19 de abril de 2024

Los jefes que ordenan y mandan pasaron a la historia

17 de mayo de 2019
Por Jorge Iván Duque Cardona
Por Jorge Iván Duque Cardona
17 de mayo de 2019

Un artículo leído en una vieja revista de circulación internacional me ha dado el tema para esta columna. Lo he vuelto a leer porque entiendo que hace años el jefe en una empresa cualquiera se hacía sentir de sus subalternos ordenando y mandando. Fueron tiempos en que el trabajador raso o el empleado sin connotación ejecutiva les tenían miedo a sus superiores porque lo que ordenaban con voz fuerte debía cumplirse sin chistar, así se estuvieran dando órdenes equivocadas. Quien la recibía no podía expresar su opinión.

Me ocupo de este tema de importancia para las relaciones armoniosas dentro de las empresas porque la lectura de un artículo publicado la semana inmediatamente anterior por el portal www.previsionintegral.com muestra cómo ha cambiado en los últimos años la relación jefe-obrero. Ya en las empresas el jefe no ordena de manera autoritaria, sino que pide el favor. Desde luego, ejerciendo autoridad. Ya no se manda con gritos para que se hagan las cosas. El trato debe ser respetuoso.

En el artículo a que hago mención se dice de entrada: “El jefe autoritario y distante ha dado paso al jefe democrático, carismático y participativo”. ¿Qué quiere decir lo anterior? Simplemente que ya no debe haber en la nómina de las empresas esas personas mandonas que quieren que todo se haga según su criterio. El jefe debe ser alguien con relaciones humanas, que valore a los trabajadores, no que trate de pisotearlo, como sucedía en otras épocas.

El jefe no debe ser esa persona encumbrada que ordena y manda. Debe ser, ante todo, un líder capaz de motivar a su gente a través de la empatía, la confianza y la honestidad. Alguien que sepa tocar el alma del empleado, que lo motive en vez de regañarlo, que le reconozca sus capacidades y que tenga el buen tino de saber ubicar al trabajador en un puesto donde pueda dar lo mejor de sí. ¿Cómo puede lograrlo? Utilizando la herramienta del diálogo, del acercamiento a la gente, del comprender cuáles son las fortalezas del trabajador.

En el artículo se dice que hora no está bien visto eso de dar órdenes. Se enfatiza en que es algo pasado de moda. Y se afirma que las empresas “han cambiado la figura del jefe tradicional por un líder capaz de gestionar y motivar equipos de trabajo multidisciplinares”. Según Judith Monmany, los jefes deben motivar a sus equipos a dar “lo mejor de sí mismos para enfrentar con éxito nuevos desafíos y proyectos”. Deben inspirarlos a trabajar con compromiso. no mandándolos como si fueran animales.

“Un jefe debe ser capaz de coordinar personas que tienen mayores conocimientos que el propio líder y para eso la delegación y la confianza son fundamentales en su rol de jefe”, sostiene la señora Monmany. responsable del área de comunicaciones de la empresa Infojobs. Lo anterior quiere decir que ella invita a que los jefes no ordenen ni manden, sino que dialoguen con los empleados para construir confianza. Ese ha sido el éxito de las empresas especializadas en tecnología. En ellas no ordenan ni mandan. Simplemente dan instrucciones para ser analizadas entre todos. Esto genera un ambiente laboral amable.

Natalia Cabanas, una ejecutiva de Randstad Executive Search, dice: “Hay muchos estilos de liderazgo y cada empresa debe definir el estilo de sus directivos en función de sus objetivos”. Señala que la flexibilidad no debe confundirse con falta de carácter. Es una cualidad que le permite al jefe “adaptarse a los distintos perfiles del equipo”. Esto es importante en una empresa. Conduce al diálogo, al entendimiento entre jefe y subordinado, a la valoración de la capacidad ejecutora del obrero. El jefe nunca deber ser una persona prepotente. Al contrario, debe dar muestras de humildad. Y aceptar que algún integrante del equipo puede tener mayores conocimientos específicos”.