18 de abril de 2024

Aeropuerto III

29 de septiembre de 2020
Por Guillermo Trujillo Estrada
Por Guillermo Trujillo Estrada
29 de septiembre de 2020

Extraordinario que se suscite debate sobre el aeropuerto en el municipio de Palestina, porque la unanimidad de un proyecto fallido por décadas siempre parece sospechosa. Muy valiente por lo tanto la petición del diputado Camilo Gaviria, cuando reclama un aeropuerto de verdad.

Es por demás inadmisible que se dedique el 3% del PIB de Caldas a la construcción de una obra que simplemente pretende trasladar un aeropuerto, lo que se puede considerar tan suntuario como la piscina de olas que tanto le criticaron a los departamentos petroleros por el uso dado a las regalías.

Una pista del mismo tamaño, para los mismos aviones con el fin de corregir la perdida del 11% de los vuelos programados, que según el gobernador es lo que se cancela por mal tiempo, no se compadece con el tamaño de la inversión, menos aun cuando se trata de recursos públicos.

La solución desde luego es la ejecución por un inversionista privado al que las cuentas le den positivas. Sin embargo, recordemos que en la década del noventa una compañía chilena, que supuestamente haría el aeropuerto y aportaba el capital, nos tuvo tendiéndole tapete rojo, hasta que nos percatamos que pretendían era financiar con la venta de la Nubia, aportes locales y crédito, para ellos quedar con la mayoría accionaria aportando su gestión. Finalmente, no volvieron por Manizales.

Ahora aparece una contradicción, por cuanto la prensa registró una propuesta de una empresa mejicana para una pista de 4.000 metros con una inversión de US$675 millones, pero parece “fraudulenta” la compañía y resulta “sospechoso”, según Juan Eduardo Zuluaga, quien a nombre de la ANDI entregó esta declaración, poniendo probablemente en riesgo de una demanda por calumnia a una institución tan respetable, y en mi concepto abusando del peso del gremio para emitir sus opiniones personales.

Sin embargo, aparece después la gerente del aeropuerto presentando el proyecto al gobierno de la China, para buscar su interés en invertir. Por lo que uno termina sin saber, si esta de verdad financiado, pero tampoco cuál es el proyecto definitivo.

Finalmente debemos aceptar que Pereira y Armenia, cuentan con excelentes aeropuertos, movilizan cerca de 160.000 pasajeros y 35.000 cada mes, respectivamente, mientras nosotros cerca de 20.000. Por lo tanto, el hecho de denominarse del café no implica para nada que pueda ser un aeropuerto regional, seria desconocer realidades contundentes, y si lo piensa de esta manera el gobierno nacional es ignorar un hecho histórico, olvidando en absoluto el origen de los tres departamentos.

Nunca olvidemos que la partida presupuestal que le dio nuevamente vida al proyecto, fue una iniciativa parlamentaria que lideró un partido político y se la impuso al gobierno en octubre del 2018, sin que existieran ni siquiera los diseños para licitar.

Cuando este proyecto se inició en los años 70, Manizales tenía una proyección de 540.000 habitantes para el año 1985, y 850.000 para 1995, cuando apenas estaba despertando del trauma de la separación del departamento. Hoy sumamos 446.000 habitantes y ya no somos la octava ciudad, solo ocupamos el puesto diecinueve por numero de habitantes.

Pensar en grande fue un peso que les quedó a las nuevas generaciones de Caldas, después de un siglo de pujanza, y predominio económico y político en la nación. Decía un ex ministro de estado, hoy el problema para los nuevos  caldenses es, “el haber sido tan importantes”. Esos tiempos ya pasaron y debemos adaptarnos a las nuevas realidades, al verdadero tamaño de nuestra economía y rediseñar los proyectos a nuestras necesidades.

Aterricemos y dejemos de soñar en obras sobre dimensionadas, y no permitamos que nostálgicos embargados por el odio y el resentimiento, contagien de ese veneno a las nuevas generaciones que por fortuna han tenido la inteligencia de entender que somos parte de una gran ciudad-región, de más de dos millones de habitantes, y hace muchos días aprovechan las sinergias de esa enorme conurbación.

El aeropuerto es una bandera de una élite, que no ha podido cambiar de proyecto en cuatro décadas, y las nuevas fuerzas que han conquistado el poder político han entendido que impulsarlo sirve para mantener el respaldo de los gremios y otros sectores de la sociedad.

Algún día interrogué a Víctor Renán Barco, que se refería de forma tan despectiva a lo que denominaba los ‘blancos’ de Manizales, sobre su razón para apoyar el aeropuerto; respondió, “no creo que se logre, pero desde que yo resolví apoyarlo nunca los ‘blancos’ me volvieron a considerar clientelista, politiquero, corrupto y ‘negro’, razón por la que logré penetrar en Manizales y conseguir votos, lo que nunca creí que podía lograr”.