29 de marzo de 2024

Sin “mermelada” no hay paraíso

19 de diciembre de 2018
Por Víctor Julián Ramírez Betancur
Por Víctor Julián Ramírez Betancur
19 de diciembre de 2018

Garapullo

El término “mermelada” fue acuñado por el ex ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri, cuando comparó la repartición equitativa que debía hacerse del sistema de regalías entre las entidades estatales, con untar una tostada con mermelada, la cual debía repartirse por todas las partes de la misma.

Posteriormente, el término fue utilizado eufemísticamente por los opositores del ex presidente Santos, para referirsen a la manera como se repartía el presupuesto entre los congresistas que respaldaban y votaban positivamente los proyectos de ley presentados por el gobierno Santos.

En campaña, el presidente Iván Duque prometió nombrar equitativamente en su gabinete mujeres, nombrar ministros técnicos en vez de ministros afiliados a los directorios políticos y no hacer componendas con los partidos para la entrega de burocracia. Estas promesas las hizo con el fin de sacar adelante una ambiciosa agenda legislativa que necesariamente implicara la reforma a la justicia, la reforma pensional y la ley de financiamiento (reforma tributaria), entre otras. En otras, palabras, prometió acabar con la “mermelada” a la que son adictos los congresistas.

Después de 134 días de mandato del presidente Duque, la promesa de acabar con la mal llamada “mermelada”, fue flor de un día. La noche del 16 de diciembre, el último día de trabajo legislativo, como por arte de magia, los congresistas aprobaron la reforma política después del lobby de los ministros y funcionarios del gobierno. Un domingo, a las 7:00 p.m. y solo en cuatro horas, 98 honorables senadores se reunieron para salvar la reforma política propuesta por el gobierno del presidente Duque. ¡Increible, pero cierto!

Surge, entonces la pregunta: ¿Estos honorables padres de la patria, lo hicieron por amor a la causa o sencillamente porque el gobierno les prometió “mermelada”? Vaya uno a saber, pero causa extrañeza que un proyecto de acto legislativo que había tenido infinidad de reparos por los congresistas, haya sido aprobado, casi que a pupitrazo limpio, sin ni siquiera haberse leído los textos sometidos a aprobación.

Se aprobó la reforma política sacando las listas cerradas, es decir, dejaron vigente el voto preferente, institución de derecho electoral a quienes la mayoría le endilgan los males de corrupción en nuestro país. Se aprobó la segunda vuelta para la elección de alcalde mayor de Bogotá; se creó el ministerio de la ciencia y la teconología, como si Colciencias no exisitiera y se avanzó en la ley de financiamiento, como siempre ha sido la idea del gobierno de clavar a la clase media.

No deja de sorprender que el Senado de la República haya sesionado un domingo 16 de diciembre a la 7:00 p.m y que lo haya hecho simplemente porque los senadores quieren sacar adelante la agenda legislativa, ¡ojalá fuera así!, y no sea porque el gobierno del presidente Duque les prometió seguir dándoles “mermelada” a través de la burocracia estatal.

Si eso es así, ahí si, apague y vámonos porque de este estado de corrupción no nos saca nadie, pues sin “mermelada” no hay paraíso. Pero si  es por amor a la patria, pues entonces, que el próximo año el Congreso se ponga serio y saque adelante la agenda legislativa, no solo la propuesta por el gobierno, sino también las iniciativas legislativas propuestas por los mismos congresitas.

 

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