el retorno a clases presenciales se deben garantizar medidas implementadas antes, durante y después de la reapertura, además de contar con los casos de estudiantes o profesores en riesgo por comorbilidades.

Según el profesor Acosta, la edad de los profesores de planta es uno de los factores más importantes a considerar en el caso de la UNAL, donde una parte importante de sus cerca de 3.000 docentes rondan los 60 años, lo que les significaría un riesgo alto de su salud y seguridad ante una posible reapertura, ya que un contagio puede llevar a un eventual fallecimiento.

Las actividades presenciales plenas o híbridas deben estar asociadas con la promoción de comportamientos que produzcan o reduzcan la diseminación de COVID-19, incluso el comportamiento fuera de las instituciones universitarias y las conductas a seguir en caso de tener sospechas de contagio.

Por otro lado, la ventilación es uno de los factores que más se destaca, pues el SARS-CoV-2 se transmite especialmente por el aire, por lo que se recomienda la medición automática de concentración de CO2 en los espacios educativos como indicador de renovador del aire, aunque esta concentración no guarda relación directa con la dosis viral infecciosa acumulada en el ambiente.

Niveles de riesgo

En países como Estados Unidos las autoridades de salud consideran que el retorno a la presencialidad, como única forma de educación, representa un desafío para la seguridad y la vida de los estudiantes, empleados y visitantes en medio de una pandemia aún activa, ya que todavía no hay tratamientos farmacológicos ni vacunas disponibles para toda la población.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecieron recomendaciones para proteger a la comunidad universitaria y disminuir el contagio.

Así mismo, establecieron niveles de riesgo de contraer el virus teniendo en cuenta la ubicación geográfica de las instituciones, su tamaño y su estructura.

Se considera “riesgo bajísimo” cuando estudiantes y profesores interactúan en aprendizaje virtual; “algún riesgo” cuando se siguen todas las medidas de prevención y se da aprendizaje de alternancia o híbrido; “riesgo medio” cuando se siguen las normas de protección personal y de higiene y se implementa el aprendizaje híbrido pero no en todos los cursos, y conservando el distanciamiento.

El “riesgo alto” se presenta cuando se siguen las normas de protección personal, pero solo se realizan actividades de aprendizaje presenciales, los estudiantes y profesores toman alimentos manteniendo el distanciamiento, comparten algunos objetos de laboratorio y prácticas, y no hay desinfección regular de las áreas frecuentemente tocadas.

Por último, un “riesgo altísimo” se da cuando los estudiantes se transportan en buses o metro con alta ocupación; cuando ellos y toda la comunidad universitaria no tiene la obligación de usar mascarilla ni acatar medidas de protección; cuando se realizan las actividades de forma presencial y reuniones adicionales a las clases o se comparten objetos libremente, no se guarda distanciamiento físico en cafeterías o lugares de descanso y no hay desinfección sistemática y regular de superficies.

Agencia de Noticias UN – Unimedios