28 de marzo de 2024

Artesanos de cultura (2)

14 de enero de 2021
Por Hernando Salazar Patiño
Por Hernando Salazar Patiño
14 de enero de 2021

III – OBREROS DE IDEAS Y MEMORIAS 

El nombre de aquélla publicación (Unión Liberal) me sugiere a la vez el de Unión Obrera, que a mediados de los treinta fundó don Francisco Osorio, popularmente conocido como “Pacho Garetas”, al lado de don Julio Fraume, ambos activos políticos defensores de la causa del obrerismo en Manizales. El gran jurista que fue el doctor Néstor Fraume, en varias ocasiones me permitió hojear morosamente esa joya del pensamiento popular que conservaba con orgullo. La deben preservar sus descendientes.

Entre los proyectos emprendidos como el de historia oral, o el del programa mencionado (Caldas Ayer y Hoy), y para otro más ambicioso, tomé muchas notas que apuntaban a la historia obrera en Manizales y Caldas. A finales de los 70 y en los ochentas sobrevivían varios de sus líderes y asistentes a congresos socialistas de los tiempos de la república liberal. Ignoro si aquí, en nuestro medio, esta historia se ha escrito con el rigor de un Mauricio Archila o de un Gonzalo Sánchez, entre otros, o se ha publicado, o se mantiene inédita por tacto o motivo similar, lo cierto es que quienes por su afiliación  ideológica, tendencia  definida  y por  formación universitaria y  académica,  están llamados a hacerla,   se han dedicado a historiar las costumbres conservadoras de nuestros ancestros y a biografiar las élites sociales y políticas  de la comarca. Son las paradojas de nuestra historiografía.

No es gratuito el entretejido que he venido enlazando con estas alusiones, porque con un obrero, periodista, musicólogo, varón cívico y tesoro de historia, era con el que iba a comenzar este recuento de los que me incita a hacer la indagación de mi joven amigo, porque la otra publicación que sacó el amigo del montón, se llama Industria y Cultura, fundada en 1953, Director Propietario Guillermo Gómez Salgado. Y dice; “Licencia en trámite”. O sea, cuarenta y dos años sin obtenerla.   Guardo dos números, de abril y mayo de 1995.

Y digo obrero, porque es el título con el que lo honró la periodista Julieta Arias González en la crónica “100 años del último constructor vivo de la Catedral de Manizales” (El Pulso, No. 168, Sept. 2012), que comienza así: “Representa la Manizales católica y conservadora del siglo XX. Es el penúltimo de una familia de 22 hijos. Hoy, a sus cien años que cumplió el pasado 29 de mayo, don Guillermo Gómez Salgado es el único sobreviviente de los obreros que participaron en la hazaña de reconstruir la catedral basílica, cuando en 1926 un pavoroso incendio la redujo a cenizas.” Y le escucha esta maravillosa remembranza:   “Yo empecé desde las primeras paladas hasta ponerle el pararrayos. Éramos unos 40 obreros los que empezamos a cavar 80 metros abajo del nivel del suelo: 15 eran presos quienes se ganaban 30 centavos diarios y los demás nos ganábamos 50 centavos, entre ellos mi papá y mis 6 hermanos”.
Don Guillermo estudió hasta tercero de primaria, lo cual le bastó para haber hecho de su vida toda una leyenda, traspasó las fronteras del siglo XXI y como si el tiempo no pasara, recuerda con plena lucidez: “Yo trabajé en la catedral con un maestro ecuatoriano llamado Josélasso, experto en andamios; esa era una de las mayores preocupaciones de los ingenieros, porque de allí dependía la vida del obrero…”.

No sigo porque esta página de la periodista antioqueña, vale la pena reproducirla en este medio como homenaje a la memoria de don Guillermo, que murió al año siguiente, a los 101, el 8 de diciembre de 2013, en su residencia del barrio Urapanes, en Villamaría, población a la que también sirvió hasta su último aliento. Conversé  varias veces con don Guillermo, cuando salía de la SMP, o en la 23,  pues me saludaba con ese rostro risueño de bondadosa amabilidad y tenia siempre algo para comentar. Sabia de su trayectoria periodística desde una publicación que poco  le mencionan, “Comillas”, en 1951,  en el que trataba el tema artístico musical, que fue el de más interés  suyo entre los que abordó, y sobre sus colegas fue pródigo en generosas palabras. Me duele no haber conversado más con él, no haberlo aprovechado para evocar tantos personajes que conocí de niño o escuché mencionar como el casi legendario Leonidas Otálora Gómez, al que acompañó en el famoso radio periódico Crónica, en Radio Manizales. Vivía orgulloso del Club Atlanta que fundó, de la correría que hizo por todo Caldas para escribir sobre sus municipios con Jorge Santander Arias y sobre toda esa rica experiencia que lo hizo  testigo y protagonista en el origen de grandes acontecimientos de la ciudad. Fue tanta su energía  que hasta en uno de estos ejemplares, pasados los ochenta años, aparece un artículo suyo titulado “¿Viejo yo”? diciéndonos a todos  “los que van un poco o un mucho más adelante y los que vienen un poco atrás, que no se dobleguen bajo el peso de sus décadas”. Se dio y nos dejó esa lección.

IV – OBREROS DE IDEAS Y MEMORIAS

Lo que en el pasado, como ahora, me ha llamado la atención en estas personas, es la modestia de sus tareas en contraste con la persistencia, el tesón y  el devoto apostolado con que las emprenden, la diversidad de las mismas, el desinterés personal y la como necesidad imperiosa que sienten de asumirlas. Sin importar la suerte que corran, la fe y el entusiasmo puestos debieron y deben darles  pequeñas satisfacciones que palian frustraciones y desalientos.

En UNEART, que repito, no sé si exista aún, don Rogelio Marulanda supo convocar una serie de caldenses  inquietos y valiosos. El subdirector de la publicación, fue nadie menos que David Henao Álvarez. Fue muy taurino. Lo conocí cuando participaba en el teatro que se hacía en Manizales, previo a la existencia del Festival Internacional.  Lo mismo que en la tertulia Las 13 Pipas, de los años sesenta, de la que fue activo miembro y difusor permanente, para que se supiera de su cometido. También nos acompaño algunas veces en el Centro Siglo 20, antes de la fundación del periódico en 1963. Desde entonces, estuvo en permanente función cultural. Su interés por los temas históricos de Manizales y Neira, su ciudad de origen,  lo llevó a acercarse al Centro de Historia de Manizales y Caldas, que publicaba el Archivo Historial, donde colaboró. Fue su socio honorario y desde esos años se propuso crear  el Centro de estudios históricos de Neira, el que al fin pudo inaugurar en esa población en octubre de 2004. Desde entonces, fundó la revista propia llamada Neira Histórico, de la que conservo  tres ejemplares que me entregó, cuando las circunstancias lo permitieron. . El último número que le recibí es el No. 123, año 7, de Agosto de  2016. De todos, es el único que frecuentó  academias como socio de las mismas. Es su labor constante en recoger y actualizar la riqueza del pasado, y la elegancia de su palabra y su trato, lo que me hizo recordarlo de nuevo.

En esa lista de “asistentes” figura Bernardo Cano, el inolvidable   Berceo. Celebramos varias veces el cumpleaños el mismo día. Aunque se nos fue sorpresivamente, tuvimos la oportunidad, con otros amigos, de recordar sus risas, sus inteligentes y amables ironías, su estilo castizo y burlesco. Comenzó como penalista muy brillante,  abandonó su profesión para dedicarse a la mirada distante y a torcerle el cuello a la realidad, en un castellano exquisito, en forma de “Epistolas” a través del periodismo. En la que tengo al frente se refiere a Caldas y a Manizales, como “tierra excepcionalmente abonada para la producción de poetas por mayor y al detal. Aquí se da el poeta por generación espontanea, como los hongos y la maleza…El hecho de que en Manizales haya poetas por toneladas no significa, ni con mucho, que tengamos buena poesía en abundancia. No. Todo lo contrario. … Alguien decía que para dar a luz pública los versos de “los nuevos” es necesario perder primero que todo la vergüenza” Y sigue en ese tono con pruebas al canto. Qué tal que a Berceo le hubiera tocado la cantidad de buenas gentes que se acostaron saludables y amanecieron historiadores académicos, con patentes concedidas por los otros miembros.

Aparece el querido Godofredo Gómez, que evocan más sus ex alumnos del Instituto Manizales, donde fue rector y desde el que puso toda su colaboración y la mística exigida para volver realidad el Festival Intercolegiado de Teatro.  Me invitó a participar como jurado en los primeros, igual tratamos de hacer un proyecto juntos, mas lo cierto es que esos festivales continúan año tras año, ya van en el XIV y a su cabeza sigue Augusto Muñoz sin dejarlo morir y con rigurosa  calidad.