Jirones de la Feria
Contraplano
Los taurinos paisas de hueso colorado deben estar arreglándoselas para desplazarse a Manizales, ante la sorpresiva cancelación de las corridas de la temporada anual de la plaza La Macarena, de Medellín.
La distancia entre las dos ciudades es de 185 kilómetros, que se cubren en tres horas, aproximadamente, si no hay retenes forzosos (o paleteos) dispuestos por los ingenieros que trabajan en las obras de ampliación de la carretera troncal, adelante de La Pintada, en la frontera de los departamentos de Antioquia y Caldas.
Otra alternativa más expedita para llegar rápidamente a la ciudad del Ruíz es el vuelo directo entre los aeropuertos Olaya Herrera y La Nubia, a precios cómodos para el bolsillo de los aficionados pudientes.
Para solaz de los taurófilos maiceros, los festejos en el redondel manizaleño transcurren en las tardes de los siete días de la programación ferial, y no solamente en los fines de semana, como se estilaba en el suspendido circo de la Bella Villa de Nuestra Señora de la Candelaria.
El finado don Ramón Ospina Marulanda (Foto, izquierda)–uno de los grandes ausentes de la fiesta brava– convocaba enormes legiones de su natal Antioquia a la capital caldense, ciudad que amó con pasión de cadete. Sus cenizas descansan en la cripta de la Catedral Basílica.
La Feria nació el 21 enero de 1955 por feliz iniciativa de Oscar Hoyos Botero, cuñado de Fernando Londoño y Londoño, el más notable de los manizaleños de la época. El tradicional evento está a las puertas de coronar su sexagésima tercera edición.
Las dos hermanas de la precursora de este tipo de certámenes anuales mantienen su vigencia en sus respectivos dominios. Son ellas la Feria de la Caña de Azúcar, en Cali, y la Feria de las Flores, en Medellin. En la primera, hay corridas de toros. En la otra, no.
Dos pasodobles bien postineros reposan en el archivo musical de “la Feria que hizo las ferias en América”: el Feria de Manizales, con letra del poeta caldense Guillermo González Ospina y música del maestro español Juan Mari Asins, arreglista de la Banda El Empastre, y el otro, titulado ”Manizales en Feria”, con música del manizaleño Guillermo González Arenas, director de la Italian Jazz
Con esta auténtica joya de las letras feriales, salida del magín del doctor Roberto Cardona Arias, redondeamos el último Contraplano del 2018.
“El Pregón de la Feria
Por el mandato de las autoridades que en su oportunidad dispusieron celebrarla; por voluntad de los organizadores que han querido que esta tenga el mayor esplendor y el más inusitado brillo; para complacencia del pueblo que durante un año ha esperado con ansiedad la llegada de esta fecha venturosa; y en homenaje a cuantos de afuera han llegado a la ciudad con el deseo de vivir en ella una semana de inalterable esparcimiento, en un gozoso ambiente de fiesta, al impulso de su espíritu jocundo, declárase abierta desde este momento la Feria Anual.
Incorpórate, pues, Manizales , vibra y canta… Al amparo de tu probada hidalguía, bajo la transparencia de tu cielo, bajo el plinto verde de tu colina, enciende nuevamente las fogatas del entusiasmo y echa otra vez en el viento los cascabeles de tu alegría y de tu risa”.
¡Que viva la Feria!
La apostilla: Humor taurino. Un papá muy querendón lleva por primera vez a una corrida en la Monumental plaza de Manizales a su hijo de siete años. El pequeño aficionado debutante le pregunta a su taita: “Papi, qué es ese bultico que lleva el torero al pie de la entrepierna”? Respuesta paterna: “Mijo, esas son las pilas del traje de luces”…