28 de marzo de 2024

Superar la polarización.

27 de mayo de 2020
Por Alejandro Loaiza Salazar
Por Alejandro Loaiza Salazar
27 de mayo de 2020

Nada más conveniente para los populismos tanto de derecha como de izquierda que tener una nación polarizada; la polarización es el reflejo de la falta de inteligencia y de sana discusión en una democracia.

Cuando hay polarización se tocan los extremos, no valen argumentos ni justificaciones y solo es válido, aun cuando pudiera ser equivocado, las exposiciones que nacen en el seno de los sectores ideológicos a los cuales se hace parte.

Colombia es de lejos una democracia imperfecta, con una nación carente de educación e ilustración adecuada, caldo de cultivo propicio para cimentar la polarización ideológica que hoy tanto nos afecta.

Irónicamente quienes refuerzan este fenómeno son líderes carismáticos, inteligentes, con alta capacidad discursiva y demagógica, capaces de interpretar con gran velocidad y pertinencia lo que las personas, sus seguidores, quieren escuchar.

No en vano resulta tan común encontrar a personajes con sobradas capacidades intelectuales y con alto liderazgo, exponer propuestas y justificar argumentos que a la luz de un riguroso análisis no soportan el primer examen, pero que sin embargo resultan atractivos para las masas habidas de escuchar lo que ellas quieren.

Hoy lastimosamente los debates políticos de la gran mayoría orbitan alrededor de la crítica hacia uno u otro líder, ni siquiera hacia un partido o propuesta. Que si se es Uribista o Petrista, o que porque Fajardista, o Mockusiano como se dicen llamar algunos, incluyendo congresistas.

La personalización de los debates políticos, la crítica destructiva, tratar al contradictor como enemigo, la permanente dicotomía de los debates en los cuales no se permiten los espacios grises, está sembrando todo los días de odios y pasiones desmedidas la medula misma de la democracia colombiana.

Las situaciones a las que estamos llegando rozan con el absurdo y la ilegalidad, cuestionar la enfermedad de Petro o su viaje a Cuba para un tratamiento, la difusión de un serie en contra de Uribe con base en todo menos en la verdad judicial, la cual debería ser la única válida para estos casos, llegando a los extremos de atentar contra sus derechos como ciudadano.

Estas situaciones están cansando aun mas a la apática ciudadanía, y podrían desembocar, como ha ocurrido en diferentes países, que de un momento a otro los votantes simplemente dejan sin el pan y sin el queso a los radicales y tercos extremistas, abriéndole paso al insípido centro o inclusive a los “Out Siders” de lo público, que llegan como redentores a un mundo desconocido para ellos como lo es el que rodea el manejo del Estado.

Mientras tanto esta pandemia no solo está cambiando nuestra forma de saludarnos con el vecino, ha sembrado desconfianza en todo aquel conocido y desconocido que pudiera ser portador del temible virus. La impersonalidad en el trato con los demás será cada vez más fuerte, y para no alejarnos del tema, las campañas políticas serán  muchísimo más virtuales que antes, los habilidosos de las redes sociales tendrán la ventaja, reducir en videos de 2 minutos, lo que a los oradores del siglo pasado les demoraba horas será una gran cualidad.

Cada vez el debate será más débil e insulso, menos profundo y más atractivo para las mentes perezosas, y cada vez serán más los que ganaran elecciones, por la producción artística y cinematográfica de sus campanas, por el asesoramiento de los genios del marketing político, que por su capacidad por comprender los intríngulis del Estado.

Twitter: @AlejandroLSFD