29 de marzo de 2024

Jorge Julio Echeverri: el lenguaje de la ternura

8 de febrero de 2019
Por José Miguel Alzate
Por José Miguel Alzate
8 de febrero de 2019

«Poemas para el solar», publicado en 1997, es el título del segundo libro de poesía de Jorge Julio Echeverri Botero, un abogado salamineño residenciado hace varios años en el departamento del Quindío. Antes, en 1992, había publicado «Romero de la sierra», un libro de poemas que fue bien recibido por la crítica literaria. Después, en el 2005, publicó “Y dejar en la caída una palabra”, donde enseña su evolución como poeta. En “poemas para el solar” recoge parte de su producción literaria de antes de «Romero de la sierra». Es decir, incluye poemas escritos en su juventud, en sus tiempos de colegio y en su época de estudiante universitario. Por esta razón, no es un libro que determine la evolución en su trabajo poético después de «Romero de la sierra».

Los poemas recogidos en “Poemas para el solar” fueron escritos entre los años 1967-1988. Tienen, por lo tanto, ese sabor romántico de lo que se escribe en la juventud, cuando apenas los autores van descubriendo caminos en la creación literaria. Pero es un libro importante para conocer los inicios de un poeta que en su primera obra publicada demostró tener un gran talento literario, una exquisita concepción de la belleza, una gran sensibilidad artística. Algo que reafirmó con la publicación del libro “Y dejar en la caída una palabra”, donde el lector se encuentra con poemas de tonos distintos. En «Poemas para solar» Jorge Julio Echeverry hace una especie de catarsis creativa, una forma de espantar viejos fantasmas. Es un reencuentro con los temas que despertaron su pasión por la palabra.

Este abogado egresado de la Universidad de Caldas es un aeda de ardientes emociones interiores, con una acendrada vocación poética. De allí que la suya sea una poesía escrita con el lenguaje de la ternura, intimista a veces, con un extraño acento nerudiano en versos como este: “Al ver la noche inmensa, más oscura sin ella”. Su razón de ser como hombre está ahí, en su obra poética, con su búsqueda constante de una voz original, con su deseo íntimo de expresar con la palabra el torrente de sus emociones vitales. En sus libros el lector encuentra una voz fresca, que con la misma fuerza interior con que le canta al amor lo hace sobre un tema frívolo, como lo hace en el poema “Viernes Santo”, donde dice que Robinson Crusoe descubrió en la palabra la razón de su existencia.

En “Poemas para el solar» aparece el alma del creador de belleza que, en medio de su soledad, le canta a la mujer amada con una voz que apenas se presiente en los requiebros amorosos. El poema inicial del libro es el abrebocas a la constante temática que asoma en todas sus páginas. Se llama, precisamente, «Sonata inicial». Es un poema que, no obstante haber sido escrito en plena juventud, tiene vigencia literaria. En estos versos, hermosos en su concepción estética, está la fuerza poética del bardo nacido en Salamina. Que fue lo que encontró Humberto Senegal cuando escribe que en este poemario está la huella de un creador “que decide compartir la melancolía de sus rupturas y sus encuentros, con sincero desparpajo”

«Poemas para el solar» es un canto huracanado al amor, a la mujer, a la vida misma.  Ese acento nerudiano que se advierte en algunos poemas demuestra hasta qué punto Jorge julio Echeverri abrevó en las canteras del poeta chileno que fuera Premio Nóbel de Literatura. Miremos, por ejemplo, este verso del poema «Anochecer»: “Anochece. Lo sé porque en tus ojos ya no brilla el crepúsculo y tu voz se adormece al arrullo del mar». Esta marcada influencia nerudiana en la obra de Echeverri Botero lo enaltece. Porque demuestra cómo esa voz torrencial del chileno lo marcó en su juventud, cómo su poesía le tocó el alma, cómo su lenguaje le abrió caminos para expresarse. Le pasó lo mismo que a casi todos los poetas latinoamericanos de los años setenta: hicieron de Neruda un referente poético.

El epígrafe del libro “Y dejar en la caída una palabra” explica por qué en su poesía el amor tiene presencia sublime. Es este verso de Jaime Sabines: “En el aire hay siempre oculta, como una hoja en un árbol, una mujer”. En sus tres libros Jorge Julio Echeverri expresa su admiración por la mujer, la exalta, la sublimiza, la convierte en destinataria de sus versos. Mientras en un poema dice: “Deja que como un niño bese tu cuerpo y sienta que se queda el recuerdo de tu piel en mis labios”, en otro expresa: “Cuando te siento escucho un sonido largo de aleteos entre nuestros cuerpos”. “Poemas para el solar”, “Romero de la sierra” y “Y dejar en la caída una palabra” son libros que permiten degustar una poesía exquisita, que nos reconcilia con los temas del amor, donde la mujer es inspiración, luz y vida.