29 de marzo de 2024

El voto de los temerosos

14 de febrero de 2021
Por Álvaro Rodríguez Hernández
Por Álvaro Rodríguez Hernández
14 de febrero de 2021

El reflector electoral muestra una población apoderada de un hastío. De vacíos. Compuesta de picos altos y bajos como un electrocardiograma, que enseña muchos temores y desespero.

Ha provocado diálogo vacilante y sin argumentación seria. Las redes han sido un tic –tac tenebroso que no aclara sino que perturba. Mucho ruido y poco análisis. Mucho tráfico bajo. Verdad y mentira donde disparan de acaparadoras “bodeguitas” como herramienta de descontrol informativo.

La ruta luce confusa. Llena de vericuetos sin aclarar presente y futuro.

Hay una crisis electoral por extremos marcados que cada vez se acentuarán más y serán el reflejo de un sánduche. Centro sin límites, ante la ausencia  de  partidos sin feligresía. Hay más feligresía que partidos, para que nos entendamos.

Hay incertidumbre apoyado en la argumentación del ciclo bajo de la economía y del manejo dado a la vacunación pandémica.

¿Se puede hablar de política real, sin partidos?

La economía está matando la salud mental del nacional. De acuerdo  con el experto, Uriel Escobar en su libro Cuida Tu Salud Mental, el 75 por ciento de las personas estudiados, presentan alteraciones psicológicas y emocionales importantes.

Ello ha llevado a que desde ya empecemos una carrera electoral sin precedentes, que presagian que otra vez habrá taquilla en urnas.

De manera histórica, Colombia, digámoslo,  ha sido un país gobernador por minorías.  Ha ganado el abstencionismo.

Esta vez ni la guerra, ni la paz: el temor, la incertidumbre y la duda. El desespero ciudadano y la hambruna que se multiplica de manera peligrosa. ¿Dónde están los jóvenes?  ¿Qué piensan hoy los viejos nuestros? ¿Esperanza o no futuro? ¿Hay credibilidad en liderazgos falsos?

Por eso, las sirenas electorales suenan. Los partidos no tienen vigencia hoy y los canales con el elector están rotos. Pegados, aturdidos, digo-  de una esquizofrenia por la irrupción de fantasmas que vuelven para dejarse contar después del proceso electoral pasado. El voto no tiene representatividad: pocos le hacen seguimiento a la partitura de los programas que inscribieron sus partidos. Incluso, gobernantes sin brújula y enterradores desafiantes  que son más altos que sus egos amontonados. Quebrados.

Viene el voto de los temerosos, que es aplastante.

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