28 de marzo de 2024

Galopando hacia una Manizales + Grande: mi opinión sobre las cabalgatas

10 de enero de 2020
Por María Fernanda Restrepo Torres
Por María Fernanda Restrepo Torres
10 de enero de 2020

Como cada año, Manizales celebra su feria. Y como cada año, empiezan los debates relacionados con las corridas de toros y las cabalgatas, en donde detractores y aficionados exponen sus argumentos, se habla de tradición, de respeto al patrimonio cultural, de incoherencia si se es contradictor de la fiesta brava pero consumidor de carne, mientras unos pocos muy optimistas se atreven a vaticinar la inminente desaparición de ambas prácticas.

Los primeros días de enero iniciaron con una seguidilla de declaraciones de tres nuevos alcaldes (Bogotá, Cali y Medellín); quienes tal vez en afán demagógico o porque realmente trabajarán por un cambio en la tradición y mentalidad, anunciaron que por respeto a los animales no apoyarán las corridas de toros y que del presupuesto público no saldrá un solo peso para financiar esos espectáculos. Suena demasiado hermoso para ser cierto.

Casi simultáneamente Manizales se preparaba para la tradicional cabalgata que da inicio a la feria, la cual por más planeación que tenga y por mucho que se incentive no salir en carro, siempre deja a su paso suciedad, trancones interminables, consumo desaforado de licor en espacios públicos, peleas y lo más preocupante, caballos lastimados y exhaustos después de un extenso recorrido en un terreno agresivo con un personaje farandulero a cuestas en la mayoría de los casos.

De la cabalgata solo se rescata el trabajo de los operarios del aseo que al paso de los ejemplares van dejando las calles limpias nuevamente. Los que montan el animal llevan consigo parlantes con música a alto volumen, botella de trago a la vista de todos y una pinta de galanes que derrite a las señoritas que salen a ovacionarlos. Hasta armas se vieron en la última cabalgata, la del sábado 4 de enero.

Del millar de jinetes que asisten a la cabalgata quizá una centena entienden la naturaleza del caballo y tienen la capacidad económica para satisfacer su gusto y financiar el costoso cuidado de estos animales. El resto no son más que personas con ínfulas de millonarios, esos mismos que van a las corridas de toros si les dan entradas de cortesía y lagartean desde diciembre para conseguirlas.

En Cali la opinión ciudadana fue decisiva y desde hace 5 años no se realiza la cabalgata en la feria. Recordemos que el detonante de la suspensión fue la muerte de una mujer al caer de un caballo en la feria de 2013, situación de la que se ha salvado inexplicablemente Manizales, pues no se ha conocido reporte de alguna persona fallecida durante este evento, mientras que si se han presentado varios casos de muerte de equinos.

En la última cabalgata una mujer cayó del caballo y perdió la conciencia, suceso que no alcanzó mucha repercusión en medios de comunicación. Hubo yeguas y caballos heridos que fueron atendidos de forma artesanal y a sangre fría, el punto de llegada de la cabalgata fue escenario de caballos cansados, detenidos en medio del caos esperando el embarque, el cual se dio varias horas después de la hora de finalización. ¿Cuánto más tiempo se seguirá sosteniendo un evento tan mal organizado sólo por el disfrute de un puñado?

La Feria de las Flores de Medellín es otra fiesta tradicional en Colombia y, junto a la Feria de Cali, son dos de las festividades con mayor proyección internacional del país. Ambas abolieron las cabalgatas obedeciendo leyes de protección ante el maltrato animal, escucharon la voz de los ciudadanos que rechazan estos eventos. Más ciudades se han unido a esta disposición, pero Manizales se niega a adoptarla. Aducen su permanencia a la tradición, el arraigo y un sinfín más de pobres razones para justificar un evento que colapsa la ciudad solo para entretenimiento de unos cuantos. La organización es pésima y si dicen amar y proteger los caballos, no comprendo como fomentan su abuso.

Estos eventos sobreviven además en Neiva, Montería y Cartagena, donde además los paseos a caballo por el Centro Histórico están rodeados de denuncias de maltrato. Cali y Medellín han tenido alcaldes con la voluntad suficiente para hacer valer la voz ciudadana sin favorecer privados, además de tomar con seriedad las leyes de protección animal. Guardo la esperanza de que la capital de Caldas siga el ejemplo, el fin de la cabalgata no amenazaría la permanencia de una feria que ofrece variedad de eventos.

Son los mismos ciudadanos quienes proponen al alcalde estudiar la posibilidad de trasladar el evento al sector rural, de manera que se logre integración de la cultura arriera a la feria, se reactive el comercio y turismo en la zona, se evite el caos vial que la cabalgata genera y la deficiente respuesta ante situaciones de maltrato, pero sobre todo, que el animal esté en su terreno y participen quienes de verdad conocen y viven del tema. No soy una experta en asuntos medioambientales pero la considero una propuesta lógica, pues más que prohibir, se trata de conciliar.

Para finalizar, transcribo las palabras del Alcalde Carlos Mario Marín antes de la cabalgata de la 64 Feria de Manizales: “Ustedes conocen que tengo capacidad de decidir y que no me temblará la mano si algo sale mal. Pedí mucha cultura ciudadana, que no haya consumo de licor y tampoco animales desfilando por las calles en un horario fuera del permitido ni sufriendo ningún tipo de maltrato”.

Pues algo salió mal, como todos los años, así que como ciudadana –y sé que no soy la única- exijo que se cumpla esa promesa y desde ya se analicen acciones para la feria de 2021. Tenemos concejal y diputada animalista, un mandatario que dice estar comprometido con asuntos ambientales y miles de ciudadanos que rechazan esta práctica y reclaman que se replantee. Administraciones anteriores no han tenido el tema como prioridad pero se asoma una esperanza con el despertar de la conciencia verde en los últimos años.

La última cabalgata reiteró que los participantes nunca asumirán responsabilidades ni atenderán las normas mínimas del evento, los organizadores evidentemente sólo atienden intereses particulares, el bienestar animal y la tranquilidad ciudadana no les representan lucro. Si Manizales avanza y ahora es más grande, no podemos anclarnos en espectáculos arcaicos que no representan el grueso de la población. Hago un llamado para empezar a buscar entornos libres de abuso, así que de las corridas de toros me ocuparé en una próxima entrega.