28 de marzo de 2024

El mago de los microlingotes

Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
21 de noviembre de 2020
Por Orlando Cadavid Correa
Por Orlando Cadavid Correa
Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
21 de noviembre de 2020

Una de las bajas más sensibles de la tan venida a menos revista Semana es para nosotros el abogado y periodista samario Óscar Alarcón Núñez, el creador de los famosos “Microlingotes”, sección que nació originalmente en El Espectador en 1964.

En  el prefacio de su libro  “En serio y en broma” se dejó  venir,  tiempo  ha, con este In memoriam:

“Dedico este libro: A mi padre Francisco Alarcón,  a quien tanto le encantaba que yo escribiera en serio.

A don Gabriel Cano, a quien tanto le encantaba que yo escribiera en broma.

A don Guillermo  Cano, a quien tanto le encantaba que yo  escribiera en serio y en broma”.

En la redacción del diario de la familia Cano circulaba por todos  los escritorios la versión según la cual el futuro  “microlingotero” fue llevado una mañana de la mano de Gabriel García Márquez, el famoso “Gabo”, y presentado al director  del cotidiano, don  Guillermo Cano, “para que hiciera del muchacho de Santa Marta un buen periodista”. La recomendación del futuro Nobel se cumplió al pie de la letra en el “Canódromo”. En la formación del jovencito recién llegado a “la nevera bogotana” tuvo mucho que ver un equipo encabezado por don José Salgar, el “Mono”. En ese entonces lo apodaban el “Criaturo”, mote del que se adueñó José Yepes Lema, el “Malevo”, el mismo que le endosó el remoquete del “Murciélago” al cronista político Carlos Murcia.

En la pestaña del libro arriba mencionado leemos textualmente: “Óscar Alarcón Núñez nació en Santa Marta. Está vinculado al diario El Espectador desde 1968. Hizo estudios de Derecho en la Universidad Externado de Colombia, donde fue profesor de Derecho público por más de diez años; realizó una especialización en Ciencias administrativas  en la Universidad de Roma, la meca de la jurisprudencia. Su tesis sobre los derechos administrativos del presidente de la República,  haciendo un paralelo entre los de Italia y Colombia, fue laureada por un jurado de profesores presidido  por el profesor  Riccardo Chieppa. Así mismo, en la Universidad Pro Deo de Roma  hizo estudios de Opinión pública y de Derecho constitucional comparado. Durante su permanencia en Europa fue  corresponsal de El Espectador.

Fue presidente del CPC  (Círculo de Periodistas de Bogotá),  jurado del premio Rey  de España y de los premios CPB y  Simón Bolívar. Actuó como superintendente de notariado y registro, y notario 46 de Bogotá y colaborador habitual de El Espectador.

Hé aquí algunos chascarrillos que llegaron a los linotipos de los Canos Isaza cuando los Microlingotes estaban de pantalón corto:

– “Un amigo me decía: Ustedes, los periodistas, tienen mucha suerte. Todos los días se produce el número exacto de noticias que se necesitan para llenar el periódico”.

Va un manojito de frases habituales que recopiló Alarcón un día cualquiera: “El doctor está en junta” (la secretaria)… “Me sacrifico por la patria” (el político)… “Le juro que no le va a doler” (el dentista)… “Por tratarse de usted, le hago una rebajita” (el vendedor)…  “Lo  tendremos en cuenta para otra oportunidad” (el jefe de personal)… “Le doy mi palabra: este carro no lo vuelve a molestar” (el mecánico).

La apostilla: En sus tiempos universitarios en Roma,  Óscar Alarcón Núñez, el “Microlingotero”, ofició a pedido nuestro como  corresponsal de RCN Radio en Italia, y le correspondió  cubrir el secuestro y posterior asesinato de don Aldo Moro, el líder de la Democracia Cristiana, perpetrado por las siniestras “Brigadas Rojas”.  Su corresponsalía siempre fue en serio, nunca en broma.