28 de marzo de 2024

Fortalecimiento de los partidos

11 de marzo de 2019
Por Alberto Zuluaga Trujillo
Por Alberto Zuluaga Trujillo
11 de marzo de 2019

Sin lugar a dudas uno de los principales objetivos de nuestra Carta Magna  promulgada en 1991 fue la apertura del sistema político a nuevas fuerzas con el propósito de reducir la hegemonía del sistema bipartidista, Liberal y Conservador. Entendido así, el éxito fue mayúsculo pues se logró la presencia de nuevos grupos que dieron origen a numerosos partidos, movimientos y organizaciones políticas, que se creaban según las conveniencias electorales. Sin embargo, una mayor apertura del sistema político, no significó una mayor organización antes, por el contrario, se tradujo en un debilitamiento gradual de las agrupaciones tradicionales pero, sobre todo, en un detrimento de la democracia que requiere de partidos fuertes para representar adecuadamente a los diferentes sectores ciudadanos. Con la entrada en vigencia del Acto Legislativo 01 de 2003, se introdujeron importantes cambios en el régimen electoral y en el sistema de conformación de nuevos partidos. Figuras como el umbral, la cifra repartidora, las listas únicas y el voto preferente, apuntaron a reducir el número de grupos en contienda y a fortalecer los partidos y movimientos con mayor arraigo en la sociedad. Al igual que la elección popular de alcaldes y gobernadores en las que se buscó que las autoridades más cercanas al ciudadano como los son ellos, fuesen elegidos por el voto directo de quienes van a ser sus gobernados, resultó a la postre una formula vergonzosa  de manipulación y compra de votos, de idéntica manera la elección por voto preferente de los representantes nuestros en las corporaciones públicas corrió la misma suerte. La corrupción, que todo lo daña, ha hecho de esta una práctica nefasta pues, en la inmensa mayoría, esas clientelas están soportadas en la compra de votos, favores y cuotas de poder en las correspondientes administraciones. A pesar de sobrar evidencias sobre el papel que juega el voto preferente como recurso clientelista, la imposición de las listas cerradas acabando con las abiertas o voto preferente tampoco garantizarían la transparencia en la elección, a no ser que se obligue de manera perentoria que estas sean producto de una amplia convención o consulta partidista y no del uso del bolígrafo de quien se crea dueño del partido, que es lo que en el pasado vició este regio procedimiento que los fortalecía y unificaba, sometiendo al elegido a la autoridad de la colectividad que lo respalda. El presidente Duque a fines del año pasado en la posesión de los nuevos magistrados del Consejo Nacional Electoral, les pidió ser verdaderos aliados para que las reformas al sistema electoral sean aprobadas por el Congreso, haciendo énfasis en la eliminación del voto preferente, en el estudio de los mecanismos de democratización interna de los partidos, la financiación pública de las campañas y, sanciones drásticas para dirigentes y colectividades que violen los topes de financiación e incurran en delitos contra los sufragantes. ¿Alcanzaremos a estrenarlas para las elecciones de octubre? Amanecerá y veremos. Por lo pronto, urgen como mecanismos para fortalecer la democracia.

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