25 de abril de 2024

Canciones para el incendio Juan Gabriel Vásquez vuelve al cuento en busca de respuestas

Por Gonzalo Domínguez Loeda
28 de noviembre de 2018
Por Gonzalo Domínguez Loeda
28 de noviembre de 2018

Bogotá.  (EFE).- Han pasado 17 años desde que Juan Gabriel Vásquez debutó en el cuento con «Los amantes de Todos los Santos», y ahora vuelve al género como el que se reencuentra con un viejo amigo en «Canciones para el incendio», un libro en el que se embarca en busca de las mismas respuestas por las que ha buceado en la novela.

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«El libro se está preguntando todo el tiempo por qué los seres humanos nos hacemos daño, por qué hacemos daño a otros o cómo lidiamos nosotros con el daño que los otros nos hacen. Esas son las preguntas básicas que cruzan todo el libro», explica en une entrevista con Efe.

Son nueve los relatos los que componen «Canciones para el incendio», de la editorial Alfaguara. En algunos de ellos vuelve a introducirse como personaje, mientras que en otros se acerca de nuevo al peso de la historia, los recovecos más oscuros de la política, el conflicto colombiano o el origen de la violencia.

Eso sí, Vásquez advierte de antemano que las preguntas a las que busca respuesta son las mismas que se hacía Sófocles hace 25 siglos y «si encontrara una respuesta sería más que afortunado».

«Los cuentos de este libro en particular están todos obsesionados con la idea del peso del pasado, en eso no he podido liberarme, con el cambio de género, no me he liberado de ese demonio», subraya el autor de «La forma de las ruinas» o «El ruido de las cosas al caer».

Ese es un tema que reconoce le «obsesiona» y se percibe en los personajes de sus cuentos «a menudo».

Entre ellos «hay gente para la cual el pasado sigue estando presente y los fantasmas del pasado siguen moldeando sus vidas».

«Lo que sucede es que el cuento por sus características no te permite explayarte en esas investigaciones de lo que llamaríamos un pasado público», añade Vásquez.

Tal y como hizo en «La forma de las ruinas», el escritor nacido en Bogotá en 1973 vuelve a convertirse en un personaje, algo que, confiesa, hace con dificultades ya que escribir desde su biografía «no solo es un ejercicio muy difícil (que) siempre viene acompañado de mucho pudor, sino que además, y paradójicamente, sigue siendo una forma de iluminación sobre una vivencia».

«Nunca ha sido igual tratar algo que me ha sucedido, que me ha generado una impresión especial, que me ha provocado una inquietud particular, nunca es lo mismo agarrar esa vivencia y explorarla por medio de una máscara, un personaje inventado, que ponerme a mí mismo en el papel de narrador y tratar de explorarla así», comenta.

Para el autor, optar por ese Juan Gabriel Vásquez personaje le permite ponerse a sí mismo en la «línea de fuego moral».

«Y los resultados son los que me interesan porque estos cuentos parten de vivencias que, para mí, fueron muy potentes, muy extrañas, quería averiguar, quería descubrir qué había sentido exactamente, quería ponerle el nombre a una emoción y contar los cuentos desde mi propia biografía era la mejor manera de hacerlo», asevera.

Al lado de ese Juan Gabriel Vásquez desdoblado en personaje y narrador también emergen algunos de los «demonios» que le acompañan como «la violencia, que te pasa de lado sin tocarte pero que te afecta de todas maneras».

Por si fuera poco, con este libro cayó en cuenta de que «hay otro fantasma que está ahí todo el tiempo», y es «la capacidad que tenemos los seres humanos para inventarnos a nosotros mismos a través de historias sobre nosotros mismos que son falsas, que son distorsionadas, y tratar de proyectar una visión que está editada».

«Ese talento que tenemos los seres humanos de inventar nuestra propia biografía está muy presente en muchos de los cuentos del libro», sostiene Vásquez, ganador del Alfaguara de Novela en 2011 y finalista del premio bienal de Novela Mario Vargas Llosa.

Al analizar su anterior libro, un ensayo en que, a modo de mensaje en una botella, lanzó a sus lectores las coordenadas donde encontrarlo literariamente, Vásquez había asegurado que «la novela puede muy bien ser una manera de conocimiento del pasado, que es irremplazable».

Sin embargo, en esta ocasión reconoce que ha recurrido al cuento porque es «una máquina capaz de capturar unas ciertas emociones o un cierto aspecto de nuestra condición humana, que por ser demasiado frágil, por ser demasiado efímero, por ser pequeñito, no lo puedes atrapar con una novela».

«Hay cosas que sabemos, hay revelaciones, hay emociones a las que logramos acceder en un cuento de (Anton) Chéjov, en un cuento de (James) Joyce, en un cuento de Juan Carlos Onetti, que son valiosísimas pero que si tratas de agarrarlas con una novela se van», dice Vásquez a modo de despedida introductoria. EFE