29 de marzo de 2024

Azul rey.

15 de agosto de 2018
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
15 de agosto de 2018

Por Augusto León Restrepo

Han pasado siete días desde la posesión del Presidente de la República Iván Duque Márquez y se nos han quedado en la retina varios cuadros de los actos solemnes y no tanto, que se escenificaron en la Plaza de Bolívar de nuestra ciudad capital y en sus alrededores. El centro histórico de Bogotá, como cada cuatro años, se revistió de fiesta, y aunque el tiempo se mostró inclemente, los actos protocolarios organizados por las oficinas de Palacio y de las Fuerzas Armadas, se desarrollaron sin mayores tropiezos.

El azul rey fue el color predominante. Alfombras de ese color para el Señor Presidente y su familia y para los invitados especiales del exterior y para figuras relevantes como los ex presidentes de Colombia, quienes, salvo el Dr. Álvaro Uribe, que prefirió ser espectador desde la llanura, como Senador, ocuparon cómodos sillones, codo con codo, para seguir atentos la ceremonia. Me refiero a Ernesto Samper, Andrés Pastrana y César Gaviria. Mi eterno presidente Belisario Betancur, se excusó por motivos de salud. Fueron anfitriones, como debe ser, el Presidente del Congreso y del Senado Ernesto Macías y el Presidente de la Cámara de Representantes Alejandro Carlos Chacón. Macías Tovar (1955), del departamento del Huila, educado en la Universidad Cooperativa de Colombia en Comunicación Social y Chacón Camargo, del Departamento de Norte de Santander (1972), educado en Derecho en la Universidad Libre de Santander. Nada de Javerianos, ni del Externado, ni los Andes ni El Rosario. Pura educación de provincia. Gajes de nuestra democracia incluyente, que defendemos todos los días, Maestro.

El Señor Presidente electo Iván Duque Márquez, bogotano, (1976), educado en Derecho en la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, pero especializado en prestantes centros de estudio superior de los Estados Unidos, autor de «Maquiavelo en Colombia» y coautor de «El efecto Naranja», libros a los que nos referiremos en otra oportunidad, prestó juramento ante Macías hacia las tres y treinta y tres de la tarde del invernoso martes siete de agosto. Y la Plaza estalló en prolongados aplausos, que según nuestro aplausómetro, fueron de menos fuerza que los que le prodigó a Álvaro Uribe la fervorosa asistencia cada vez que los oradores pronunciaron su nombre. ¡Uribe, Uribe, Uribe!, prorrumpió la multitud. Es que ese Señor es como Dios, alcanzó a decir entre dientes una señora toda de blanco hasta los pies vestida, con los ojos brillantes de la emoción. Frase que a mí no se me hizo tan original. Creo que ya la había oido por ahí en algún lado.

 Azul Rey, como el de las alfombras, fue el color escogido para pintar la tarima en que se escenificó la posesión del Presidente Duque Márquez. Y no faltaron si no los duques y los marqueses de verdad, para que esto resultara como una puesta del mas fino teatro isabelino, pero obvio, a la criolla. Mientras llegaba el señor Presidente a la Plaza, las cumbias, los alabaos y los bambucos entretuvieron a los cumplidos invitados. Pero después sonaron las gaitas y las trompetas y no sabíamos a que atenernos. Si se trataba de un pintoresco carnaval tropical o de un adusto ceremonial a la inglesa, que rememoraba las magistrales piezas dramáticas de Shakespeare, con sus personajes casi que de cuerpo presente. Reconocimos en nuestra alucinación a cortesanos de todas las horas, a traidores y desleales, a conspiradores y terroristas, a damas de miriñaque distractor, a los que cuchichean en los corredores de palacio, a venidos a mas o venidos a menos . Y hasta una Lady Macbeth, ¡que miedo!, identificamos en las tablas mojadas de la plataforma azul rey.

Y como para que nada faltara, los parlamentos de los actores principales pusieron a los espectadores a temblar ante la tragedia heredada del reinado anterior. Solo sombras tenebrosas y socavones oscuros dejó el odiado rey depuesto. El ulular de los vientos que venían de los cerros y una garúa pertinaz, enmarcaron el gris del paisaje ceremonial. Y unos para casita y otros para el besamanos palaciego.  Hasta dentro de cuatro años, cuando se repita la función. Dios salve al rey.