28 de marzo de 2024

Muebles viejos

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
15 de julio de 2018
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
15 de julio de 2018

Óscar Domínguez

El presidente Santos y familia están próximos a regresar a la “abyecta condición de peatones”, como decía el inmortal Iáder Giraldo. Se les acaba su cuarto de hora. Los espera el asfalto.

A partir del 7 de agosto pasan al sector privado del que habló el expresidente Samper: privado de secretaria, de escoltas, de todo.

A mercar de su propio bolsillo y a pagar servicios como cualquier vecino de Las Cruces. Santos será uno más del directorio telefónico. Adiós servidumbre que les cuela el aire.

Dejará el poder con Nobel de paz así no “haiga” paz, para decirlo con Tirofijo.  El inminente “mueble viejo” como llamó López Michelsen a quienes pasan de Palacio a la llanura, tendrá óptima compensación pues se dedicará al mejor oficio del mundo, el de abuelo primerizo de Celeste. (Como soy cuatro veces abuelo, me alquilo para dar cartilla, descuentos para desempleados).

A Juanma lo espera un segundo destino que en Colombia dura más que el rencor: el de expresidente. Cómo rendirá que hasta el mandatario electo Iván Duque le llevó saludos al rey de España de parte del “presidente Uribe”.

Y de Pastrana, al que iba olvidando. Que Uribe lo quiere mucho, supo el Rey por boca del nuevo inquilino palaciego. Y se fue a hacer hacer la 21 en el Bernabéu.

En internet compararon el tierno osezno de las saludes con el oso polar del sacoleva – ¿comprado en san Victorino? – que lució el presidente Uribe en un acto oficial en Madrid flanqueado por el rey Juan Carlos y el entonces príncipe de Asturias (ver nota más adelante).

En otros países, los ex se dedican a acariciar el gato, a cobrar duro por conferencias jartas sobre liderazgo y yerbas afines, y a escribir sus memorias porque si uno no escribe la historia dizque se la escriben, dice el lugar común.

Las memorias tienen un inevitable destino final: las librerías agáchese. En una de Medellín encontré las de Ernesto Samper “Aquí estoy y aquí me quedo”. Las tengo cuñando una mesa coja. El librero me pidió cinco mil pesos. “¿En cuánto le sirve?”, me pregunto al verme retrechero, como la Monita del 8.000. Casi me arrebata la billetera cuando le ofrecí tres mil.

Santos, inminente “mueble viejo”, le dice adiós a su parche en el barrio San Agustín. Anda en el tsunami del trasteo. Imposible envidiarlo. Eso sí, pobres los nuevos vecinos. Duelos les mando. 

 (Y para meterle contexto,como dice en la televisión, retomo la nota sobre el oso del presidente Uribe con frac en Madrid, joder)

DEFENSA DEL PRIMER SASTRE 

Se ha formado una tempestad en un dedal porque a la primera aguja de la nación, Ricardo Pava, sastre del presidente Uribe, se le fue la mano en gallina y puso a vivir fugazmente al mandatario entre un frac y unos calzones a los que les sobran centímetros. Eso es todo. Si media vara no es desplome, como dicen los máistros de obra, unos centímetros más tampoco constituyen  atentado contra la elegancia.

El país antropófago que quiere comer sastre, no ha tenido en cuenta que el visionario Pava decidió confeccionar un frac con ventajita para que dure los cuatro años de la reelección. Eso de hacer la ropa con ventajita es tradición en Antioquia donde los de abajo heredábamos  los chiros de nuestro superior jerárquico en el árbol genealógico. Y ni modo de chistar. Mamá y la máquina Singer se encargaban de los remiendos.

El diseñador Pava no estaba pensando sólo en la reelección. Tuvo en cuenta que los dos hijos del presidente, Tomás y Jerónimo, están en edad de vestir de frac cuando no estén vendiendo artesanías indígenas. Pava sólo tiene que agarrar el metro, la aguja, el dedal, medir anatomías, y hacer los ajustes que mandan los cánones sartoriales. Y vengan fiestas.

En realidad,  el Dior criollo que no da puntada sin dedal,  está capando estatua porque es casi seguro  que la idea de negociar con los alebrestados en armas e impulsar de verdad el acuerdo humanitario con las Farc, se le ocurrió al presidente durante el tiempo que vivió dentro del éxotico traje tan ajeno a su informalidad que prefiere el poncho montañero y el sombrero aguadeño gardeliano.

Pava debería confeccionarle trajes similares a su cliente siquiera cada ocho días. Y la reelección estaría de un cacho.

Otro punto en favor del modisto presidencial: cuando se descubrió que se le fue la mano, el primer dedal  de la nación asumió responsabilidades. No recurrió al criollísimo “fuquequefuequeque”, truco que se utiliza para echarle la culpa al vecino.

Pava, cuya chanfa  añora más de un colega suyo, no dijo, por ejemplo: “Fue que la embajadora Noemí en vez de estar peleando con su consejera cultural, Nora Trujillo, o haciéndole arrumacos a su Javier Aguirre, quien parece vestido y peinado por la mamá, no me datió bien en asuntos protocolarios. Noemí ha debido echarle una mirada de aprobación a su jefe antes de que saliera para la cena de gala con sus muy graciosas majestades los Reyes Católicos”.

Pero todo lo del pobre es robado: en vez de pensar que el mal trajeado era el presidente Uribe, por qué no leer, como lo hice yo, en la mirada que le lanzó  el rey Juan Carlos a su hijo el Príncipe Felipe, los dos de riguroso frac: “Vamos, hijo, creo que este chaval (Uribe) nos está notificando que es mejor que so-sobre y no que fa-falte chaleco. Mejor hablamos con nuestros sastres para que los próximos fraques nos los confeccionen según el modelo Uribe. Quiero aquí al tío ese del Pava, joder”.

El Museo Antioquia está en mora de hacerse a ese histórico frac antes de que la directora del Museo Nacional, doña Elvira Cuervo de Jaramillo, decida adquirirlo después de que le falló la “operación Tirofijo” que pretendía entronizar en el viejo panóptico la toalla que inmortalizó el señor del terror en la pasarela Caguán. (Nadie sabe quién le confecciona las toallas de Tirofijo. Debe ser el mismo que le vende las ametralladoras).

En fin, tacan burro quienes  piensan que Uribe va a arrojar al frío asfalto al hombre que le corta sus trajes. Nada de eso. Ya debe haber hablado con su principal sastre ideológico, José Obdulio Gaviria, quien le confecciona la mitad más uno de sus discursos: “Vea, doctor José Obdulio, dígale a ese muchachito (Pava) que no se preocupe: que los reelegidos seremos los tres”. (Publicada en El Colombiano).