28 de marzo de 2024

Llegaron libros…

18 de enero de 2019
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
18 de enero de 2019

Estas son reseñas y acuse de recibo de algunos textos que nos llegaron en el 2018 y que por lo vertiginoso del paso del tiempo y de los acontecimientos noticiosos en Colombia, materia prima de esta columna periodística, no habíamos podido abordar. La crítica literaria en la provincia está huérfana y muchas de las obras que se publican pasan desapercibidas, cuando por la calidad de lo publicado merecen su difusión.

Luz Villegas de López murió a finales del año inmediatamente anterior. Mujer de un impresionante sentido de la observación, sus charlas con ella eran de inspiradoras enseñanzas sobre costumbres y gentes. Mordaz y crítica, se deleitaba con las reacciones que producían sus comentarios. Sus hijos y nietos no quisieron que muchas de sus narraciones y gracejos se olvidaran y en una pulcra edición las recogieron y difundieron en su círculo familiar y amistoso. Doña Luz había nacido en Salamina en 1925 y es fotográfico y delicioso lo que recuerda de su ciudad natal. Una muestra: «La gente allá era muy pinchada, había mucha gente que viajaba a Europa y traían mobiliario extranjero. También eran muy creídos para vestir. La celebración del Jueves Santo era especial, se hacía la comunión que la Iglesia manda y eso era un desfile de modas; muchas señoras se ponían elegantes; en esa época se usaba el abrigo de piel, abrigos de zorro, algunos hasta con la cara del animal y se los ponían las señoras con las joyas, anillos y todo dizque para ir a comulgar. Los señores iban de vestido negro, de corbata no muy colorida…..». Regocijante su lectura.

Gustavo Páez Escobar publicó Jirones de Niebla, una extraña novela para la época. Porque es una narración limpia, escueta, que se desenvuelve como un ovillo de lana de la abuela, tanto en el espacio como en el tiempo. No se dejó seducir el escritor boyacense por las técnicas abstrusas de la literatura trascendental, sino que echa la historia casi que como tomando agua. Para los críticos sabihondos quizá pase desapercibida, pero que para quienes creemos en el placer de la lectura, es un remanso y un oasis. Lenguaje directo, sin pretensiones, neto, el que utiliza Páez en su obra. Ya con Jirones de Niebla son como seis novelas que tiene a su haber, la primera de ellas Destinos Cruzados, que fue llevada a la televisión, adaptada por Fernando Soto Aparicio. Periodista con vocación perenne, Páez publica sus columnas habituales en El Espectador, Crónica del Quindío y Eje 21 de Manizales. Colaboró en el diario La Patria durante varios años. Fue banquero, pero lo secuestró la literatura y no lo liberó. Grato es leer su prosa, castigada, escrita con la difícil facilidad que mandan los cánones.

«En verdad me quieres tanto?». Con esta pregunta tan común entre los enamorados se nos viene Iván Guillermo Asmar Restrepo -Iván Asmar- para presentar su obra prima en la narrativa colombiana, que entró a figurar en las grandes ligas. Estuvo dentro de las once finalistas del ya acreditado Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana. Que envidia. Porque Asmar ya está jubilado. Y en vez de dedicarse a hacer crucigramas o a jugar billar, se encerró en su nutrida biblioteca de lector empedernido a darle realidad a su sueño de la infancia: ser escritor. Abogado de la U. de Caldas, litigante, Decano, Magistrado, lo primero que hizo ya emérito, fue matricularse, con humildad franciscana, en un taller de escritura, donde su inspiración, «En verdad me quieres tanto?», obtuvo la primera distinción. Hoyos Editores, Pedro Felipe Hoyos, la ya cimentada Editora manizaleña se la jugó con su publicación, con la adehala de que Asmar ya quedó comprometido con sus lectores a que de su pluma salga una nueva producción que ratifique la calidad de su primera narración. Que es seductora. Por su original trama y por el estilo aséptico, de que hace gala. Transporta sus personajes desde una Escocia caracterizada por su ortodoxia religiosa, hasta Supía y Marmato, mágicos pueblos del trópico, mineros y anárquicos, liberados, que inspiran a la protagonista Bonnie, escocesa de «útero complaciente», quien enamora a Bruce, hijo de un pastor puritano, frases como éstas: «No quería su mundo, quería que el viniera al mío, donde la vida es de verdad, donde se ama de verdad, es decir con el coño, donde se odia con intensidad y no cordialmente, como en ese territorio perfumado y maricón del que viene Mad Bruce». Léanse a Iván a Asmar. Original, lúbrico y cautivador su relato.

Todos los viernes, desde hace varios años, Víctor Hugo Vallejo envía para Eje 21 su columna, que es ensayo, crónica, biografía, información poética, filosófica, musical. Con un estilo muy de él, este Abogado ansermeño sisa tiempo de su exitoso ejercicio profesional en Cali, para ilustrarnos y complacernos con sus escritos. Pues bien. Poemia Editorial, le acaba de publicar «Encuentros», que es una rigurosa selección de sus columnas, en donde los lectores podremos agotar, en el orden que se quiera, toda la suma de datos, que no adivino de donde y como los obtiene, y opiniones sobre la vida y obra de los mas disímiles personajes. Por sus páginas discurren desde los poetas X 504 y Rogelio Echavarría, Jairo Varela y su grupo Niche, Omar Rayo y Consuelo Lago y su Negra Nieves, pasando por Helcías Martán Góngora, Rubén Blades, Armando Manzanero, hasta amigos de la vida y seres anónimos, con sus luces y sus sombras. Vallejo viene de la crónica, exigente género periodístico, en el que tuvo renombre nacional. Los principales periódicos y revistas de hace veinte años se peleaban por sus colaboraciones. Hoy nos regala estos perfiles, en los que encuentro afinidad especial con el de María Dolores Pradera, dedicado a Guillermo Navarro y Aníbal Gamboa, compañeros de lides intelectuales, y con el del poeta chileno Nicanor Parra. Gracias Víctor Hugo por haberme rescatado estos versos de Parra: «Ya no me queda nada por decir./ Todo lo que tenía por decir/ ha sido dicho no sé cuantas veces./ He preguntado no sé cuantas veces/ pero nadie contesta mis preguntas./ Es absolutamente necesario/ que el abismo responda de una vez/ porque ya va quedando poco tiempo./ Solo una cosa es clara./ Que la carne se llena de gusanos». Y estos, que me regresan a mis padres: «Lo reconozco bien, ese es el árbol/ que mi padre plantó frente a la puerta./ (Ilustre padre que en sus buenos tiempos/ fue mejor que una ventana abierta)./ A estas alturas siento que me envuelve/ el delicado olor de las violetas/ que mi amorosa madre cultivaba/ para curar la tos y la tristeza.»

Post scriptum: rabia, dolor e impotencia. El maldito terrorismo se ensaña con los inocentes. #Ante el terror, adelante por la paz.