16 de abril de 2024

Razones correctas

21 de noviembre de 2019
Por Juan Alvaro Montoya
Por Juan Alvaro Montoya
21 de noviembre de 2019

Elegir es natural para el hombre. Cada mañana se enfrenta a la toma de decisiones en un rito que determina su vida: desde los interrogantes más simples como el vestir o el comer, hasta cábalas elaboradas con una complejidad significativa como el matrimonio o la profesión. Conscientes o no, nos confrontamos a nosotros mismos de manera constate para escoger la mejor opción en un mundo de posibilidades. Este proceso mental de optar por una de varias alternativas es una respuesta ante las preguntas que tácita o expresamente se manifiestan con múltiples disyuntivas.

En psicología, los mecanismos electivos hacen parte de las llamadas “funciones ejecutivas”, que son reconocidas como las habilidades necesarias para hacer frente a situaciones no previstas. En este campo, el nivel de inteligencia se mide como la capacidad para resolver problemas, siendo la identificación de las respuestas y soluciones la principal herramienta para superar los retos. En otras palabras, en nuestro cerebro, le corresponde a ficha función resolver los problemas de forma inteligente.

Hoy se ha convocado un gran paro nacional acompañado de marchas en las principales ciudades. Unos se agolparán en las calles para manifestarse contra el capitalismo, otros para defender la educación, aquellos para reclamar mejoras salariales, estos para expresase por el desdén del sistema de salud. Las banderas pedagógicas que arropó el origen de esta jornada de protesta se han impregnado de una queja social creciente que necesita ser oída por el Ejecutivo, hacer uso de sus funciones y resolver de manera acertada los lamentos de quienes detentan algún grado de inconformidad contra el statu quo. Ya no serán solo las tres peticiones del movimiento estudiantil las que requerirán la atención del gobierno. A éstas se han sumado las querellas de centrales obreras, indígenas, campesinos, migrantes y la ciudadanía en general que amenaza con hacer de este periplo uno de los momentos de paro más representativos de nuestro país. Entre tanto – como lo ha publicado la columnista Salud Hernández Mora – unos se arriesgarán a integrar este océano humano en defensa de la propiedad privada, la pequeña empresa, el rechazo a los desmanes de una guerrilla narcotizada mientras otros como Vicky Dávila, expresarán su voz de repudio ausentándose de las manifestaciones en razón a la influencia política que muchos quieren cosechar con estas. Existen motivos para marchar como para no hacerlo. Una y otra postura merecen ser respetadas y garantizadas pues, parodiando al cómico romano Terencio “Tantos hombres, tantos pareceres

Más complejo que tomar una decisión, es hacerlo por las razones correctas. Dentro de los contextos sociales, tan importante es lograr el objetivo como los medios que se emplean para ello. Acabar con la política de “todo vale” será una consigna para las nuevas castas. Carece de sentido movilizar la ciudadanía en defensa de unas causas nobles, cuando sus líderes disfrutan de la crisis para cosechar réditos; atacar la generación de riqueza y el modelo económico para que los caudillos gocen de las mieles del poder, se desplacen en vehículos blindados con fuertes esquemas de seguridad que son sufragados por nuestros impuestos y se beneficien de la riqueza nacional con salarios que ensanchan sus arcas personales. Son estos personajes aves rapaces, que se alimentan de la calamidad del otro, viven de dolor ajeno y solo pueden construir sobre las cenizas de los incendios que ellos mismos originan.

Por mandato superior un Estado Social de Derecho está obligado a asegurar para sus ciudadanos el ejercicio de sus privilegios constitucionales y legales. La protesta es uno de ellos. La marcha, siempre que se desarrolle de forma pacífica, debe ser respetada y honrada por la fuerza pública. El disenso es un principio que no puede ser quebrantado para soslayar las prerrogativas de los contradictores. Quienes opten el día de hoy por sumarse a las desaprobaciones colectivas, exigirán plenas garantías para el ejercicio de sus facultades legales. Por el contrario, quienes piensen no hacerlo, necesitan igualmente ser tolerados para hacer de su silencio su voz de rechazo o indiferencia. Uno y otro hacen parte de la Colombia que clama por un mejor mañana, porque, en definitiva, es lo que todos anhelamos. Por ello finalizo estas líneas con una invitación: considere las razones que lo impulsan en sus juicios, su validez y la suficiencia de información. Solo después, escoja que postura desea apoyar.

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