28 de marzo de 2024

Cuando parte un ser querido

15 de agosto de 2019
Por Ricardo Tribín Acosta
Por Ricardo Tribín Acosta
15 de agosto de 2019

Que difícil resulta a veces lidiar con la muerte de alguien a quien amamos y apreciamos, proceso que se ve todos los días. En este dolor no hay discriminación alguna, así como tampoco en la muerte en si misma, ya que en ello incurren ricos, pobres, blancos, negros, mujeres, hombres, viejos, jóvenes, enfermos y aliviados. Cuando tal evento se presenta, sobretodo cuando resulta de improviso, la pregunta que muchos se hacen es: Y porque? La respuesta no está a la mano, a menos que rindamos nuestra emoción y situación y se la entreguemos a un Poder Superior, tal y como cual lo conciba.

¿Y qué sucede con el o los afectados cuando alguien se va para el mas allá? Lo primero que llega es el dolor y en cierta forma la rabia, debido a que la partida genera un sentimiento implícito un poco complicado de detectar como es el de abandono. En el proceso también hay frustración, pues ya no se podrá compartir mas con la persona que se ama, y también en ocasiones culpa, por no haberla tratado como nos imaginamos debía ser. Y ello se agudiza cuando ha habido abuso, descuido o alejamiento, ya que los remordimientos afloran como por arte de magia.

Y viene ahora lo mas sensitivo del asunto y es que en todo hay también un poco de egoísmo, ya que no se quiere aceptar la perdida de algo que era “nuestro” y también existen la victimización y la auto lástima con frases como “ Y ahora que será de mi sin el o ella?”Duro, verdad?, sin duda alguna, mas no imposible de superar.

La aceptación de la realidad debe ser lo primero para iniciar el camino hacia el dejar ir y el de la paz y serenidad interiores. Existen también grupos de apoyo y amistades de confianza con los cuales se puede compartir todo este remolino de sentimientos, así como profesionales y conductores espirituales que le ayudarán a la  persona a superar estas dolorosas situaciones. Algo que también servirá consiste en acordarnos de todo lo bueno que tuvimos durante su presencia en este mundo, y admitir que allá en la otra vida seguramente se darán las mejores condiciones que le ameritan tener a esa persona que se fue.