28 de marzo de 2024

40 años del robo de armas del Cantón Norte

31 de diciembre de 2018
31 de diciembre de 2018
Hollman Morris. Operación Ballena Azul. Carátula libro.

Por Guillermo Romero Salamanca

Las fiestas familiares para despedir el 1978 fueron amenizadas por temas como “Carmen se me perdió la cadenita” de la Sonora Dinamita y “Muriendo Lentamente” del maestro Calixto Ochoa del Disco del Año. Julio César Turbay Ayala era el presidente de la República y el general Luis Carlos Camacho Leyva era el Ministro de Defensa.

Ocho años atrás, el 19 de abril de 1970, se había alzado en armas el movimiento M-19, luego de la derrota en las urnas del general Gustavo Rojas Pinilla y utilizaban tenía unas campañas publicitarias que impresionaban a los colombianos: robaban leche en Zipaquirá y la repartían entre los vecinos, invadían terrenos para darles lotes a desposeídos, hurtaron la espada de Simón Bolívar de su mítica Quinta en Bogotá y secuestraban a empresarios para sostener a sus actividades delictivas.

En 1976 secuestraron al líder obrero José Raquel Mercado y lo asesinaron en la glorieta que está al lado del parque El Salitre, hecho que causó terror en la ciudadanía bogotana.

Se conocía que su líder era Jaime Batteman Cayón y miles de versiones iban y venían sobre el grupo antisocial. El gobierno nacional presentó su Estatuto de Seguridad con el cual buscaba dar por terminado no sólo a ese movimiento subversivo, sino también a los ya existentes. Se pretendía darles tranquilidad a los colombianos que habían visto a las bandas fuera del orden en los campos, pero no en las ciudades.

En Bogotá, entre los barrios Miranda y Chicó, funciona el denominado Cantón Norte, con escuelas de caballería e infantería. A principios del siglo XIX funcionó un aeropuerto, donde en un accidente de unas avionetas, resultó lesionado Misael Pastrana Borrero. El cantón cuenta también con el Teatro Patria –donde por esos años se presentaron grandes cintas como “Los 12 del Patíbulo” y “Donde las águilas se atreven”.

En 1978, después de observar el lugar, los guerrilleros del M-19 organizaron la operación “Ballena azul” por el parecido de un galpón gigantesco con los cetáceos. El plan era robar el mayor número de armas al Ejército Nacional. La operación comenzó en octubre y culminó la noche del 31 de diciembre.

“La reserva de ametralladores allí almacenada –relata Hollman Morris en su libro “Ballena azul”– constituía un contingente de armas y parque que ascendía a más de cinco mil piezas de artillería. Para conseguirlo, el M-19 arrendó una casa frente a las instalaciones del campo militar, reclutando a los que parecían ser una apacible familia de clase media alta pero que en realidad eran viejos cuadros de la organización guerrillera. Los otros militantes designados para esa operación cavaron durante más de dos meses un túnel de setenta y seis metros que los llevó a las bodegas donde se almacenaba el enorme arsenal. La mayoría de los que participaron en la operación no se conocían ni se habrían de conocer por sus verdaderos nombres, ocupaciones o vidas reales durante esas semanas”.

Unos dicen que fueron 5 mil, otros que 5.700 y unos más que cerca de 7 mil armas las que sacaron en dos días y que distribuyeron en caletas en Bogotá y Zipaquirá.

En la casa por donde sacaban las armas, organizaron ese 31 de diciembre de 1978 una fiesta y los soldados que vigilaban lo vieron como algo normal aquella noche.

Fue tal la osadía de los subversivos que pintaron varios grafitis dentro del Cantón y cuenta un guerrillero que para plagiar al famoso Chapulín Colorado debían rayar “No contaban con la astucia” y al final no sabía si astucia era con “c” o con “s” y sólo optó por hacerle una especie de ganchito para que después los medios de comunicación no los tildaran de ignorantes.

El mismo M-19 dio la noticia el 2 de enero de 1979 al lanzar un panfleto impreso en mimeógrafo.

Cuando el Ejército Nacional se dio cuenta del hecho, su estrategia consistió en capturar al mayor número de sospechosos y llevarlos a centros de tortura. Bateman ordenó a sus militantes que se escondieran como pudieran, pero los militares dieron una batalla de inteligencia, sin importar los métodos y en menos de un mes tenían de nuevo, casi la totalidad de las armas.