28 de marzo de 2024

¿Amparo Grisales gobernadora?

2 de noviembre de 2018
Por John Mario González
Por John Mario González
2 de noviembre de 2018

Desde cuando era chico y recorría los municipios de Caldas como campeón de ajedrez juvenil y subcampeón de mayores, siempre me sentí orgulloso de la habilidad, capacidad de trabajo y reciedumbre de nuestro pueblo y sus campesinos.  La conquista de esas indómitas montañas con el cultivo del café por parte de nuestros ancestros, particularmente desde finales del siglo XIX, nos legó una forma de concebir la familia y un curso de acción que nos llevó a tener los mejores indicadores sociales del país hacia finales de la década del 80 del siglo pasado. Y todo ello me hinchó de orgullo, ese olor a la guayaba fue una de las razones que me trajo de regreso al país después de intentar logros profesionales en el exterior. Porque siempre pensé que debíamos y seríamos capaces de construir una tierra con desarrollo, porque éramos una raza especial, con un destino prometedor.

Sin embargo, con tristeza tengo que admitir que cierto escepticismo terminó por embargar mis supuestos. Y es que desde que la ruptura del Pacto Internacional del Café en 1989, el retroceso de Caldas no ha dejado de parar. La ascendente industria que tuvimos en la práctica fue desmantelada sin ningún sector que la relevara, y aunque se habla de emprendimiento hay mucho ruido, pero pocas nueces.

Después de representar más del 2,2% del PIB nacional, hoy Caldas escasamente representa el 1,7% del mismo. La población de la mayoría de los municipios retrocedió o se estancó, incluyendo a Manizales, contrario a lo que ha sucedido con nuestros departamentos vecinos. En general, las oportunidades laborales son exiguas, por lo que cientos y miles de nuestros profesionales deben emigrar.

Buena parte, sino la mayor responsabilidad del marasmo en que nos hemos sumergido es culpa de una clase política impasible, sin energía, que antes que servir busca servirse del ejercicio público, que es capaz de toda clase de componendas con tal de alcanzar el manejo del departamento.

Por eso también me he preguntado en la última década ¿cómo romper con ese círculo vicioso de favores y dirigentes fabricantes de pobreza que responden al interés propio? Y creo que por los resultados de la pasada elección presidencial, así como por la consulta anticorrupción, Caldas está preparado para un cambio de fondo de liderazgo político, para una elección alternativa, porque está harto de la inoperancia, de la incompetencia de los dirigentes tradicionales. El obstáculo es que no encuentra a quién elegir.

Por eso, si hay una caldense que a estas alturas de su vida puede prestarle un servicio a nuestra tierra, que tiene carácter y disciplina y que puede unificarnos para sacar adelante al departamento como candidata y gobernadora es Amparo Grisales. Sí, Amparo Grisales, la actriz, la embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas en el 2010, la mujer que a punta de tesón se fue a Bogotá, aún adolescente, desde Manizales y Pensilvania, y conquistó a los colombianos.

Con Amparo Grisales puede suceder como con Ronald Reagan, quien después de una destacada carrera como actor se presentó a las elecciones como gobernador de California y las ganó, y hoy es uno de los políticos más recordados de Estados Unidos.

Amparo Grisales puede abrir las puertas en todo el país e internacionales para los proyectos de desarrollo que necesita el departamento. No tiene necesidad de servirse del presupuesto público ni congraciarse con la mediocridad de turno ni hacer pinitos a ver si el próximo presidente la nombrara de ministra de alguna cosa. Ojalá y Amparo quiera asumir ese nuevo reto en su vida, con el carácter y la energía que la distingue.

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@johnmario