29 de marzo de 2024

Debates latosos

30 de noviembre de 2018
Por Rubén Darío Barrientos
Por Rubén Darío Barrientos
30 de noviembre de 2018

Un agotador debate de más de siete horas en el Congreso, de control político sobre la corrupción de Odebrecht y el fiscal Néstor Humberto Martínez (este 27 de noviembre), tuvo intervenciones extravagantes e interminables: el propio fiscal, habló por hora y media; el senador Jorge Robledo, casi una hora; Gustavo Petro, una hora, y el senador Toño Zabaraín (a quien tildan de haber intervenido alicorado), habló veinte risibles minutos, incluyendo alusiones a Fidel Castro. A propósito, este último personaje se iba a lanzar por el Partido Conservador, pero atendió el llamado de Fuad Char y salió avante por Cambio Radical con casi 75.000 votos, la quinta votación de dicho partido. Ha sido promotor internacional de boxeo, manejador de boxeadores profesionales y actualmente preside la Comisión Sexta del Senado.

Estaba recordando que en el año 2005, se hundió un proyecto de ley que pretendía ordenar los debates en las plenarias de la Cámara y el Senado. En ese entonces, el ponente Germán Varón, habló de que «se pondrá fin a las largas, tediosas y repetitivas intervenciones». Ello, bajo el mecanismo de voceros y tan solo dos posiciones por bancada: una la mayoritaria y, de forma excepcional, otra por una situación como la objeción de conciencia o la postura del disentimiento. Sinceramente, ¡Qué perderá de tiempo vivimos! Estar frente a la pantalla chica en un debate, es una dilapidación de minutos y horas, en donde casi todos los intervinientes se van por las ramas y lo más emocionante son los agarrones y los enfrentamientos. Por ejemplo, en este debate de Odebrecht, lo más excitante fue la exhibición que hizo la senadora Paloma Valencia del video donde se aprecia a Petro recibiendo unos dineros y guardándolos en una bolsa.

El debate del 18 de septiembre último, también de control político, contra el ministro de Hacienda Carrasquilla, fue más de lo mismo. El senador Jorge Enrique Robledo a la cabeza, lanza en ristre contra él, mientras que senadores de Cambio Radical y del Partido Conservador  lo defendieron al considerar que algunos de los argumentos presentados eran falaces. Incluyó show por el anuncio del presidente del Congreso, Ernesto  Macías, de engarzar al uribismo en el debate junto con quienes lo citaron, lo que hizo que Robledo amenazara con no acudir, atrasándose la sesión. Discursos latosos, insípidos, interminables y por fuera del rifirrafe, iban y venían. Otros tuvieron alcance de ser abogado de los pobres. No pocos de defensa por las ramas. Se habló de papeles de Panamá y en el recinto del senado hasta se perdió el control por unos momentos. Se aludió a Uribe y el recargo nocturno, la venta y liquidación de Telecom y de otras yerbas.

Es que aparte de que tenemos congresistas que no parecieran acabar en el uso de la palabra, adolescemos de no tener grandes oradores, como los había otrora. Dice la historia que personajes como: Miguel Antonio Caro, José María Samper, María Cano, José María Vargas Vila, Guillermo Valencia, Enrique Olaya Herrera, Antonio José Restrepo, Silvio Villegas, Eliseo Arango, Augusto Ramírez Moreno, José Camacho Carreño, Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay, Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos, Laureano Gómez, Misael Pastrana, Fernando Londoño Londoño, Otto Morales Benítez, Luis Carlos Galán, el propio Alberto Santofimio y Roberto Gerlein, para citar solo algunos, sí mantenían electrizado el auditorio y el país. Hoy, tenemos somníferos y debatientes que hablan de todo, menos de la esencia. Y que poco miran el reloj, importándoles un rábano que el tedio se apodere del recinto.

¿Desaparece la oratoria? Podría ser una pregunta sensata. Hoy lo que se ve, son intervenciones tediosas, aparentes debates de control político –donde se habla de lo divino y de lo humano– y poco poder de síntesis. Estamos hartos de agarrones (CD-Farc; Uribe-Claudia López; CD-Cepeda; Uribistas-Verdes; Uribe-C. Galán; Fiscal-Claudia López; Macías-Robledo; Fiscal-Petro y Robledo, y decenas más) y necesitamos buenos y serios debates de control político, pero desde la preparación y la focalización de los temas. Por lo pronto, se siguen apagando televisores. Estamos muy ocupados para seguir perdiendo tiempo…

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