28 de marzo de 2024

Luis Guillermo Giraldo ¿para qué sirve?

7 de febrero de 2019
Por César Montoya Ocampo
Por César Montoya Ocampo
7 de febrero de 2019

Alto como una jirafa, pelo entrecano, amplia frente pensante,  la mirada es  ventana de risa maliciosa, rostro de burgués tranquilo y mentón macizo.Su pecho es  un fogón que centellea, cuerpo atlético, tiene piernas kilométricas y achica distancias a zancadas.

Es un intelectual. Por lo  mismo aporreado por angustias metafísicas. Mientras la élite  que hace política se inventa  acomodos, reduce la aritmética a una sumatoria codiciosa de votos y  da premeditados golpes bajos a sus émulos, este Luis Guillermo Giraldo Hurtado pone la cara,  pelea de frente y no abandona el ring cuando defiende principios. Gusta de aislamientos, ensimismado siempre  en lecturas sápidas. Algo tiene de ermitaño,  es pedagogo  en el diálogo, con memoria feliz. Si su vida se plasmara en una estatua, ésta sería lineal con un libro debajo del brazo , los ojos ávidos y la  frente con grietas.

No son muchas mis devociones en la literatura comarcana. Entusiasma y vigoriza la pluma fuerte  e imaginativa de Gilberto Alzate. La dialéctica enjoyada de Silvio Villegas. La navegación espacial de Bernardo Arias  Trujillo. La prosa rumiada y oropélica de Giraldo Hurtado.

“Del poder y de la fama”. Para López Michelsen esta obra   es  “una revelación”. Giraldo es un profesor en diletantismos. Su mente escarba, encuentra variantes, hace aproximaciones originales. Enseña. Además de su prosa magnífica, tiene el encanto de sorprender. Su lupa es insólita, topa paisajes inéditos y hace reflexiones profesorales. Su cerebro elige con precavida sabiduría personajes inmensos  en la historia de la humanidad. Maquiavelo, Mirabeau, Mussolini, Dostoyevski, Oscar Wilde, Colón. Fuera de abordarlos con ojo clínico, más  valiosas, mucho más, son sus reflexiones en las que suelta sus experiencias de intelectual zarandeado por  introversiones.  El pánico que produce el nombre de históricos guerreros, el valor de los símbolos, el terror a las tribunas, la explotación  del  miedo,  la gravidez del sentido común, la intensidad de sublimes vidas cortas, en fin, hay que leerlo con lápiz para subrayar y hacer anotaciones al  margen.

Los políticos debieran tener como libro de cabecera “El Antihéroe”. Además de estudioso, Giraldo Hurtado tiene pituitaria certera para descubrir  en la hojarasca el matemático perfil de un caudillo, la filosofía de un episodio,  la psicología de los impulsos. Su estadía como Embajador en Alemania  le permitió empaparse  en la historia de ese país. Qué perspicacia se debe tener para  comprender  el alma de este pueblo. Joachim Fest  en la biografía sobre Hitler penetró en las entretelas de una raza con una autoestima quisquillosa, que cuida la pureza de su sangre y monta  cátedra con la música marcial de Ricardo Wagner. Escribe Giraldo : “Ningún músico, ninguna obra  musical de un compositor, ha  influido tanto  en el carácter  y en la política de una nación, como Wagner y su música sobre los alemanes”.  Nación pomposa, rígida y militarista.El káiser Guillermo II es la columna vertebral de la obra y  en torno suyo pincela juzgamientos,  paseándose por  Goethe,  Schiller, Holderlin, Kant, Hegel, Nietzche y otros nombres de mucho relumbrón. Es valiosa su página sobre los oradores.Qué no se ha dicho sobre los que  tienen el don de la palabra, los que manejan  la preñez de las  musas y convierten el discurso en una milagrosa obra de arte.

“De relojes y nostalgias” es un mosaico de temas sobre los cuales reflexiona con una buena dosis de argumentos. Giraldo Hurtado es un cofre de conocimientos y tiene la llave  del baúl en donde guarda recuerdos y tristezas. Fundamentalmente es un  nostálgico que la soledad y los libros lo han arrinconado en solsticios meditativos.

Para qué sirve Giraldo Hurtado? Para gobernar. Él, como Tonny Jozame, son prohombres que hay que rescatar de sus aislamientos, el uno con sus prosopopeyas literarias y el otro acorazado en el silencio de su campiña. Hablo  del hombre Luis Guillermo Giraldo sin importarme en que trinchera se encuentre. Él  parla y medita, sueña y añora, es anecdótico en las tribunas,  vierte sapiencia, y jamás ha olvidado su rancho solariego aporcado con las tumbas de los suyos.

Gobernador de Caldas? Sí. Habría con él un  temblor intelectual, una incontenible primavera de las bellas letras, la juventud se tomaría los  balcones, se estimularían los escritores y serían  muchas las paletas para plasmar cogitaciones espirituales.  No todo debe ser comercio tras bambalinas, ni pactos simoníacos para asaltar el Poder.

Soy disciplinado y me someto a las decisiones de  mi partido.  Pero bien  sabemos que en esta dispersión ideológica se imponen las alianzas, y hay que buscar nombres que puedan impactar al electorado. Candidatos con  elan,  profetas con mensaje, adalides que abran puertas de esperanza.

[email protected]