28 de marzo de 2024

Otro embeleco laboral

5 de abril de 2019
Por Rubén Darío Barrientos
Por Rubén Darío Barrientos
5 de abril de 2019

Largo & Ancho

Este 2 de abril, inició tránsito legislativo ante la Comisión séptima constitucional permanente de la Cámara de Representantes, un controvertido proyecto de ley sobre licencia matrimonial en Colombia, del magín del congresista liberal de Bolívar, Silvio Carrasquilla Torres. ¿En qué consiste? En otorgar un permiso laboral remunerado por ocho días calendario, para las personas que contraigan matrimonio (religioso o civil). Estos días se contarán desde el día siguiente al de la boda y la licencia tendrá que ser solicitada con al menos treinta días de antelación. Este proyecto de ley, resucita y saca de las cenizas otro parecido que no prosperó en el año 2017, del caletre del congresista de Cambio Radical del Cesar, Chichí Quintero Romero.

La diferencia entre ambos proyectos de ley, se aprecia en el factor temporal: en el 2017, Chichí pretendía una licencia matrimonial de ocho días calendario y Carrasquilla quiere ahora, en el 2019, una licencia de cinco días hábiles. El representante Benedicto González, del Partido Farc, aplaudió la decisión manifestando que “eso hace parte de los derechos de los trabajadores”. En el proyecto actual, la licencia debe concederse dentro de los quince días siguientes al casorio. Actualmente se registran unos 60.000 matrimonios al año y la cifra viene en franco descenso. El Código Sustantivo del Trabajo, nada dice al respecto, por lo que este permiso no resulta obligatorio hogaño para los empleadores, aunque la mayoría de reglamentos internos de trabajo lo contemplan por obvias razones.

En Francia, la licencia matrimonial es de cuatro días; en Argentina, es de diez días; en Chile, es de cinco días; en Brasil, es de tres días; en Italia, es de quince días y en Uruguay, es de trece días, para no citar sino su variopinto reflejo en algunos países. En mi concepto, la licencia por matrimonio debe producirse, porque este evento es significativo e imborrable para las personas. Pero no requiere ley (populista) sino que se ancla es en el propio reglamento interno de trabajo. La usanza en nuestro país, se mece así. (i) un día hábil, (ii) dos días hábiles, (iii) tres días hábiles y (iv) tres días calendario, eso sí, con un común denominador: si el matrimonio tiene lugar el día viernes, se concede ese día como adición al permiso remunerado. La razón es simple: se sobreentiende que quien va a contraer nupcias ese friday, no tiene poder de concentración (está embombado) y su atención está puesta en el traje, en el salón de banquetes, en que nada falle, en la decoración, en los costos, etc.

Las últimas normas laborales en nuestro medio, apuntan a ciertas disposiciones de aplicación huidiza e ineficaz: (i) La ley que erigió la obligación para el empleador de separar cada semestre un día, para hacer una reunión de integración en las instalaciones de la compañía o buscar un lugar en una sede de una caja de compensación familiar, por ejemplo, u otorgar un día libre (que no es de vacaciones) para que los trabajadores compartan con sus familias; (ii) La ley que otorgó fuero para no ser despedido el empleado, cuya esposa embarazada sea beneficiaria del trabajador en el sistema de salud y dependa económicamente de éste y (iii) La ley que deparó la obligación a partir de este año, para todas las empresas públicas y las privadas con capitales superiores a 1.500 S.M.L.M.V. o que tengan más de 50 empleados, de tener salas dedicadas exclusivamente a que sus colaboradoras en periodo de lactancia, puedan extraer leche materna y almacenarla.

Ahora sale otro Carrasquilla con este embeleco, para suplir dizque un vacío del Código Sustantivo Laboral, pero cuyo acápite forma parte prácticamente de todos los reglamentos internos de trabajo o está inmerso en convenciones colectivas: la licencia remunerada por matrimonio. Normas como éstas, espantan a los empleadores, que han visto una cosecha de disposiciones medio rarófilas y desestimulantes. Tres días hábiles, después de un puente Emiliani, son más que suficientes para una luna de miel sabrosa y apasionada. De regreso a la habitualidad, cinco días son un engendro de un legislador que quiere impresionar a un militante del Partido Farc, pero que desentona frente a un país laboral que ha mutado sus costumbres.

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