28 de marzo de 2024

Aranzacitas regados por el mundo han regresado a su pueblo para pasar la crisis por el coronavirus

4 de junio de 2020
4 de junio de 2020


Podría decirse que Aranzazu es el municipio de Caldas que más gente tiene regada por el mundo dedicada a los prestamos conocidos como gota a gota. Primero viajaron hacia el Ecuador personas que en el norte del Valle trabajaban vendiendo mercancía puerta a puerta. Este fue el inicio de un negocio que rápidamente se extendió por casi toda América Latina, que llevó a cientos de aranzacitas a buscar oportunidades de trabajo en el exterior. Cuando esos inversionistas que exploraron el mercado de Ecuador se dieron cuenta de que la plaza estaba saturada, abrieron nuevas plazas de trabajo.

Atraídos por la posibilidad de enriquecerse fácilmente, jóvenes que venían trabajando la tierra o que terminaban el bachillerato empezaron a emigrar hacia Chile, Perú y Brasil con la ilusión de que sus sueños de tener dinero se hicieran realidad. Los primeros que emigraron hacia esas tierras, se llevaron a sus amigos para que trabajaran con ellos. Y una vez estos se dieron cuenta de lo lucrativo que era el negocio, buscaron la forma de independizarse. Algunos convencieron a sus progenitores de que les prestaran con qué iniciar. Viendo los resultados, muchos de esos padres vendieron su pequeña finca o su casa en el pueblo para darles con qué trabajar. Sabían que podrían, más tarde, con las ganancias obtenidas, volver a comprar una finca.

No contentos con haber abierto plaza en las ciudades antes mencionadas, los que lograron amasar fortuna en esta actividad expandieron su negocio. Empezaron entonces a mandar gente para otros países a hacer lo mismo: prestar plata para pagar en cuotas diarias. Así llegaron a México. Pero también a España y a Panamá. En varias provincias de estos países se conformaron lo que podría llamarse colonias de aranzacitas que en motocicletas recorrían las calles de ciudades y pueblos entregando y recogiendo plata. Fue tanto el furor de esta actividad que las autoridades de esos países empezaron a poner sus ojos en quienes se dedicaban a este negocio.

Como consecuencia de esta persecución, muchos aranzacitas fueron privados de su libertad en esos países. Todo porque algunos de sus clientes los denunciaban por exigirles el pago de lo adeudado quitándoles a la fuerza lo poco que tenían,  o muchas veces amenazándolos con armas. Quienes sufrieron persecución por la justicia, abandonaron esos países, pero se radicaron en otros. Así, el negocio continuó. Y algunos, cuando hicieron algún capital, regresaron a establecerse de nuevo en su pueblo, adquiriendo propiedades o montando negocios.

Hoy, como consecuencia del encerramiento forzado ordenado por las autoridades en los países que más han sufrido por el contagio del Covic-19, cantidades de aranzacitas han regresado a su pueblo para pasar en familia estos tiempos difíciles. Pero el regreso no ha sido fácil.  El cierre de fronteras y la suspensión de vuelos les ha impedido movilizarse. Tanto, que muchos han tendido que recurrir a pasar las fronteras por las trochas, sometiéndose a las inclemencias del clima y al acoso de las autoridades. Incluso uno, Carlos Ariel Serna Alzate, estuvo desaparecido varios días después de que iniciara su aventura para regresar a su pueblo, causándole a su familia una honda preocupación.

El municipio de Aranzazu está hoy lleno de personas que han llegado de esos países para pasar entre los suyos este momento difícil que vive el mundo. Lo que las autoridades temen es que, por venir de regiones donde el contagio ha sido mayor al de Colombia, estas personas puedan traer el virus. A quienes llegan, en el puesto de control de ingreso les ordenan estar en cuarentena. Pero no todos cumplen. La preocupación entre los habitantes del pueblo es grande. Aunque las autoridades han tratado de controlar este ingreso, entran al municipio por sectores donde no existe control sanitario. Y la cifra puede aumentar porque en Brasil más de veinte aranzacitas esperan un vuelo humanitario para regresarse.