28 de marzo de 2024

VAIVENES

26 de octubre de 2018
Por Hernando Arango Monedero
Por Hernando Arango Monedero
26 de octubre de 2018
Desde luego que lo peor que puede hacer el hombre es no corregir aquello en lo que se equivocó en un momento dado de su vida, pero cosa bien diferente es volver su vida una serie infinita de equivocaciones.

Parece que a eso estamos llegando a cada rato y buscamos disculpas para justificar algo hoy y motivos para enmendar lo que ayer decidimos. Eso es, precisamente, lo que con los períodos de alcaldes y gobernadores se pretende hacer, buscando unificarlos con las elecciones nacionales con el argumento de que se unifican los planes de desarrollo, se minimizan los períodos de Ley de Garantías previos a la elección de presidente y se le hace una enorme economía al país al evitar las elecciones intermedias. Las etcéteras como argumentos son extensas, si cabe el vocablo, ya que son de largo y de ancho y sólo para obtener ventajas políticas, ahora que “tenemos mayorías”, según se desprende de los afanes de unos y las angustias de otros.

Hace unos años se resolvió llevar los períodos de alcaldes y gobernadores de tres a cuatro años, para que los planes de desarrollo que cada cual llevaba en su programa de gobierno pudieran desarrollarse. Se argumentó también que la elección de gobernadores y alcaldes, conjuntamente con la de concejales, ediles, diputados, senadores y representantes, resultaba complicada para los electores ya que, con un cúmulo tal de listas habría confusión. Estas razones, y otras más, dieron cabida a pensar que lo conveniente era que hubiese unas elecciones para los poderes locales aparte de los de carácter nacional de Senado y Cámara y, lo mejor, que fueran a la mitad de período del presidente.

Hoy, las ventajas de ayer parecen haber desaparecido por arte de magia. Por tal razón hay afán de unificar las elecciones de todos y los argumentos que se dan son variados y hasta pueriles. Digamos que la unidad de planes de desarrollo es uno. Vaya! Cada gobernante, trae su interés en lo suyo. Que unificar las elecciones en un solo día representa una economía de 400 mil o más millones de pesos es un argumento minio. Vaya democracia: valorándose en 400 o 500 mil millones de pesos, es decir, 1,4 por mil del presupuesto. ¡Qué ahorro! En tanto, gastamos 300 mil millones en preguntarle al pueblo si rechaza o no la corrupción. ¡Quien lo dijera!

Ah! Y ya se olvidó el argumento de la complicación con las listas. Eso, ya no es importante. Y todo bajo la premisa oculta de que el pueblo es ignorante o que poco importa.

De otra parte, ya estamos en la danza que se nos prometió por parte de la llamada Colombia Humana que tiene, como propósito, realizar una marcha multitudinaria cada mes para protestar por algo. Ya se inició el proceso con el tema presupuestal para la universidad. Desde luego que por ahora lo que importa es el dinero y sólo el dinero. Nadie se ha ocupado en investigar cómo se distribuyen esos recursos en la actualidad. Nadie se ha interesado en conocer si lo que se obtiene como resultado de las inversiones en planta física, en investigación y docentes, tiene los resultados esperados. No! Eso no es de interés. Y es que la respuesta puede ser bastante mala, más cuando el nivel que muestran nuestras universidades, medidas por su prestigio en el concierto internacional, y aún en el latinoamericano, es bastante mediocre. Esos estándares están a la vista y son indiscutibles. Luego vendrán otras razones para más marchas, entre ellas las de los docentes de escuelas y colegios, con Fecode a la cabeza, dando ejemplo de cómo los derechos de la juventud y de los ciudadanos se violan impune e indolentemente. Ya habrá otras razones para sacar idiotas útiles a la calle, porque para la protesta siempre están listos. Por el momento, otros se entretienen con el debate a Carrasquilla, así para nada sirva.

Manizales, octubre 26 de 2018.