28 de marzo de 2024

Campesinos colombianos apuestan por diversificar su oferta para dejar la coca

Por Jorge Gil Ángel
8 de octubre de 2018
Por Jorge Gil Ángel
8 de octubre de 2018

Jorge Gil Ángel

El Retorno (Colombia), 7 oct (EFE).- Campesinos del municipio de El Retorno, en el departamento colombiano del Guaviare, decidieron cambiar la coca por cultivos lícitos, como el cacao, para alejarse de los problemas que traía consigo la droga.

El paisaje de esa región, donde la mayoría de campesinos tiene tierras que colindan con la frondosa selva, estaba marcado por las plantas de coca, que con el paso de los años y gracias a la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC en 2016 se ha diversificado y ya hay cultivos de todos los tipos.

Además de cacao, en la zona abundan la yuca, el chontaduro y el aguacate, así como las fincas ganaderas, por lo que los habitantes de El Retorno dicen que su municipio es la «capital ganadera» del Guaviare.

Uno de estos casos es el de Jairo Vanegas, quien contó a Efe que desde hace nueve años no siembra coca y que ahora se dedica a criar vacas y a cultivar cacao.

«Habernos pasado a lo lícito es una maravilla porque nos quitamos muchos problemas, como ser seguidos por la ley, pues sabemos que eso (la coca) es ilícito. Lo otro es que nos evitamos tanta fumigación que nos afectó los cultivos, los pastos e incluso la salud», afirmó.

A las fumigaciones que se refiere Vanegas son las aspersiones aéreas con el herbicida glifosato, que el Gobierno colombiano dejó de utilizar en 2015 porque el químico era arrastrado por el viento, contaminaba cultivos legales y fuentes de agua, algo que incluso motivó un litigio con Ecuador.

En el Guaviare, que en la década de los 90 fue una de las principales zonas productoras de coca del país, también había presencia de las FARC y, a palabras del campesino, se escuchaban tiroteos al menos una vez por semana y cada vez que los guerrilleros llegaban a su casa tenía que darles de comer.

Sin embargo, esas son situaciones que ya dejó en el pasado, al igual que lo hizo Ciro Antonio Alfonso, quien tiene una finca de 25 hectáreas en el caserío Alto Jordán, que hace parte de El Retorno.

«Yo fui cultivador de coca. Aquí no es algo que se pueda ocultar, aquí todo el mundo la sembraba», aseguró el campesino a Efe.

Alfonso cambió las plantaciones ilícitas, que sembró por más de 20 años, por cacao, yuca y plátano porque se aburrió de esconderse cada vez que llegaban los soldados a arrancar las plantas o de ver cómo las fumigaciones acababan con su producción.

«Me motivé a cambiar porque a veces uno estaba encariñado con su cultivo y llegaban las avionetas a fumigar. Después estaba la amenaza de que me iban a arrancar los cultivos. Uno se encariña con algo y llegan y lo dejan a uno en cero, eso me dejó aburrido», detalló.

En su finca, Alfonso cuenta con decenas de frutos del cacao, que van desde tonalidades verdosas hasta rojizas y están regados por toda la zona, así como con un organizado huerto del que espera obtener réditos en el futuro.

«Lo que siempre he hablado con la gente es que dejemos lo ilícito y pasemos a lo lícito, que no solamente con eso se consigue la comida, con lo lícito también se consigue y está uno tranquilo», apostilló.

La economía de El Retorno, según las autoridades locales, es sólida y se está diversificando con productos agrícolas y derivados de los lácteos con los que también se busca garantizar la seguridad alimentaria de la población.

La coordinadora de programas sociales de la Alcaldía, Judith Izquierdo, explicó que además ya casi no hay preocupaciones por temas de «orden público» e inseguridad y añadió que actualmente hay más cultivos lícitos que de coca.

«La población ha entendido que el cambio no es algo fácil, pero lo han logrado y tenemos una economía estable en el municipio», destacó.

Sin embargo, existen problemas de acceso a la salud y a la educación en la región, así como dificultades por el mal estado de las carreteras que la conectan con San José del Guaviare, la capital departamental, y con el resto del país.

Es por eso que el nuevo reto de esta localidad de 22.000 habitantes está en fortalecer el comercio para evitar que los campesinos regresen a los cultivos de coca. EFE