29 de marzo de 2024

Mujeres de mayo: María Mercedes Carranza

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
25 de mayo de 2020
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
25 de mayo de 2020
María Mercedes Carranza

Este 24 de mayo estaría cumpliendo 75 años la poeta María Mercedes Carranza. Hace 17 años, el 11 de julio, la despedida en la Casa de Poesía Silva empezó  con media hora de anticipación sobre la hora anunciada: la poco poética 1 de la tarde. Nada de invitar a misa por el eterno descanso de… La misa la llevábamos en procesión por dentro. De todas formas, un  enviado de Dios de sotana entonó una oración.

No cabía un tinto ni verso más en la vieja casona. “El ataúd heráldico en el salón yacía…”. Usted llegaba y lo saludaban con los poemas de María Mercedes en un librito que huele a eso, a poesía.

Los empleados de la Casa iban de aquí para allá, extraviados,  como un soneto sin los dos últimos tercetos. Desde las paredes, presidía la velada el anfitrión, José Asunción Silva, quien se había suicidado disparándose un nocturno en el corazón. María Mercedes repitió ese libreto.

“Qué valor. Matarse es muy duro”, cuchicheó un ex ministro que ha cometido versos.

“Dónde está Melibea”, preguntó de pronto una voz femenina a través del sonido. La hija de la poeta y del escritor Fernando Garavito apareció en escena. Por la radio había dicho en la mañana que comprendía la decisión de su madre de rasgar “de su existencia el frágil velo”.

Con su voz de arcángel, Melibea leyó un poema de su mamá para despedir a una de sus grandes amigas, Aseneth Velásquez, que termina así…: “ Y sé que no se ha ido…”.

Ese sábado del adiós, un poeta nacido en Amagá, Belisario Betancur, quien había sacado sus poemas del clóset precisamente en un acto en el que María Mercedes le dio la alternativa, dijo que “ella era toda poesía, lo que tocaba lo convertía en poema y ese poema la retrataba a ella…”.  También la llamó “hacedora de poesía y buscadora de paz”.

Semanas atrás de su muerte, también en mayo, María Mercedes había convocado una velada contra la guerra. Hubo lleno hasta las banderas en la Plaza de Toros. Con tal motivo le envié estas líneas:

Del carajo, como diría Santa Teresa, el referendo de anoche por la paz. Como dijo una de las bellas que cantó y encantó, la guerra quedó sepultada a diez mil metros bajo tierra.

Los asistentes a la Plaza de Toros  sentimos solo al final que los glúteos se nos han habían entiesado con el frío de las graderías. Yo, siendo Tirofijo, después de ver semejante plebiscito en favor de la vida, me pondría a sacar los papeles para la jubilación. El adiós de Marulanda sería la cuota inicial para propiciar el silencio en los fusiles y ponerle fin a tanto horror que a ti te ha tocado de cerca. Jojoy cambiaría  los cilindros de gas – las niñas de sus ojos- por un azadón para amar (arar) la tierra.

La paz cortó oreja, rabo y pata, y salió en hombros. La guerra fue arrastrada lejos del circo con una estocada en todo lo alto del morrillo en medio de los aplausos del respetable que alumbró la bella noche bogotana con esa manifestación de pañuelos y papeles blancos maltratando la canción “Colombia, tierra querida”.

La cantamos de la mano del chino Cabas a quien Dios bendiga y le venda hartos cedés, lo mismo a sus colegas Aterciopelados, el pelao Turbay, César López, Alejandro Gómezcásseres y Los Invisibles Invencibles, con el Negro Blacky a la cabeza. Entre todos, nos volvieron hilachas la invisible, uno de los alias del corazón.

Un acto de esos vale más que mil discursos y que diez mil debates parlamentarios sin ton ni son ni corazón, pom-pom.

Muy bien craneada la producción de toda la velada que se transmitió en directo por Señal Colombia y algunos canales regionales. Como la buena poesía, o la mujer del prójimo, el acto no tuvo presa mala.

Ojalá pudieran repetirlo en tiempo triple A por los demás canales. Como si fuera un discurso presidencial. Ver el video  debería ser obligatorio para todo católico, ateo, cristiano, escéptico, musulmán, pentecostal y demás advocaciones.

No sería justo privar al resto de colombianos de una expresión colectiva contra la violencia como la que se dio en ese entierro de primera a la guerra. Si hasta los poetas Roca y Jotamario que se pisaban los poemas, se fumaron en público la cannabis de la paz.

Si la CNN quisiera hacerse perdonar el pecado cometido de transmitir en directo los bombardeos gringos sobre el sitio donde mamá Eva inventó la coquetería y empezó la vida, deberían pasar este programa.

También el presidente Bush, el señor de la guerra, debe ver el video. Rectificaría en los Jardines de la Casa Blanca que es mentira que Dios estaba de su lado cuando ordenó bombardear todo, incluido el recuerdo de los Jardines Colgantes de Babilonia”. 

María Mercedes me respondió días después: “Querido Oscar: Gracias y gracias por tus generosas palabras sobre el evento “Descanse en paz la guerra”. Ojalá el país haya oído algo de esas palabras contra el horror y la muerte. Me estimuló mucho leer tu correo. Va un grandísimo abrazo”. 

Se lo retorno, multiplicado, con abrazo de oso, a su nuevo hábitat entre las musas, el cielo, octavo piso, ascensor, pabellón de los colegas